Cuando comenzaba el fin de semana que acabamos de dejar atrás, un vecino de Alderetes se percató de que había un bulto en la galería de una casa cercana. Alarmado, se aproximó hasta confirmar que estaba ante un objeto cubierto con una frazada de color gris.
Armándose de coraje ante la peor de las sospechas, se atrevió a levantar la manta y se dio el cadáver del dueño de la casa. De inmediato se alejó del lugar y puso sobre aviso del hallazgo a la Policía, en cuyo ámbito se inició una pesquisa para tratar de aclarar el misterio que los vecinos del lugar llamaron “El crimen de la ladrillera”.
En pocos minutos, el lugar, en avenida Independencia al 2.500, se colmó de policías, peritos del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) y funcionarios de la fiscalía de Homicidios que encabeza Carlos Sale.
No es un ámbito desconocido para los investigadores, ya que las ladrilleras de la zona fueron en su momento escenario de varios episodios sórdidos, siendo el más recordado la desaparición y crimen de la adolescente Daiana Garnica, ocurrido en mayo de 2017, que terminó con la condena a prisión perpetua de Darío Suárez, en 2023.
La víctima de este último episodio fue identificada como Antonio “Cata” Olivera (63), quien era el único residente de la vivienda. Los peritos que relevaron el lugar dieron a conocer dos detalles: primero, que el hombre había recibido varios golpes y que al parecer, lo ahorcaron hasta matarlo; y que tenía lesiones defensivas, o sea que se opuso todo lo que pudo a quien o quienes finalmente, le quitaron la vida.
El problema que complicó a los investigadores es la ausencia de testigos que hayan viso u oído algo, ya que los moradores de la zona dijeron que al estar distanciadas las viviendas poco pueden saber. Sí aclararon que el lugar está lleno de perros que suelen ladrar mucho cuando advierten algo raro, pero eso no sucedió el jueves por la noche.
Efectivos de Homicidios, al mando de José Montero, Susana Monteros y Miguel Carabajal, se enteraron de que la víctima acostumbraba a recibir visitas nocturnas y que era habitual verlos consumir grandes cantidades de bebidas alcohólicas.
Lo que determinaron los peritos hasta ahora es que “Cata” fue atacado por dos o más personas, ya que era un hombre fornido y estaba acostumbrado a realizar tareas pesadas; que antes de la mortal agresión habría recibido a sus agresores, que eran conocidos, y por lo que los perros no ladraron; y que no fue un crimen con fines de robo, ya que las pocas cosas de valor que poseía estaban en su lugar.
La pesquisa gira ahora en torno a la vida del fallecido, ya que se busca determinar quiénes eran las personas que solían visitarlo y si había afrontado algún problema con alguien en los últimos tiempos para establecer si ha sido víctima de una venganza.