La baja de la inflación, más rápida de lo previsto según el consenso de los analistas y el propio Gobierno, trae aparejado nuevas dudas, tal vez bienvenidas, pero dudas al fin.
La primera de ellas es, si tal como como ahora luce probable, en abril la inflación perfora 10% a pesar del ajuste de tarifas, es decir, baja a un dígito, cuánto tiempo tardará y, sobre todo, qué será necesario, para que la inflación alcance un dígito bajo. En el Gobierno creen que eso se logrará hacia fin de año, cuando el IPC marque un dato entre 2% y 3% mensual. Los privados, en cambio tienen dudas.
En otras palabras, se consolida la expectativa de que la inflación se ubicará en abril o marzo en un dígito, pero que eso será claramente en un dígito alto, entre el 7% y 9% mensual. Ese resultado promisorio se habrá alcanzado en un contexto de fuerte recesión, con caída estrepitosa del salario (19% en términos reales desde diciembre) y por ende un derrumbe del consumo.
Sin embargo, comienza a extenderse entre los consultores y economistas del mercado la presunción, basada en datos todavía preliminares, que la actividad económica ya tocó su piso y, eventualmente, también a partir de los próximos meses un proceso de recuperación. Cómo se conjugarán las variables inflación versus crecimiento es una de las tantas inquietudes que presenta a mediano plazo el plan de estabilización puesto en marcha por el ministro de Economía, Luis Caputo.
Relación entre inflación y recesión
El economista Fernando Marull analizó la relación entre inflación y recesión y, eventualmente, entre inflación y crecimiento. “El 11% no es para festejar, pero es relativamente bueno en el sentido de lo esperado. En diciembre se esperaba para estos cuatro meses un total de 116 ó 120 puntos, la inflación viene siendo menor de lo esperado y la recesión es más fuerte de lo esperado también, hay una relación indirecta”, advirtió el economista quien, de todos modos, descartó que la reactivación conlleve necesariamente un repunte del nivel de suba de precios.
fuente: infobae