Cuando el cabo primero Omar Liborio se praparaba para ir al combate, el animal se cruzó en su camino y decidió llevarlo a la guerra. Tom está enterrado el las Islas y tiene un monumento en Ascensión.
Tom, era un perro sin raza pero que muchos ex combatientes no olvidarán jamás por la ayuda que les brindó durante el combate.
“Tom fue mi mejor amigo en Malvinas, ¡y yo… jamás olvido a mis amigos!” relata el ex combatiente Omar Liborio, que formó parte del Grupo de Artillería 101, quien además asegura que el perro “se comportó como un bravo artillero” durante las operaciones de combate.
Una situación fortuita había unido sus destinos y los había llevado a la guerra. Así lo recuerda Liborio: “cuando corría hacia el camión que esperaba afuera, junto a mis soldados y los equipos se me cruzó un perro de la base que habíamos criado desde cachorro y me hizo caer. De la bronca, lo tomé y le dije: ¡Estás jodiendo, entonces venís con nosotros a Malvinas y lo subí al camión!”.
Al principio debieron ocultarlo de los superiores pese qa que rápidamente se ganó el cariño de os soldados. Bolsos, camperas o sacos fueron el escondite en donde Tom como en juego se escondía.
Tras pasar unos días en Santa Cruz, Liborio junto a su perro partieron en un Hércules hacia las Islas Malvinas.
Allí Tom advertía a los soldados cuando el enemigo se acercaba pero aún estaba fuera del alcance del ojo humano. “Muchas veces su instinto canino presintió los bombardeos aéreos antes que se gritara la alarma, lo cual manifestaba con ladridos que ya conocíamos” recuerda Ligorio.
El cariño del animal también ayudaba en los momentos más difíciles a sobrellevar la situación. “Cuando tirábamos con la máxima cadencia de fuego hacia los británicos, él se paraba delante del cañón como el mejor de los combatientes; siempre ladraba y jugaba con aquél que estaba bajoneado en los momentos de calma para darle ánimo” agrega el e combatiente.
Pero trágico también fue el destino del héroe canino que murió en las Islas. Durante un bombardeo hubo varios heridos y entre ellos estuvo Tom.
“El humo y el olor a pólvora cubrieron el lugar. Como pudimos, heridos, buscamos a Tom y lo encontramos tendido sobre una piedra inmóvil, con sus grandes ojos negros mirándonos y despidiéndose lentamente de sus camaradas” recuerda Ligorio y agrega: “allí quedó para siempre nuestro cañón y el mejor testigo de esta guerra, nuestro querido perro Tom. Allá en la fría turba malvinera él es otro bastión argentino, junto a los soldados que dieron su vida por la Patria”.
Hace seis años Tom tiene un monumento en el pueblo bonaerense de Ascención.