Con una contracción de 6,7% interanual, acumula cuatro meses en negativo. De todas formas, desaceleró su retroceso con respecto a abril.
“En el quinto mes del año, el consumo desacelera su caída respecto del nivel del mes de abril. Los bonos otorgados por el IFE, el ajuste a jubilados y pensionados y la apertura de paritarias, han permitido incrementar las ventas en volúmenes, pero aún con caídas interanuales. La aceleración de la inflación no está pudiendo ser compensada por el nivel de ingresos de los argentinos”, señaló Damián Di Pace, director de la firma.
Además, se destacó que, en el acumulado del año, el área Metropolitana persiste con caída en consumo a tasa de doble dígito (11%), en tanto el Interior, se mantiene estable a pesar de evidenciar retracción por tercer mes consecutivo (-0,1%).
Pero, más allá de la coyuntura macroeconómica, las turbulencias en el mercado financiero pueden impactar hacia adelante en los indicadores de consumo. Así lo señaló Di Pace: “Lo que está sucediendo en el mercado en la última semana no favorece el escenario futuro en materia inflacionaria y consumo en el mercado interno. El incremento del déficit fiscal tuvo como respuesta incertidumbre por parte del mercado, de mayor necesidad de endeudamiento en moneda local con riesgo de reperfilamiento futuro. El paso de bonos que ajustan por inflación a los dólares paralelos siempre encienden alarmas”.
“Además, el Gobierno deberá afrontar a fin de mes una licitación de deuda por más de $500.000 millones, si no logra colocarla en el mercado de deuda local, implicará más emisión monetaria con más inflación futura y mayor deterioro del poder adquisitivo de los argentinos”, agregó.
Escenario a futuro
En ese sentido, el analista destacó que el poder de compra de los consumidores se verá afectado en los próximos meses. “Más aún las familias que dependen de ingresos no constantes como es el caso de monotributistas, autónomos e informales. La corrección de los precios regulados de la economía como tarifas de luz, agua y gas, generará impacto directo e indirecto por aumento del gasto en las familias y por incremento de precios en góndola por parte de industria y comercio que deberán trasladar el incremento de sus costos”, subrayó Di Pace.
Otro aspecto que se destacó en el informe es que muchas familias optan por el pago con tarjeta de crédito para poder financiar sus gastos en el supermercado. “Este comportamiento se da sobre todo en el mayorista. Stockearse a un costo financiero total del 82% anual con la tarjeta, en muchas categorías rinde adelantando la compra de productos que superan en forma interanual el 100 % en su variación de precios”, concluyó el analista.
Desaceleración del consumo
En ese contexto, desde la consultora Sarandí señalaron que “si bien el plano productivo sigue sólido, se empieza a notar una desaceleración en algunos indicadores vinculados al consumo”. “Por caso, las ventas en comercios minoristas registraron en mayo la primera caída en 15 meses (-3,4%), mientras que las compras en supermercados también registraron la primera merma en 10 meses (-0,1%). Subiendo la lupa, la recaudación de IVA empezó a mostrar en los últimos meses una desaceleración en el crecimiento. De subas reales de dos dígitos el año pasado, se redujo a un promedio del 3,5% en los primeros cinco meses del 2022”, remarcó la firma en un informe.
“Esto marca que el consumo aún sigue retrasado, y tiene margen para crecer conforme el proceso se consolide. Estos indicadores están todos muy asociados a la evolución de los ingresos de las familias: en el acumulado desde fines de 2019 se tiene un repunte del 2,41% para los salarios registrados promedio contra la inflación; existe mucha dispersión entre sectores de actividad, dada la alta volatilidad y la dificultad de generar referencias paritarias estables; los trabajadores informales, vinculados principalmente a actividades de servicios, presentan un mayor retraso que el resto”, agregaron desde la consultora.