Independiente tuvo una cita con su historia y se vistió de gala como en sus mejores épocas: en el mítico Estadio Maracaná, el equipo conducido por Ariel Holan igualó 1-1 ante Flamengo y, haciendo valer el 2-1 en el duelo de ida, se consagró campeón de la Copa Sudamericana 2017. Lucas Paquetá había abierto el marcador para el local, pero Ezequiel Barco anotó el empate y le dio la posibilidad al “Rojo” de repetir el título que había obtenido en 2010.
Fue merecida la consagración de Independiente. Porque respetó un estilo, porque terminó marcando diferencia en cada una de las series (ganó diez de los 12 partidos), porque incluso en la final, ante un clima hostil, en ningún momento abandonó una postura ni se dejó arrollar por la efervescencia que contagió el público brasileño. Incluso pudo haber ganado en el Maracaná y no hubiera sido para nada injusto. Señales de un conjunto convencido, que no apeló al azar para dar la vuelta olímpica.
Fue más Independiente en los 180 minutos. En la primera etapa, supo plantarse, más allá que de a ratos ofreció dos caras. Cuando logró hacer pie en la mitad de cancha y poner a sus descarados gambeteadores de frente a los hombres más pesados del “Fla”, contuvo el apetito ofensivo que contagió el Maracaná y puso en aprietos al conjunto de Reinaldo Rueda. Emmanuel Gigliotti supo aguantar y pivotear con presteza, y Meza y Barco resultaron aguijones cada vez que decidieron encarar.
Al mismo tiempo, en muchas transiciones, Flamengo encontró espacios amplios entre el medio y la defensa. En dichas ocasiones, lanzó un pelotón de hombres en ataque, comandados por la experiencia de Diego (ex Santos y Atlético Madrid) y con el movedizo Paquetá como hombre más preocupante, por la derecha, sometiendo a Tagliafico y Amorebieta.
Con esos dos partidos en uno, ambos equipos tuvieron situaciones para anotar. Asustó primero y más fuerte el equipo brasileño, con el mano a mano de Éverton en el que Campaña se jugó el cuerpo. También pudo ser de Meza, pero se topó con la humanidad del arquero local cuando quiso hallar el hueco para definir. Tuvo que combinarse una doble pifia (Tagliafico, que no toca el balón, y Domingo, que no llega a rechazar) para que Flamengo abriera el marcador a través del solitario Paquetá. El dorsal 29 a los 29 minutos de juego puso el 1-0.
Pero el “Rojo” no se desinfló en desventaja. A los 36′, Meza no claudicó ante un pase largo y Gustavo Cuéllar forzó el tropiezo. El árbitro Wilmar Roldán solicitó la sistencia del VAR, que corroboró la sanción del penal. Y Ezequiel Barco explicó, con su aplomo y talento en la ejecución cruzada, por qué desde la MLS quieren pagar más de 15 millones de dólares por su ficha.
El inicio del segundo tiempo acentuó el ida y vuelta. Entre el vértigo y la ansiedad del Flamengo y los intentos individuales de Independiente dejaron un partido sin mediocampo. La tendencia se maximizó con el ingreso de Vinicius en el conjunto local. Pudo poner el 2-1 el intratable Paquetá, a los dos minutos, tras un unipersonal que frenó Campaña. Mereció gritar Gigliotti a los 13: robó la pelota cerca de la mitad de cancha, se la tiró larga a un defensor a pura potencia y se la picó al arquero César. Barco dejó pasar y Trauco la sacó en la línea.
En la medida en que el cronómetro fue corriendo, la desesperación del local se fue incrementando. Y eso coincidió con la sabiduría de varios jugadores de Independiente, que empezaron a leer por dónde debían jugar el encuentro. En lugar de disparar en todas las acciones para buscar la jugada individual ante las grietas adversarias, fueron regulando, juntando botines sensibles y lastimando más en bloque. Flamengo buscó los penales con empuje, a los empellones. Apenas si con un intento postrero de Réver consiguió llevar algo de zozobra. A esa altura, Independiente, interiormente, ya sabía que la mística internacional lo protegía. Respetando la identidad histórica, volvió a hacer historia.
Así, el Rojo alzó la 17ª corona internacional en sus 113 ños e igualó la línea del Barcelona de España, quedando a una copa de igualar a Boca y Milan.
Cabe destacar que además logró el acceso a otras dos finales internacionales: la Recopa Sudamericana ante el Gremio y la Suruga Bank contra el Cerezo Osaka. Como para seguir demostrando que la mística copera está de vuelta.