El gran desafío para el Gobierno será mostrar éxito en su lucha contra el aumento de los precios, que ya suben a una velocidad de tres dígitos. Esa batalla será clave para que el oficialismo llegue con chances a las elecciones. Pero están más preocupados por la condena de Cristina en su causa pro corrupción en Vialidad.
Sergio Massa consiguió alejar el peor escenario para la economía: descontrol cambiario y la posibilidad de una hiperinflación. Obtuvo resultados rápidos y consolidó sus primeras medidas con el respaldo del FMI e incluso del Tesoro norteamericano. Lo que viene por delante es mucho más arduo y él lo sabe. Su apuesta ahora es que el kirchnerismo llegue a las elecciones del año que viene con chances reales de continuar en el poder.
Una cosa es estabilizar el dólar y reducir la brecha cambiaria apenas debajo del 100% y otra muy diferente es mejorar el bienestar de las familias. Y para eso es fundamental conseguir una reducción fuerte de la inflación y al mismo tiempo un aumento de los salarios en términos reales. Luce como un objetivo sumamente difícil, a pesar del buen arranque que consiguió el ministro de Economía.
El 7% del índice de agosto reflejó lo complejo que resulta romper la inercia inflacionaria. Luego del pico de julio, ni siquiera la caída de los dólares financieros ayudó a moderar la presión sobre los precios.
Algunos rubros suben al 10% mensual en forma persistente, como sucede con la ropa y el calzado, no muy diferente a lo que sucede en las góndolas de los supermercados, tanto para alimentos y bebidas, como para artículos de higiene personal y limpieza del hogar. Sólo la estabilidad del precio de la carne permitió que en agosto no se llegara a un nuevo récord mensual.
Massa es consciente que no puede quedarse con los logros de corto plazo y que la economía continúa en estado frágil, como describió el FMI luego de la reunión que mantuvo con la número uno del organismo, Kristalina Georgieva. Cualquier cimbronazo externo o interno podría llegar a desmoronarla nuevamente.
En este marco, lograr una baja sustancial de la inflación en 2023 y una consiguiente mejora del salario sería poco menos que milagroso. Pero al mismo tiempo es quizás la única esperanza que tiene el Gobierno de llegar relativamente bien parado a las elecciones del año que viene. Todas las encuestas coinciden en la baja imagen positiva del Gobierno y la disminución de la intención de voto en el oficialismo.
Massa va en busca del milagro. Si demuestra que puede bajar la inflación, evitar una recesión y mejorar gradualmente los salarios tiene él mismo chance de convertirse en presidenciable o al menos mantener las chances electorales del Frente de Todos.
fuente: infobae