En Washington consideran que ya están dadas las condiciones económicas y financieras necesarias para lograr un deal que evite un juicio por default en los tribunales de Manhattan.

Un juego sutil de consejos diplomáticos y ejercicio del poder global estudia protagonizar la Casa Blanca para lograr que el Gobierno y los acreedores privados cierren un acuerdo de reestructuración de la deuda externa que evite un juicio multimillonario por default en los tribunales de Nueva York.

Diferencias pero…

Donald Trump tiene profundas diferencias ideológicas con Alberto Fernández -y viceversa-, pero su administración republicana apuesta a un deal exitoso con los fondos de inversión para esquivar también la posibilidad de una crisis financiera, económica y política que conmueva al gobierno peronista.

El Presidente de los Estados Unidos considera a su colega argentino una vía de comunicación oficial y extraoficial con Nicolás Maduro, y asume que China multiplicará su influencia regional si como consecuencia de un eventual default, la Casa Rosada solicita un rescate financiero a Xi Jinping a través de una nueva ampliación del swap chino que ya está en una cifra cercana a los 20.000 millones de dólares.

El caso Venezuela

Alberto Fernández ya probó su llegada al régimen populista de Venezuela cuando logró “blanquear” la detención ilegal de seis empresarios norteamericanos a pedido de Trump, y además demostró su relación con Xi cuando se mostró proclive a permitir la tecnología de 5 Generación de la empresa Huawei en la Argentina, y a autorizar volúmenes de intercambio comercial que sorprenden a nivel regional.

En la Casa Blanca, el cálculo geopolítico es simple de formular: si Alberto Fernández logra cierta estabilidad económica, el auxilio chino pierde eficacia. Y si ello ocurre, instalado en el centro y equidistante de Cristina Fernández de Kirchner, el Presidente argentino puede jugar un papel de liderazgo en la posible transición democrática de Venezuela.

No hay una pizca de afinidad ideológica, ni empatía personal entre Trump y Alberto Fernández. Pero cada uno en su andarivel geopolítico, se necesitan para navegar una coyuntura global que está condicionada por los efectos económicos y sociales del COVID-19.

fuente: infobae

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