“Sería la primera vez que una ley legitime la eliminación de un ser humano”, afirmó monseñor Oscar Ojea, en la llamada Misa por la Vida, que se realizó frente a la Basílica de Luján.
Desde el principal escenario religioso del país, el santuario de la Virgen de Luján, la Iglesia formuló este domingo la más severa crítica a la legalización del aborto desde que comenzó a tratarse el proyecto en el Congreso, al advertir el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, que, si se sanciona, “sería la primera vez que se dictaría en la Argentina y en tiempos de democracia una ley que legitime la eliminación de un ser humano por otro ser humano”.
En una llamada Misa por la Vida, oficiada por medio centenar de obispos desde un altar emplazado en la vereda de la basílica, de cara a la plaza, ante miles de fieles, Ojea dijo en la homilía que “hemos venido desde muchos rincones del país para ponernos bajo su mirada en este momento tan delicado para nuestra patria. Estamos perplejos y doloridos -admitió- ante la posibilidad de que se sancione la ley de despenalización del aborto”.
El proyecto de legalización del aborto ya cuenta con la media sanción de la Cámara de Diputados y el Senado estableció la fecha del 8 de agosto para su tratamiento. La votación en la cámara alta se presenta muy reñida y mientras algunos senadores piensan aprobarlo, otros quieren introducirle cambios -por lo que debería volver a Diputados- y un tercer grupo rechazarlo e impulsar una iniciativa que no penalice a la mujer que se hace un aborto.
Tras afirmar que “la vida es puro don de Dios”, señaló que “sabemos que no siempre es fácil recibir la vida como viene, a veces se presenta en contextos conflictivos y angustiosos. Sin embargo, siempre es posible cuidarla y defenderla. Sentimos la necesidad de agradecer en esta Eucaristía en la que celebramos la vida -añadió-, a tantas madres que han sabido superar circunstancias muy complejas optando por cuidar y defender al niño que llevan consigo”.
“Los varones no podemos sentir en nuestro cuerpo la presencia de otro ser humano que crece. No podemos experimentarlo en nosotros. Son las mujeres las que nos transmiten este coraje y esta entrega por el compromiso corporal que tienen con la vida y por su cercanía con ella”, afirmó. Y le vamos a pedir también a la Virgencita aprender a ser servidores de la vida, es decir a crear circunstancias aptas para su venida y su desarrollo”.
En ese sentido, destacó que “aquellos que decimos que defendemos la vida desde la concepción hasta su término natural pasando por todas las etapas de su crecimiento, no podemos quedarnos en enunciados y en palabras. Tenemos que asumir el compromiso social concreto que nos lleve a crear condiciones dignas para recibir la vida, acompañando muy cercanamente a aquellas hermanas nuestras que tienen embarazos en situaciones psíquicas y sociales sumamente vulnerables y frágiles”.
fuente. clarín