Jamás imaginó Jorge Montenegro que aquella tarde del año ’93 marcaría un antes y un después en su vida. Salió a caminar por Belgrano para despejar la mente, a tan solo tres finales de recibirse de Licenciado en Geología, cuando vio un perro abandonado de pocos días de vida, esquivando autos en la esquina de Roosevelt y Ciudad de la Paz. Lo rescató, lo llevó a su casa y le puso Pampita.
Fue una decisión que no había tomado previamente, una decisión que cambiaría todo para siempre. Se interesó tanto por el mundo de los perros que dejó la carrera y comenzó a trabajar como paseador. Sus amigos y conocidos no tardaron en apodarlo Pampita, seudónimo que lleva con orgullo hasta el día de hoy.
Cinco crías tuvo el perro; dos de ellas se convertirían en estrellas de la televisión. A una le puso Betún, por la mascota que le habían regalado durante su infancia en Pirovano, un pueblo en el partido de Bolívar. Era un perro “insoportable, de esos que te destruyen hasta el matrimonio”, cuenta Pampita Montenegro. Por eso empezó a instruirse en el entrenamiento canino: nunca lo hizo de manera profesional -aunque por aquellos años tampoco había demasiadas opciones-, sino que es un autodidacta: “Cada vez que salía un libro nuevo sobre entrenamiento de perros lo compraba. Me empecé a apasionar, alquilaba películas, veía lo que hacían e intentaba imitarlo con Betún. Encontré la verdadera razón por la que dejé la carrera a tan poco de recibirme: quería un perro para trabajar en publicidad, en televisión y cine”.
Los perros empezaron a tener sus primeras apariciones en publicidades y Betún consiguió reconocimiento en el medio por su estelar actuación en una propaganda de una empresa de telecomuniaciones. Luego llegaron las propuestas para hacer películas: Bajo Bandera, de Juan José Jusid, La nube, de Pino Solanas, y El día que me amen, de Daniel Barone (algunos años más tarde llegarían No sos vos soy yo y Todos tenemos un plan). Las posibilidades se acrecentaron después de la crisis del 2001, con la llegada de mega producciones norteamericanas que aprovechaban la ocasión para rodar en el país.
Asimismo, Pampita se esforzaba por perfeccionar sus habilidades como entrenador. Casualidad para unos, mandato del destino para otros, empezó a pasear los perros de sus nuevos vecinos de Escobar, Diego Peretti y Alejandro Fiore, que estaban trabajando en la primera temporada de la serie Los Simuladores.
“Trabajar en el mundo de la televisión era una cuenta pendiente para mí. Entonces se me ocurrió escribir un guión en el que mi perro era el protagonista. Se llamaba Can-a, donde Betún era un callejero que ayudaba a investigar un secuestro y realizaba todo tipo cosas que realmente era capaz de hacer. Le llevé el guión a Fiore, con quien tenía cierta amistad. Él no sabía que, además de paseador, era entrenador de perros: ‘¡¿En serio tu perro puede hacer todas esas cosas que dice en el guión?!’, me preguntó”.
Vida y obra canina. Damián Szifrón quería que la mascota de Pablo Lamponne fuese un ovejero alemán. “Si no es este perro, olvidate”, le dijo Pampita, convenciendo al director sin problemas y logrando, de esta manera, que Betún se convirtiera en una de las novedades de la segunda temporada de la exitosa serie de Telefe.
Según Pampita, el papel de Betún se iba modificando capítulo a capítulo y se escribían los guiones “casi a medida” del perro. Para que el animal no perdiera la concentración, no trabajaba más de seis horas por día, con treinta minutos de descanso cada dos horas: “Nunca tuvimos ni un solo problema. Los perros aman hacer su trabajo, eso que se dice que ‘lo hacen por obligación’ es un mito. En realidad, para eso nació el perro: para estar al lado del hombre y ayudarlo”.
Pampita fue contactado por la producción de VideoMatch y Betún protagonizó el sketch Día de Perros y la broma Betún Toquetón, donde hacía enfurecer a desprevenidas parejas que tomaban sol al aire libre: “Tengo que guardar secreto profesional pero tengo que aclarar algo: la gente se calentaba y se enojaba mucho (en esos sketches), pero mi perro nunca estuvo en peligro…” Luego lo convocaron para participar de un tira que se llamaba Paraíso Rock, por Canal 9.
Fue en ese momento que Gastón Smith, productor de fats que previamente había estado en Los Simuladores, solicita los servicios de Betún para interpretar a Fatiga, la dormilona mascota de los Argento. Como el consagrado perro ya tenía un compromiso laboral, Pampita recomendó a su hermana, Violeta. “Me dijeron que necesitaban a un macho, pero yo les avisé: ‘Nadie se va a enterar de que es hembra a menos que lo digamos’. El personaje se crea por el nombre y por lo que dice el guión, no por el sexo del animal que, en todo caso, lo disfrazás de un montón de maneras. Además, para la historia va a ser una perlita que el perro que todos pensaban que era macho en realidad era hembra. Y así fue, nadie se dio cuenta”.
De esta manera, la hermana de la estrella pasó a ser pieza principal de la recordada comedia Casados con Hijos, logrando una popularidad y un reconocimiento aún mayor que Betún.
Legado de cuatro patas. “Tengo un agradecimiento eterno por estos perros. No me dieron tantos recursos, pero me dieron una vida y me ayudaron a construir una familia. Se criaron junto a mis hijos y me gané la vida trabajando con ellos. Cuando se empezaron a ir, si bien seguí trabajando de lo mismo, para mí no fue lo mismo. Comencé un duelo que todavía hoy sigo teniendo. Traigo una inercia de muchísimo conocimiento y amor por los perros pero lo que viví con ellos no creo que lo vaya a repetir nunca más”, cuenta muy emocionado.
El desenlace de la vida de Violeta, a los nueve años, fue trágico. Según recuerda, después de que la castraran, la perra trasladó su instinto maternal hacia los hijos de Pampita y sufría cada vez que ellos se iban de la casa. “Es el día de hoy que no entiendo qué pasó, qué se le metió dentro de la cabeza a esa perra para irse a la ruta donde la atropellaron. Fue un accidente pelotudo, sin sentido…”
Por su parte, Betún, con once años de vida y una extensa trayectoria como perro de películas, publicidades y series de televisión, falleció a causa de un tumor en el hígado.
“Me dejaron descendientes. Me ocupé de seguir el linaje de aquella primera perra, Pampita, y ya tengo su sexta generación: un perro que se llama Sioux”, cuenta, orgulloso, el entrenador.
El mejor amigo del perro
Pampita Montenegro les brinda asilo a perros que fueron atropellados o abandonados, o simplemente a aquellos que encuentra en la calle, además de la pensión para canes con la que trabaja en su hogar. Actualmente, entre sus propias mascotas y a las que les da una mano, tiene 21 canes.
Tiene su propia columna en el ciclo radial La semana que viene y hace años brinda un seminario para perros de actuación. Son dos días de teoría y, al tercero, los participantes y sus mascotas filman escenas con cámaras, luces y guiones. Como en una verdadera película. Además, está escribiendo un libro titulado El mejor entrenador.
“Hace dos años hice un seminario de sanación espiritual y empecé a creer que en general las cosas que nos pasan en la vida, las buenas y las malas, ocurren por una razón que es muy elevada. Pude unir eso con mi pasión por los perros y empecé a darme cuenta de que muchas veces, cuando un perro llega a la vida de una persona, lo hace por una razón. Por eso, en el libro planteo que los problemas de comportamiento de los perros no deben ser tomados como un problema, sino como una oportunidad de cambio para las personas. El perro viene a entrenarte a vos, y no vos al perro”.