Hace pocas horas, en el Edificio Centinela de la Gendarmería Nacional, se debatió un interrogante que cruza a la sociedad argentina y tiene repercusión internacional: ¿Alberto Nisman fue asesinado por denunciar un pacto para encubrir el atentado de la AMIA?
El debate técnico se hizo frente a una réplica exacta del baño donde apareció muerto el fiscal federal, y tuvo como protagonistas a 34 peritos que representaban a las partes en conflicto y a la Gendarmería, designada por la justicia para determinar si a Nisman lo mataron o se suicidó.
La Gendarmería tiene una conclusión terminante: el fiscal fue asesinado de un tiro en la cabeza, que se intentó ocultar modificando el escenario del crimen, para simular un presunto suicidio gatillado por una eventual crisis anímica.
La Gendarmería desplegó veintiocho peritos que exhiben distintas especialidades, desde expertos en balística a psicólogos. Mientras que los estudios Lanusse y Romero Victorica –querellantes-, y Rusconi –defensor de Diego Lagomarsino-, se presentaron con seis peritos en el Edificio Centinela, escenario clave de la pericia que terminó con la principal incertidumbre del caso Nisman.
Para los peritos de la Gendarmería y de los estudios Lanusse y Romero Victorica ya no hay dudas respecto a lo que sucedió con Nisman. Fue asesinado. Y las evidencias son las siguientes:
1. Se hicieron tres pericias (en La Plata y Salta) que comprobaron que el arma usada para matarlo deja residuos de disparo, mientras que no encontraron ningún resto de pólvora en Nisman cuando revisaron su cadáver.
2. El arma fue encontrada en la puerta del baño al lado del cuerpo, lo que demuestra que le dispararon y tiraron la pistola junto al cadáver.
3. El disparo fue hecho detrás de la oreja y en forma perpendicular, y no se apoyó el caño. Ese no es un procedimiento habitual en un suicida. No hay forma física de hacerlo.
4. Nisman tenía un golpe en la pierna izquierda y otro en la cabeza. Son golpes profesionales para reducir a una víctima, que no encuadran en una hipótesis de suicidio.
5. Se encontraron restos de Ketamina, una sustancia usada para apaciguar a una probable víctima. No se hallaron rastros de esta sustancia en la vivienda que utilizaba el fiscal federal.
6. Nisman recibía en su departamento a la madre, a las dos hijas, a sus dos secretarios, a la señora del personal doméstico, a sus custodios, a sus amigos y a Lagomarsino. Tras conocerse su muerte, se hizo una pericia para recoger huellas, y solo se encontraron dos muestras que pertenecían al fiscal asesinado. Y nada más. Es decir: los asesinos de Nisman limpiaron todas las huellas.
La semana próxima, todos los peritos volverán a encontrarse en el Edificio Centinela. Cumplirán con el rito del artículo 252 del Código de Procedimiento Penal que ordena la elaboración de las conclusiones, para luego elevarlas a la justicia federal.
Esta instancia procesal no tiene misterios. La defensa de Lagomarsino asegurará que fue suicidio, mientras que la Gendarmería y los peritos de la querella sostendrán lo contrario. Es decir: a Nisman lo mataron a sangre fría. Una faena política ejecutada por profesionales.
Con esas conclusiones, el fiscal federal Eduardo Taiano deberá decidir si avala la pericia de la Gendarmería o sostiene la hipótesis del suicidio. Taiano ya prepara una serie de medidas que causarán conmoción en la sociedad argentina. Esto ocurrirá unos días antes de los comicios del 22 de octubre.