En medio de muchas dudas y luego de un varios meses financieramente muy complicados y de una ardua y extensa negociación, la cadena Garbarino –la más importante de venta de electrodomésticos del país con 22% de participación y una facturación anual de más de $25.000 millones– había llegado a un acuerdo con sus bancos acreedores por una deuda de $4.000 millones en medio de la recesión y la fuerte caída del consumo desde 2018.
“Está en venta, los bancos la van a vender. Esa reestructuración les da un poder para, si aparece un comparador, venderla y cobrar la deuda”, aseguraba entonces una fuente entendida del sector financiero. Efectivamente, el 85% de la deuda quedó en manos de los bancos Galicia y Santander (también son acreedores HSBC, Patagonia, Banco Nación, Banco de la Ciudad de Buenos Aires, Banco Provincia de Buenos Aires y Bancor).
“Es un diferimiento de un año, en rigor, con tasa baja sobre capital. Se acumula la diferencia en una cuenta y se capitaliza al final respecto a tasas de mercado. Es diferir el pago de intereses”, intentaron bajarle el tono en ese momento a la situación desde la cadena de la familia Garbarino. “Los bancos están conformes porque se les va a pagar toda la deuda”, dijeron con todas las esperanzas puestas en una recuperación del consumo hacia fines de 2019. Eso repetía cada vez que podía desde agosto Carlos García, presidente de la empresa. No ocurrió.
Ahora apareció un posible comprador. Era un rumor en el mercado, pero ayer se confirmó (lo adelantó Clarín por la noche) que Inverlat es el interesado. Es accionista de marcas como Havanna, Reef, ICSA y Aspro. El año pasado vendieron Degasa, licenciataria de KFC, Wendy’s y China Wok en Argentina y Chile. Los socios del fondo son Carlos Giovanelli, Guillermo Stanley y Damián Pozzoli, todos de amplia experiencia en el mundo financiero y bancario (ex Citi), a quienes podrían sumarse otros inversores del sector financiero.
“No hay un papel firmado aún, es todo muy preliminar. Estamos empezando a ver el tema. La idea es salvar a la compañía, que tiene mucha deuda sobre capital en un momento de caída de las ventas. La empresa tiene experiencia en adquirir negocios en el piso que necesitan reestructuraciones, pero tienen una buena marca. Pasó con Havanna”, dicen en Inverlat.
Precio
¿Cuánto vale la cadena? Su deuda, aseguran en el sector… o mucho menos. Esa es la negociación por estas horas: los posibles compradores no quieren poner dinero solo para pagarle a los bancos y por eso negocian una quita importante.
“La compañía no tiene tiempo, no tiene combustible para seguir y el verano es malo para la venta. Es ahora. No hay precio en estos casos, estas compañías en dificultades valen por la deuda que tiene. Los accionistas ya no miran el precio, ya firmaron el mandato con los acreedores y no pueden hacer nada. No será un precio importante. En general, estas transacciones se hacen por un dólar. La compañía está fundida”, resume un allegado a la negociación que pide estricto off the record.
“En 2002, Garbarino pasó un proceso parecido y en 2004 ya era el uno del mercado hasta el momento. Es un líder. Comprar una empresa como esta siempre va a dar buenos resultados, pero el mercado tiene que volver a crecer y ser más lógico. No como en los últimos años”, dijo Miguel Arrigoni, de First Capital Group, quienes reestructuraron la deuda el año pasado.
Garbarino tiene siete líneas de negocio (Garbarino, Compumundo, Ipoint, Viajes, Soluciones Logísticas, Seguros y Créditos) y está volcada a una reconversión con foco en ventas online y a servicios como logística en el que invirtieron $300 millones el año pasado. Tiene un centro de distribución en La Tablada, 200 sucursales, una flota de 100 vehículos para el AMBA y delivery express para productos chicos y medianos. Suma 4.800 empleados (en 2016 eran 5.900) y tiene una planta de fabricación propia en Tierra del Fuego que estuvo parada buena parte del año pasado.