El acuerdo básico que propuso la Casa Rosada, y que rechazaron Lavagna, Massa y otros opositores, deja al desnudo la esencia de su ideología.
Cada tanto el Gobierno deja al desnudo la esencia de su ideología, ese concepto del cual ellos reniegan como contraposición al pragmatismo, pero que inconscientemente se revela con frecuencia. El ejemplo más inmediato son los diez puntos del acuerdo básico que pretenden establecer con la oposición, donde no figuran las palabras crecimiento, pobreza y desigualdad.
Cumplir con los acreedores
Es obvio y bien sabido que el objetivo primordial de esa iniciativa es el último punto, el del compromiso de cumplir con las obligaciones con los acreedores, de forma tal de despejar las dudas que al respecto tiene buena parte del mundillo financiero local y extranjero, al establishment tradicional y a muchos de los economistas que los asesoran. Dudas que sin duda perturban la estabilidad cambiaria y macroeconómica.
Ni siquiera han tenido el reflejo de incluir en los anteriores nueve puntos objetivos tan fundamentales como el impulso al crecimiento y a la lucha contra la pobreza y la desigualdad.
Gobierno en apuros
Hay quienes pueden atribuir esas ausencias a una mera distracción propia de un gobierno en apuros, pero sería ingenuo no interpretarlo como síntoma ideológico. Una idea que se ve reforzada al observar que el tema que encabeza el decálogo es el logro y mantenimiento del equilibrio fiscal. Y en el medio se cuelan las reformas laboral y previsional, que sin alcanzar la importancia de garantizar el pago de la deuda externa son cambios que contribuirían a regenerar confianza en los mercados a los que el gobierno les habla.
El crecimiento
Las omisiones quedaron tan expuestas que desde la oposición fueron resaltadas con la rapidez de reflejos que el Gobierno viene perdiendo. Roberto Lavagna salió de inmediato a marcar que el documento no contemplaba una condición necesaria elemental como el crecimiento. Y Sergio Massa hizo extensiva la crítica a la omisión de temas como la pobreza, la desigualdad y la falta de empleo.
Lavagna y Massa no sólo rechazaron la invitación a refrendar lo que el Gobierno ya está haciendo y lo que haría en caso de ser reelecto, sino que además contraatacaron con sus respectivos diez puntos básicos, que en ambos casos incluyen lo que el Gobierno excluyó.
Pobreza y desigualdad
El decálogo de Massa es menos detallado aunque tampoco omite lo que el acuerdo impulsado por Gobierno ignora en cuestiones de crecimiento, pobreza y desigualdad. Pero es menos audaz en materia tributaria, insiste con una medida regresiva y a contramano de lo que ocurre en la mayoría de los países desarrollados o emergentes como ser la eliminación del impuesto a las Ganancias en beneficio de todos, e incurre en demagogia: la punitiva y pidiendo que se arancele la universidad para los extranjeros.
Jubilados
Es más audaz que Lavagna en relación a los jubilados, para los que propone que reciban un Haber 14 financiado por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, y en relación al presupuesto educativo, que elevaría del actual 6 por ciento del Producto Bruto Interno establecido por ley a un 8 por ciento. Por otra parte se refiere expresamente a la necesidad de elevar el acceso a las redes de agua y cloacas, una de las características paradigmáticas de los más pobres.
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