Letras de Fuego / Comentario / Por Nancy Olivera*. Compartimos el artículo en homenaje a la escritora Yedelmira Viltes, quien recientemente partió a la casa de lo Infinito, aunque también se quedó en sus versos y escritos para siempre.
Morir en primavera cuando toda la naturaleza está renaciendo, debe ser, para un poeta como Deye un precioso regalo. La poeta, la maestra, la amiga, la madre, la esposa, la integrante de muchas comisiones de la iglesia, del barrio, de la cultura, de bibliotecas, ha muerto, en primavera. Pero, su muerte no significa el fin de su vida de poeta; por el contrario, Yedelmira Viltes o simplemente Deye ha renacido hace unos días atrás, precisamente un viernes 15 de noviembre a la tardecita, como ella solía decir.
Se fue deseando volver a su jardín para ver y disfrutar de sus plantas, sus árboles, sus flores a los que les regaló innumerables poemas. Su cuerpo será polvo; su espíritu vagará por los paisajes que admiraba.
Ella definía su poesía del siguiente modo: “Mi poesía canta al paisaje de las yungas, al amor y a la sencillez de lo vivido”. Y también decía de su lugar de nacimiento y vida, Libertador General San Martín, en Ledesma, provincia de Jujuy:
“Es un alarido verde / espiral sonoro./
Torbellino musical / de mi pueblo/
que juega entre el azahar / y la carbonilla”
El poeta es poesía viva cuando su cuerpo desaparece. Es palabra, es emoción, es esencia vital que nos deja a su paso por el mundo aquel que ha sabido ver lo que muchos pasan por alto y ha tenido la humildad de agradecer lo bello de estar vivo. Deye lo expresaba así:
Gracias, Señor
Por los trigales dorados y prietos
Por el olor a pan casero
Por los rostros sufrientes.
Gracias, Señor
Por las flores del sendero
por el perfume a naranjas
por dientecillos blancos de sus ramas
bebiendo las bondades de tus manos llenas.
Gracias, Señor por haberme llamado
A decirte ¡Gracias!
Gracias, Señor
Por lo pájaros que sobrevuelan este mar
Y planean sobre mí
Y dejan a este barco
Llegar a puerto.
Los transcriptos son poemas del único libro que logró publicar con mucho esfuerzo y con la esperanza de vencer al tiempo, Entre la piel y la luz, publicado en 2015, en Jujuy, por Apóstrofe Ed. En el libro, los poemas muestran la infinita sensibilidad de una persona querida y respetada por grandes y chicos, por ricos y pobres, es decir, por todo aquel que tuvo el placer de conocerla y ser su amigo. Muchos de sus escritos, circulan en innumerables antologías.
Los premios recibidos hablan de su gran estilo literario.
• 1967, 2º premio poesía, Juegos Florales quebradeños.
• 1979, mención especial Certamen poético Año Internacional del niño y la familia. Consejo Gral. De Educación Jujuy.
• 1991, 1º premio poesía – Concurso Prov. Martín Raúl Galán
• 1992, 1º premio poesía – Centro cultural y deportivo Ing. Herminio Arrieta.
• 2014, 1º premio región Yungas Concurso Prov. de poesía Nestor Groppa, Secretaría de Cultura de Jujuy.
Por ello, no es casualidad que las páginas del Facebook de muchos grupos literarios como GRADA (Grupo amigos del arte), del cual era su vicepresidente, Ahora o Nunca, SADE, filial Jujuy, Asociación sanmartiniana de L.G.S.M, de los que era miembro, Bibliotecas, como la Bartolomé Mitre de la cual era su vicepresidente o Marcelino Champagnan, de cual formaba parte de su comisión, así como de sus muchísimos amigos hayan explotado en saludos y bellos mensajes.
Quedaron muchos poemas inéditos en su computadora, será cuestión cumplir su deseo de editarlos en un libro póstumo, según el compromiso de honor que han asumido sus hijos.
José, María Inés y Emilia han de estar orgullosos de la madre que tuvieron, de los logros adquiridos y del cariño que Deye supo sembrar en sus estudiantes de primaria y secundaria de las escuelas por donde plantó su fértil palabra de poeta, la Escuela Estanislao Soler, de la cual fue su directora; el colegio José María Paz, por dar algunos ejemplos.
Siempre recuerdo lo que escribió Richard Bach en su libro Ilusiones:
Lo que la oruga interpreta
como fin del mundo
es lo que su dueño denomina
mariposa.
Deye ya es mariposa y yo le digo:
Amiga, Deye, muy querida:
Te extrañaré hasta el infinito.
En ese preciso instante pesaroso
de desasosiego e impotencia,
leeré tus versos,
miraré tus flores,
disfrutaré de tus paisajes,
percibiré la frescura de tu alegría
y te encontraré, a mi lado,
con esa dulce sonrisa de siempre.
*Docente y escritora. Artículo especial para Letras de Fuego, de Diario Cuarto Poder.