El mensaje forma parte del saludo de fin de año de la Conferencia Episcopal Argentina en donde, además, se solicita dejar de lado “las agresiones, descalificaciones, y todo lo que ponga en riesgo la institucionalidad”.
“2023, un nosotros que nos incluya y hermane a todos”. Bajo este título, la Iglesia difundió un mensaje de fin de año en el que abogó por el “máximo respeto” a la Constitución Nacional en medio del conflicto entre el Gobierno y la ciudad de Buenos Aires por los fondos de la coparticipación, y solicitó alcanzar los consensos básicos que permitan superar los “problemas urgentes del país”.
A su vez, en el texto firmado por las autoridades de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina se sostiene que “es imprescindible superar la desmesura que nos lleva a agredir y descalificar a quienes no piensan como nosotros”. “La crisis que vivimos exige para este nuevo año 2023 no pensar solo en preservar los intereses personales, partidarios y electorales”, se agregó.
En otro pasaje del comunicado se hace referencia a la necesidad de dejar de lado “todo lo que acreciente las divisiones, ponga en riesgo la institucionalidad y postergue la discusión de los temas urgentes en relación con la pobreza, la deuda social, la educación y el crecimiento del país”.
La Iglesia ya se había pronunciado de manera crítica sobre la realidad argentina a principios de noviembre, en ocasión de la asamblea plenaria 121. En aquella oportunidad, Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, advirtió durante su homilía sobre “hondas fracturas” de la sociedad, y sostuvo que “la profunda división es motivo de escándalo y es causa de perplejidad para muchas personas”.
“Muchos creen que la identidad se construye diferenciándonos, marcando nuestra diversidad en el modo de pensar y de sentir con el otro”, señaló Ojea en aquel discurso, y agregó: “Afianzar la identidad diferenciándonos de los demás es propio del adolescente que piensa crecer afirmando sus diferencias y sus distancias con el resto. Sin embargo, los cristianos sabemos que la identidad se construye por pertenencia, nace del enamoramiento que nos impulsa a identificarnos con el Amado y su ideal”.
En otro pasaje, monseñor Ojea afirmó que “una buena imagen para pensar la Iglesia hoy puede ser la del exilio”. Y añadió: “Vivimos una situación análoga a la que el Pueblo de Dios vivió en Babilonia. Ante el cambio de época muchas veces nos quedamos atónitos y paralizados. Nos resulta difícil encontrar el camino, el modo de ser y estar en la nueva situación como le sucedía al pueblo elegido en aquel país extranjero, pero estar a la defensiva, cerrarnos y no escuchar es lo que nos hace perder identidad”.
fuente: infobae