Son una pareja viajera que fueron a probar suerte y se enamoraron de la calidad de vida del país de Oceanía. “Hay trabajos buenos, posibilidad de ahorro y viajes. No tenemos planes de retornar a Santa Fe a corto plazo”, aseguran. Ahorran hasta 2.000 dólares por mes.
Él, Gastón (31), es Martillero y Contador Público. Ella, Bárbara (30), farmacéutica. Son marido y mujer, ambos oriundos de Casilda, Santa Fe. En 2018 se cansaron de ver el mundo sentados desde sus casas, y decidieron aventurarse a lo desconocido. El cambio implicó resignar la estabilidad, las comodidades, y la tan mentada zona de confort. Aunque sabían -o intuían- que valdrían la pena.
“No queríamos más tener 15 días de vacaciones y vivir para trabajar”, le cuenta a Infobae Gastón desde Darwin, Australia, un paraíso en la Gold Coast de ese país. A su esposa le pasó algo similar, pero estaba feliz con su trabajo, y no estaba tan segura de emigrar al otro lado del continente como él.
“Hicimos un gran viaje a Europa de vacaciones en familia, y le dije a Barby: ‘si nos vamos, no volvamos a Casilda’”, relata. Y así fue el inicio del cambio de vida, que ya lleva casi dos años y medio.
La travesía comenzó en el Viejo Continente: España, Italia, Alemania, Bélgica, con una modalidad muy popular en Europa, el famoso Housesitting, una especie de trabajo a cambio de alojamiento. “Hay muchas páginas a las que te suscribís y te postulan para cuidar la casa de alguien sin tener que pagar por la estadía, eso te permite estar más tiempo en cada destino y vivir según las costumbres de cada lugar”, completa Gastón.
En el mientras tanto, Bárbara apostaba a tener la ciudadanía italiana para poder conseguir un trabajo que pague las cuentas y les permita viajar cuando lo dispusieran. Salieron con algunos ahorros de la Argentina, más la venta de su auto en la Argentina y los regalos de boda: en total eran unos 140.000 pesos, pero eso pronto se acabaría.
Después de casi seis meses de un movido tour por Europa, finalmente Barby obtuvo la ciudadanía. Con la documentación necesaria, optaron por ir a probar suerte a Australia. “Completamos la visa de un año Work and Holiday que te permite residir de manera legal, aplicar a un puesto de trabajo y viajar. Amigos y conocidos nos habían hablado maravillas del destino”, detalla Gastón.
Así fue como en agosto de 2019 desembarcaron en Sidney. Previo a su llegada, él ya tenía una oferta laboral en una famosa cadena de helados artesanales llamada Messina. “Aprendí mucho. Preparaba los helados, chequeaba el stock y hasta salía a repartirlo en una camioneta. La demanda era grande, pero a su vez pagan muy bien, lo que nos permite ahorrar casi 4.000 dólares australianos (casi 2. 600 usd) “.
Barby, a su vez, optó por retomar su profesión. Sin su título de farmacéutica validado consiguió instalarse en una farmacia como asistente. “Fue todo un desafío por el idioma y los nombres de los remedios. Ganaba menos que Gastón”.
Se establecieron, alquilaron un departamento a pocas cuadras de la playa, y empezaron a vivir la vida al estilo australiano. “Nos enamoramos de esa ciudad. No te voy a mentir, es caro mantenerse, pero la calidad de vida es insuperable: estar cerca del mar, transporte publico que funciona, sin trafico, y la tranquilidad de, por ejemplo, volver de noche caminando o dejar la puerta de casa sin llaves”.
Pronto llegó la pandemia. Y los planes de recorrer el país se vieron frustrados. “En marzo de 2020 comenzaron a registrarse los primeros casos, y con eso las restricciones, sin embargo duró poco. No se vio nunca gente con tapabocas, ni dispensers de alcohol en gel por todas partes”.
Con 20 mil dólares ahorrados de los meses de trabajo, renunciaron y siguieron con su sueño de viajar. “Comprarmos una minivan Suzuki APV vacía, y la reciclamos con objetos que la gente deja en la puerta de sus casas. Conseguimos todo, desde la cocina hasta la cama, es increíble lo que la gente desecha”.
Salieron en mayo rumbo al norte, y ahora están en Darwin: no hacen más de 200 kilómetros por semana, y van parando en los campings. “Las instalaciones de los campings son increíbles, tenés ducha con agua caliente, parrilla, baños limpios, es un placer “,
Cada vez que pueden van al Sudeste Asiático, lugar que ofrece paisajes increíbles y un bajo costo de vida. “Con pocos dólares te instalas en hostels, la comida callejera es muy barata, y hay mucho por ver”.
La pareja de argentinos no tiene planes de retornar a casa . “Por ahora no queremos volver a la Argentina. Claro que extrañamos a los amigos (aunque en Australia hicieron varios) y la familia, pero estamos felices con este estilo de vida que llevamos, y la idea es seguir explorando el mundo”.
fuente: infobae