El ex intendente de Yerba Buena organizó un acto para lanzar la candidatura a gobernador 2019 del actual senador nacional mientras en el sur de la provincia miles de tucumanos sufrían las inundaciones más fuertes de las últimas décadas. La alicaída imagen del actual intendente Mariano Campero lo habría envalentonado.
Anticipación que le dicen. El ex intendente de Yerba Buena, el alperovichista Daniel Toledo, hizo gala de su obsecuencia hacia su conductor político, José Alperovich, al lanzar en un acto la candidatura de éste como próximo gobernador de la provincia.
Muchos consideraron que el gesto de Toledo tenía demasiada anticipación, pero lo cierto es que no se concretó en el mejor momento, teniendo en cuenta las tremendas inundaciones que azotan vastas zonas del interior provincial. El acto tuvo lugar justamente cuando miles de tucumanos tenían que dejar sus hogares, como consecuencia directa del avance de las aguas sobre sus viviendas.
El entorno del ex titular del Ejecutivo yerbabuenense, reconoció que no fue la decisión más feliz, porque ni siquiera el propio Alperovich, quien sabe realizar valoraciones sobre los actos políticos, se mostró satisfecho con el gesto de adulación de Toledo, quien perdió las últimas elecciones a manos de Campero.
Sin embargo, se atribuyó el apresuramiento de Toledo a la actual imagen negativa que tiene el joven intendente, quien llegó a la gestión municipal de la “Ciudad Jardín” representando el cambio y que incurrió en los mismos errores que le reprochaba a su antecesor: el nepotismo, con el nombramiento de parientes cercanos; la falta de comunicación y de rendición de cuentas ante el Concejo Deliberante; la contratación directa de obras públicas y servicios diversos, sin la correspondiente autorización e incluso superando los montos topes fijados por ordenanza; el cobro indebido de tributos a los vecinos y diversos escándalos que han mellado la imagen del representante del Acuerdo para el Bicentenario (ApB).
Esa sensación de desencanto de los vecinos de Yerba Buena hizo que muchos de ellos encontraran sus actos parecidos a los de su antecesor y lo bautizarán “Toledito”.
Ese descrédito quiso ser aprovechado por Toledo, quien no pudo capitalizar en el acto organizado para adular a Alperovich, una concurrencia masiva; aunque desmostró que le quedan algunos seguidores. Sin embargo, esa estructura residual no le garantizaría el retorno a la intendencia y menos de su mentor Sisto Terán, quien se diluyó en su cargo de colaborador del Gobierno provincial, en el que no tiene la exposición de la que gozaba cuando era legislador tucumano.
Toledo y Terán, en Yerba Buena, representan el alperovichismo residual. Sería dificil su reposicionamiento, a pesar del intenso desgaste que representa la imagen del joven Campero, quien en poco más de un año de gestión dilapidó el gran caudal de confianza con el que había llegado al gobierno de esa progresista ciudad.
Del mismo lado
Una de las promesas de campaña que decepcionó a muchos de los vecinos de Yerba Buena, fue la de demoler las torres construidas en abierta violación al código de planeamiento urbano por parte de la empresa Alperovich Group SA. No sólo que Campero no las demolió sino que hizo una concesión en la que la citada firma, perteneciente a la familia del ex gobernador y actual senador José Alperovich, con sólo pavimentar un camino que conduce a un country, saldaría las multas que pesaban sobre ella e incluso le quedaría saldo a favor para afrontar futuros compromisos tributarios con el municipio de la “Ciudad Jardín”.
Esa graciosa concesión, que habría llegado de la mano de un acuerdo secreto entre Cano y Alperovich, puso a Campero en el mismo bando que Toledo y Terán.
Por lo pronto, la jugada de pizarrón que preparaba Toledo para quedar bien con Alperovich, no le salió bien, porque no analizó diversar variables. Al punto que tanto él como el senador nacional quedaron en “off side”, hablando en lenguaje futbolero. El partido definitorio, sin embargo, se jugará en 2019 y todo tendrá que ver con la memoria del electorado.