El intendente yerbabuenense quedó mal parado tras el escándalo de designaciones de parientes suyos y las esposas de dos concejales. Una muestra preliminar a estas denuncias indicaba que su imagen negativa había aumentado por las expectativas insatisfechas de los vecinos de Yerba Buena.
Uno de los “caballitos de batalla” de la oposición siempre ha sido el exacerbado nepotismo puesto de manifiesto en los doce años de “alperovichismo”; pero parece que ese nepostismo es una enfermedad que se apodera de aquellos que llegan a cargos de mucha responsabilidad en la función pública. Los ejemplos se van multiplicando en las gestiones municipales en las que se cambió de signo político.
En relación a ese tema, uno de los casos paradigmáticos que se reflejó en los últimos días, tiene su escenario en la siempre pujante ciudad de Yerba Buena. Allí, bastó que el secretario de Comunicación, Pablo Macchiarola, pusiera sobre el tapete la designación cruzada de esposas por parte de los ediles Pedro Albornoz Piossek (PRO) y Lucas Cerúsico (UCR), para desatar una serie de acusaciones cruzadas en donde se dejó al descubierto la ampliación de la planta de empleados de la “Ciudad Jardín” en un centenar de personas.
En ese fuego cruzado, también se acusó al propio intendente, Mariano Campero, de nombrar a dos de sus hermanos, Ezequiel y Julio. Hasta aquí, un festival de nepotismo, ese mismo mal que el joven candidato y ahora titular del Ejecutivo municipal, criticaba de su antecesor, el “alperovichista” Daniel Toledo, quien no se puso colorado al designar a su propio hermano, Rolando Toledo, como funcionario en su gestión de gobierno.
Los llamativo es que, para los ediles en cuestión, la designación de sus esposas no se encuadra en un accionar que pueda ponerse en discusión. Tanto Albornoz Piossek como Cerúsico, pusieron énfasis en las capacidades de la abogada Gilda Pamela Galetto, esposa del primero de ellos, y de la profesora de Educación Física, Marina Beatriz Rondoletto, cónyuge de Cerúsico.
Ninguno de ellos explicó las razones por las que cruzaron los nombramientos al bloque del PRO y al bloque Unión Cívica Radical – Nueva Política. Lo hicieron en la categoría 15, en donde el sueldo neto es de alrededor de 12.000 pesos.
Para ambos concejales lo importante es la capacidad y el mérito. Curiosamente es la misma idea que tiene el intendente Campero, al argumentar las incorporaciones de parientes cercanos en la “meritocracia”. Lo peor de este escándalo es que sus salpicaduras afectaron la imagen, no sólo de la gestión de Campero, sino también la del cuerpo deliberativo.
Una imagen vale más que mil palabras
“Una imagen vale más que mil palabras”. El concepto defendido a ultranza por los fotoperiodistas y los que informan a través de las escenas que se pueden captar, no le debe gustar mucho al intendente de la “Ciudad Jardín”, porque la imagen que los vecinos tienen de su corta gestión no es para nada prometedora, según un sondeo realizado por la consultora Quality Latinoamérica.
Los habitantes que consideran que Campero tiene una gestión negativa alcanzan al 37% contra un 19,1% de consideración positiva. Pero entre esa diferencia de 17,9 puntos entre lo negativo y lo positivo, surge la aplastante posición del 41% de los consultados, quienes sostienen que la gestión es regular.
A lo contudente de la opinión de los vecinos yerbabuenenses, hay que agregarle que esta muestra fue realizada antes del escándalo de las acusaciones cruzadas de nombramientos. Eso hace suponer, que si la medición se realizara ahora, la imagen del actual intendente se caería más a pedazos que en esa muestra previa.
El joven intendente necesita en estos momentos, atenuar los niveles de ebullición que se generaron con los concejales Albornoz Piossek y Cerúsico, que deberían trabajar en conjunto o con más cercanía, en virtud de su origen (PRO y UCR), pero su mayor desafío pasa por demostrarle a los vecinos que “no es más de lo mismo” y para ello debería dejar a sus parientes para los asados de los domingos. Sólo con el ejemplo, podrá imponer a los concejales la misma actitud. Por lo pronto, que los vecinos de la “Ciudad Jardín” cambien de opinión es una tarea por demás compleja y en la que deberá “remar” bastante para levantar una imagen por demás desgastada.
Nota de la edición semanal impresa Diario Cuarto Poder del 02-08