Lo comunicaron en una carta dirigida personalmente al Sumo Pontífice luego de la 123° Asamblea Plenaria. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, viajará a Roma a fines de noviembre.
Luego de varios años de larga espera, finalmente el Papa Francisco podría visitar el país en 2024. Así se lo pidieron formalmente las autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) a través de una carta.
La misiva fue firmada por Monseñor Oscar Ojea, presidente de CEA, en la 123° Asamblea Plenaria de la entidad, que significó el último encuentro de los representantes de la Iglesia este año.
“Querido Papa Francisco: reunidos en la Asamblea Plenaria de los obispos, queremos expresarte nuestro deseo de que nos visites pronto. Así nos unimos al sentir de nuestro pueblo que desea encontrarse con su Pastor. A todos nos hará mucho bien tu cercanía y bendición en estos tiempos difíciles. Confiando en la posibilidad de que consideres concretar esta visita al país, te encomendamos a Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina”, dice la carta.
Esta invitación formal no es lo único que acerca al Sumo Pontífice a la Argentina. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, quien además trabaja en el Dicasterio para los Obispos en el Vaticano, una suerte de consejero del Papa, viajará a Roma el 28 de noviembre y se vería personalmente con Bergoglio. Desde la Iglesia aclararon que el viaje es algo que García Cuerva realiza con periodicidad, ya que debe ir a cumplir con sus tareas en Roma.
De acuerdo con lo que trascendió, si bien aún no hay una fecha definida, si finalmente avanzan las conversaciones, el Sumo Pontífice podría llegar a Buenos Aires en marzo del año próximo. Lo cierto es que no hay claridad absoluta sobre la fecha, pero en la Iglesia argentina esperan con ansías la confirmación.
La idea de que el Papa visite el país fue admitida por el mismo en una entrevista que brindó en agosto de este año. “Puedo confirmar que (Argentina) está en programa. Veremos si se puede hacer, una vez que pase el año electoral. Terminadas las elecciones, se puede hacer”, declaró, sin dar fechas concretas, en una entrevista publicada en la revista española Vida Nueva.
Los ataques de Javier Milei y dirigentes de La Libertad Avanza (LLA) a la figura de Francisco, hicieron que se ponga en pausa la coordinación del viaje. Tiempo atrás el economista había calificado al Sumo Pontífice como “el representante del maligno en la Tierra” y lo definió como un “jesuita que promueve el comunismo” y un “personaje impresentable y nefasto”.
Durante una entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson, la cual fue publicada en X, Milei acusó al Papa de tener una “fuerte injerencia en la política” y mostrar una “gran afinidad con dictadores como (Fidel) Castro o (Nicolás) Maduro”. Luego de todas esas expresiones, pidió disculpas y aclaró que en el caso de que venga, a Francisco se lo “iba a respetar no solo como jefe de Estado, sino como líder de la Iglesia Católica”.
En la Iglesia la idea que está instalada es que en el caso de que el Papa viaje a la Argentina, la visita tenga la menor influencia posible de la política y que pase por dos ejes concretos: el encuentro institucional que corresponde por ser jefe de Estado y, sobre todo, el encuentro entre Francisco y la sociedad. Mano a mano, sin intermediarios y en un contexto que no esté politizado.
Aunque nadie en la Iglesia va a decirlo públicamente, en las primeras líneas hay mucho temor ante un posible triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales. Piensan que un gobierno del estilo que propone podría generar aún más pobreza en la Argentina y romper la paz social en mil pedazos. No lo dicen porque saben que esas expresiones inclinarían la balanza hacia Sergio Massa y eso es justamente lo que quieren evitar.
Pero la postura pública de los obispos suele ser neutral para evitar favorecer a un dirigente político. Por eso hicieron ruido interno las expresiones del Padre Pepe Di Paola la semana pasada, cuando aseguró que “ninguna persona de fe puede inclinarse por una propuesta electoral” como la del candidato libertario, a la cual calificó de “anti-cristiana, anti-religiosa y anti-valores”.