El hecho sucedió el jueves 11 de marzo y fue denunciado ante el INADI por el tío de uno de los menores. “Les prohibieron el acceso, los increparon y los interrogaron durante quince minutos”, figura en la presentación. El relato del denunciante y la respuesta de las autoridades acusadas de discriminación.
“Tío, me vengo a cambiar porque no me dejaron entrar”, le dijo Valentín a Luciano antes de dirigirse a su cuarto. Lo acompañaba su amigo Santino. Los dos tienen doce años y habían salido de la casa diez minutos antes. Valentín vestía una remera roja, un pantalón corto gris y unas zapatillas oscuras. Santino lucía una camiseta tipo batik, un short azul y ojotas blancas. Habían caminado dos cuadras hasta el Portal Patagonia Shopping, un centro comercial de la capital de Neuquén. Se acercaron a la puerta de acceso al estacionamiento ubicada sobre la avenida Cornelio Saavedra. No ingresaron al establecimiento y volvieron al hogar.
A presentar una queja
“¡¿Qué?!”, le respondió Luciano, con un principio de indignación, mientras los chicos se disponían a cambiarse la ropa. Diez minutos antes, él les había dado menos de 300 pesos porque querían ir a tomar un helado al shopping. Y fueron. Y caminaron esos 200 metros que separan la casa del acceso al edificio. Y en la entrada les dijeron que no, que no podían entrar, que eran amigos de Iván, que se parecían a Iván, que los trapitos no entran, que se vayan.
“No se cambian nada, van a ir con la misma ropa”, ordenó Luciano, subido en cólera. Les preguntó exactamente cuáles fueron los argumentos de quienes les impidieron el ingreso. El tío de uno de los menores contó que los encargados de seguridad de la empresa SEI los asociaron a un tal Iván, un trapito de alrededor de 20 años que trabaja en las inmediaciones del centro comercial. Según el relato de Luciano Magallanes, enfermero de 26 años, les dijeron: “Acá no entran los trapitos porque vienen a hacer quilombo. ¿Vos no serás amigo de los trapitos, no estarás limpiando vidrios? ‘Miren cómo están vestidos, ustedes son trapitos, ¿qué quieren hacer acá?”.
Mal momento
Los dos chicos se quedaron estupefactos, temorosos, vulnerables. Los demoraron durante quince minutos. Los encargados de la seguridad convocaron a los supervisores. Los interrogaron. Los “liberaron”. Volvieron con la intención de cambiarse la ropa y de regresar al shopping a tomarse el helado. Habían naturalizado la situación. Cuando Luciano les exigió que no se cambiaran y que lo acompañaran a confrontar con quienes les habían prohibido el acceso, comprendieron la dimensión del hecho: un acto discriminatorio profundamente repudiable.
Se hicieron humo
“Cuando llegamos, los responsables habían desaparecido, no había gerentes ni personal jerárquico. No tenía con quién hablar. Pero los nenes estaban conmigo, me dijeron quiénes habían sido. Uno de los de seguridad me reconoció que le habían negado la entrada. ‘Entendeme, mirá cómo vinieron vestidos. Después, cuando nos dimos cuenta que no eran trapitos, los dejamos ahí y ni siquiera se movieron’”, relató. Contó que primero le dijeron que no estaban los supervisores y que media hora después llegaron los supervisores. Pidió asentar la denuncia en el libro de queja del shopping y le entregaron una hoja individual para que declare lo sucedido. “Yo te estoy ayudando a vos”, le explicó uno de los encargados. Finalmente, cuando la tensión se disipó, le facilitaron el cuaderno formal donde escribió el reclamo, estampó la firmó, labró el acta y le sacó una foto. Finalmente, se fue con Daiana Posse y Maximiliano Ramos, otros dos adultos que los acompañaron a dialogar con las autoridades, Valentín y Santino a tomarse un helado.
Estigmatización
“Cuando salíamos, el de seguridad se me acercó y me preguntó si los chicos me habían dado su nombre”, agregó Luciano. Interpretó que estaban tratando de esconder las responsabilidades individuales del presunto acto de estigmatización. “No es mi intención que nadie pierda su laburo, pero esto no puede volver a pasar. Tiene que quedar establecido un antecedente”, razonó. Por eso, además de dejar instituido su reclamo en el libro de actas interno y de difundir su indignación en sus redes sociales, realizó la denuncia formal ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo -INADI-.
El hecho ocurrió el jueves 11 de marzo a las tres de la tarde. La noche de ese mismo día publicó en su cuenta de Facebook una carta con el título “Los trapitos” en la que relató los hechos: “Llegaron al acceso del Portal, donde se encuentran con el personal de seguridad de la empresa SEI, quienes sostienen que no puede ingresar porque son trapitos, denigrando a los actores sociales a los que hace referencia. (…) No solo los increpan, les prohíben la entrada y los interrogan tres sujetos de personal de seguridad de la empresa”. En la publicación también anunciaba que elevaría un acta ante el INADI.
Lavarse las manos
Lo hizo, finalmente, el miércoles 17 de marzo. Le costó redactar la denuncia. El formulario pide “describir de forma clara y precisa los hechos denunciados”. Y para él, que ya había padecido situaciones de discriminación por ser homosexual y que había preferido no denunciar, no le fue sencillo profundizar en una situación que calificó de aberrante. “Hoy, con 26 años, me puedo defender, pero una persona que tiene 12 es muy difícil que pueda alzar la voz”, expresó. Su sobrino, de hecho, no quería que el hecho se difundiera porque intuía que lo iban a cargar: tenía miedo que le dijeran que era un “trapito”. “Le pedí que no se detuviera en eso: porque ser trapito no tiene nada de malo y para que piense en que no le va a volver a pasar a ningún otro chico”, narró Luciano.
Argumentos rebuscados
Un alto directivo de la compañía de seguridad SEI argumentó que la negativa se redujo a que el centro comercial no tiene permitido el ingreso de menores solos. La restricción sucedió al momento de aplicación del protocolo por covid-19, mientras los agentes controlaban la fiebre y hacen preguntas de rigor sanitario. “Quisieron entrar y no los dejaron”, simplificó. Dijo que minutos después se presentó una persona mayor que insultó al guardia y que el fundamentos de “los trapitos” es mentira, “un invento”. Este medio también intentó comunicarse telefónicamente, por mail y a través de las redes sociales con el Portal Patagonia Shopping para cotejar lo sucedido y para saber si, efectivamente, los menores de 18 años tienen prohibido el ingreso si no están acompañados por un adulto. Hasta la publicación de este artículo no recibió respuesta.
Denuncia en el INADI
Santiago Nogueira, delegado del INADI en Neuquén, ratificó en diálogo con este medio la recepción de la denuncia. Se había comunicado con Luciano desde la viralización de su relato en redes sociales en concepto de asesoramiento e instrucción. El funcionario comentó que las denuncias a comercios son pocas y que las presentaciones se concentran en la negación de tratamientos de las obras sociales, en la discriminación en el ámbito laboral y en los actos que perjudican a integrantes del colectivo LGTBI. Planteó, a su vez, la posibilidad de practicar cursos con las empresas para erradicar este tipo de actitudes discriminatorias. “Nos comunicamos nuevamente con el tío de los chicos, acordamos contactarnos con la empresa de vigilancia a la que le comunicaremos la denuncia y veremos de hacer una audiencia donde la empresa pida disculpas y le ofreceremos la posibilidad de hacer una capacitación en discriminación. Si la empresa no acepta el expediente, sigue su curso hasta llegar a un dictamen de INADI”, informó.
fuente: infobae