“En el barrio está todo tranquilo: no hay robos, ni tiros, ni usurpaciones al menos en esta zona. En el grupo de WhatsApp de vecinos tampoco ponen nada. Los niños están volviendo a jugar en las calles, podemos transitar libremente. No hay nadie que nos ataque”. La frase, inusual por estos días en la periferia de San Miguel de Tucumán, fue dicha por una de las víctimas en la audiencia judicial en la que se puso tras las rejas a tres integrantes del clan Contreras, la banda que sumía en el terror al sureste de la capital.
Una investigación desarrollada por el fiscal Diego López Ávila, con el aporte del Equipo Científico de Investigación Fiscal, determinaron que los Contreras, una familia, radicada en el barrio Alejandro Heredia, estaban implicados en por lo menos medio centenar de los delitos registrados en esa zona en los últimos tiempos.
Los pesquisas descubrieron que entre enero y noviembre del año pasado fueron reportados en 47 oportunidades por diferentes ilícitos, entre los que sobresalen robos y amenazas con armas de fuego.
“Este núcleo familiar se mueve en grupo, son reconocidos por los vecinos por sus tendencias conflictivas y violentas, lo cual genera un gran malestar social en el barrio. Hasta el momento no se conoce una actividad laboral de los miembros de la familia. Sin embargo, mediante la reunión de información se conoció que los hombres son changarines y las mujeres no presentan actividad comercial alguna; son amas de casa”, detallaron.
Las víctimas de ocho diferentes casos, registrados entre diciembre de 2022 y el 10 de febrero de este año, optaron por colaborar con los investigadores y entregaron las pruebas para que fueran procesados José “Pelao”, Sebastián y Cristian “El Rengo” Contreras.
El temor que los invadía de sufrir represalias quedó en claro con la actitud de una mujer que después de enterarse de que uno de los imputados había sido aprehendido, acudió ante las autoridades para avisar que “El Pelao” había herido a su hijo de varios disparos para robarle la moto.
La hermana de una de las víctimas del grupo difundió una publicación en Facebook apuntando a uno de los integrantes del clan Contreras como autor del hecho. La respuesta recibida por parte del acusado fue casi inmediata: “sacá la denuncia o te mando a tu hermano en un cajón”.
El fiscal López Ávila citó a la joven para que expusiera oficialmente lo sucedido. “Para ser sincera, realmente no puedo salir. La gente de aquí vive así, no sale y cuando sale, lo hacen a las apuradas y siempre viven amenazados. Vivo cerca de los Contreras, me conocen y ellas me prometieron que me cortarían la cara por haberlos denunciado. Sé que son capaces de hacerlo”, expuso la joven cuyo nombre, por seguridad, se mantiene en reserva.
Las víctimas no sólo los apuntaron como autores del hecho, sino que develaron su modus operandi. Generalmente actuaban de noche y de a dos. A veces en motos y, cuando lo hacían a pie, esperaban a los transeúntes desprevenidos ocultos detrás de un poste o en una esquina.
Los Contreras también fueron denunciados por usurpar viviendas de los vecinos del barrio. El caso más conocido tuvo lugar el 9 de diciembre, cuando un hombre fue herido por “El Pelao” al tratar de ayudar a su tío que estaba siendo amenazado por los Contreras para que desocupara el inmueble en que vivía.
Después de haber sido detenidos y procesados, la fiscalía llegó a un acuerdo con la defensora Romina Campero para que el caso fuese cerrado a través de un juicio abreviado.
La auxiliar Paula Bellomío, con instrucciones del fiscal López Ávila, presentó detalladamente cada uno de los ocho casos por los que fueron imputados y las pruebas que tenían en su contra. Después de que los imputados aceptaron su responsabilidad en los hechos, el juez Bernardo L’Erario Babot, condenó al “Pelao” a 10 años de prisión y a Sebastián Contreras a ocho por robo agravado. Por último, “El Rengo” recibió una pena de tres años condicional por tenencia ilegal de arma de fuego.
“La verdad es que hubiéramos preferido otro acuerdo. Que no los lleven a la cárcel, sino que los saquen del barrio. Esas personas hicieron mucho daño durante muchísimo tiempo. Espero que ahora se den cuenta de que la Justicia está tras ellos y que no tienen margen para el error”, explicó Susana García, que vive a tres cuadras del domicilio del clan.
Marcos Fuentes también aportó lo suyo. “Esta familia es una desgracia. Durante años nos atacaron, nos robaron las cosas. Desgraciadamente, en su momento no tuve el valor para denunciarlos. Pero los vecinos, al ver que los habían detenido, nos dimos cuenta de que no eran impunes”, destacó.
“Con estos en la cárcel el barrio cambió. Estamos más tranquilos, espero que ellos también se calmen porque ya saben que no son intocables”, sentenció Fuentes.