Puede decirse que al paciente le bajó la fiebre, pero no se curó de la enfermedad. La escalada de los dólares alternativos al cepo al promediar octubre encendió alarmas en los despachos oficiales. Y la reacción del Gobierno no se hizo esperar, con efectos concretos para distender las presiones cambiarias.
Desde el récord de $195 para la venta, alcanzado el pasado 23 de octubre, el dólar libre retrocedió 38 pesos o 19,5%, mientras que la brecha con el oficial mayorista cedió del 150%, para quedar debajo del 100%, aún en el rango más elevado desde 1989, cuando se registró una histórica hiperinflación.
La crisis cambiaria continúa
El Banco Central sigue perdiendo reservas y la salida de depósitos no cesó, pero el Gobierno ganó tiempo y cambió el ánimo de los agentes del mercado, para encarar el cierre de un año muy negativo para la actividad económica.
La estrategia del ministro de Economía, Martín Guzmán, y del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, consistió en atacar por cinco flancos en simultáneo, con una eficacia palpable para empujar la baja del dólar en aquellos circuitos donde no rige el estricto control de cambios.
Colocación bonos
Una oferta atractiva para invertir en pesos a través de títulos públicos de corto plazo brindó a los inversores una opción por fuera del dólar, que en sus variantes bursátiles ya acumula un alza de 100% en 2020 que agota el horizonte de nuevas ganancias.
Tasas más competitivas
La mejora de los rendimientos en pesos contribuyó a apurar la toma de ganancias para los inversores posicionados de divisas. Vender los dólares que habían subido excesivamente y por encima de todo fundamento y regresar a posturas en pesos decantó en el desplome de las cotizaciones paralelas. En cuanto a los tipos de cambio implícitos en la Bolsa, subieron los precios en dólares -por una mayor demanda de activos argentinos en el exterior- y bajaron en pesos -por mayores liquidaciones en el mercado local-. Con esos pesos en mano, los inversores buscaron bonos del Tesoro.
Intervención indirecta
Como son segmentos del mercado ajenos al control de cambios, el Gobierno no puede intervenir en forma directa con ventas o compras de divisas para regular los precios, como sí hace el BCRA en el mercado mayorista. Pero puede actuar de forma indirecta.
La venta de bonos en cartera de entes públicos deprime los precios en pesos de estos títulos y al reducirse el dividendo, también se reduce el cociente, es decir las paridades de contado con liquidación y MEP, que resultan de dividir el valor en pesos por el valor en dólares de un mismo activo financiero.
Menos asistencia del BCRA al Tesoro
Puede definirse a este anuncio como una medida política, aunque con amplia proyección financiera. El Gobierno buscará financiarse por sí mismo para afrontar el déficit fiscal y reducirá los giros que recibe del BCRA, que en los hechos implican emisión de pesos sin respaldo. Una vez efectuado el gasto corriente, esta liquidez se trasvasa al mercado e incentiva la demanda de bienes, servicios y divisas, con consecuencias inflacionarias y devaluatorias.
Operación de futuros
El BCRA se mostró muy activo en la oferta de contratos de dólar a plazo, para marcar un sendero previsible de devaluación en los próximos meses y consistente con la inflación esperada.
“En conjunto, la emisión de títulos dólar linked con la participación del BCRA en el dólar futuro -actualmente tiene una posición vendida por más de USD 5.500 millones- implican una señal que apunta, sin dudas, a desactivar las expectativas de devaluación de corto a mediano plazo, toda vez que dicha acción lesionaría el balance del BCRA e implicaría la necesidad de acompañarse por un shock de emisión monetaria con las consecuencias en materia de espiralización inflacionaria que eso pueda conllevar”, explicó Brian Torchia, de PGK Consultores.
fuente: infobae