El sociólogo Ariel Wilkis publicó “Una historia de cómo nos endeudamos”, una investigación que busca mirar más allá de la relación préstamos como porcentaje del PBI. Los números que no se ven.
Cuando en el discurso público argentino se habla de deuda, lo primero que viene a la mente son los recurrentes problemas del Estado para hacerse cargo de las suyas, los repetidos impagos públicos, crisis resultantes de un corte repentino del financiamiento o, más recientemente con la preminencia del discurso liberal que encabeza el presidente Javier Milei, la raíz fiscal del problema.
Pero con un sistema financiero que presta menos de 8 puntos del PBI al sector privado la deuda de los individuos no aparece como un problema de relevancia económica. Debajo del radar, sin embargo, aparece la otra deuda: la que se genera no por elección, no por financiamiento de inversiones familiares y ni siquiera por despilfarro. La deuda que rara vez se mide o se ve.
Ariel Wilkis, doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales y la UBA, acaba de editar su libro “Una historia de cómo nos endeudamos. Créditos, cuotas, intereses y otros fantasmas de la experiencia argentina”, donde ofrece una mirada diferente sobre el problema del endeudamiento en Argentina. Wilkis comentó las complejidades y dinámicas del endeudamiento familiar, un tema que, según él, ha sido subestimado y malinterpretado durante décadas.
“Cuando decimos que en la Argentina las deudas de las familias no son un problema, decimos una verdad a medias”, comenta Wilkis. Según las estadísticas oficiales, la relación de crédito al sector privado, incluidos los hogares, con el PBI es una de las más bajas de la región.
“Entonces, consideramos que las familias no se endeudan porque no tienen crédito. Por otro lado, esa estadística subrepresenta muchas dinámicas de endeudamiento que no están mediadas por el sistema bancario y financiero: deudas informales, familiares, con el Estado, con proveedores de servicios, con prepagas o escuelas privadas”, resaltó el investigador en su obra.
El objetivo del libro de Wilkis es precisamente sacar a la luz estas dinámicas y ponerlas en relación con ciertas coyunturas sociales y políticas de los últimos 40 años. Al hacerlo, busca comprender qué rol jugaron en las diferentes políticas y cómo interactuaron para afianzar o quebrar las promesas de los diferentes gobiernos de la democracia.
Más que una opción, una necesidad
Wilkis afirma que para muchas familias argentinas, endeudarse no es una opción sino una necesidad. “Cuando los ingresos no alcanzan, cuando se pulverizan los salarios, se generalizan los mecanismos de endeudamiento para llegar a fin de mes. Las familias hacen ‘malabares’ entre ingresos escasos, pedidos de dinero prestado y ‘patear’ vencimientos para afrontar lo empinado que se vuelve el contexto de alta inflación.”
Esta situación refleja la realidad de muchas familias que dependen de diversas fuentes para cubrir sus necesidades básicas.
Según Wilkis, el endeudamiento no es simplemente una estrategia financiera, sino una respuesta a un entorno económico desafiante y a menudo hostil.
En cuanto a las formas más comunes en que los argentinos, Wilkis observa que hubo un cambio significativo en los últimos años. “El principal cambio de los últimos años ha sido la casi desaparición del crédito hipotecario y la enorme expansión del crédito al consumo a través de tarjetas bancarias y no bancarias. Más recientemente, las opciones de las fintech han crecido entre los instrumentos no bancarios.”
Wilkis también señala que los mecanismos informales siguen siendo muy fuertes en un contexto de un mercado formal de crédito restringido. “Con esto no quiero decir que son mundos excluyentes. Hay muchas intersecciones. Es muy común que, por ejemplo, la cuota de crédito de una tarjeta sea compartida por los integrantes de hogar o familiares que no viven en la misma vivienda. Se intersectan las relaciones informales para acceder a un crédito formal. Esta realidad tampoco es captada por las estadísticas.”
Endeudamiento en sectores populares y clase media
Las investigaciones de Wilkis en barrios populares revelan que el endeudamiento es un dato regular y constante para cubrir necesidades básicas. “Desde hace años hacemos investigaciones en barrios populares y venimos siguiendo los modos en que estos se endeudan como dato regular y constante para cubrir necesidades básicas. Mezclando ingresos de los programas de asistencia, changas y créditos informales (como fiados o préstamos entre conocidos).”
Para las familias de clase media, en cambio, las tarjetas de crédito juegan un papel crucial. Pero la informalidad y los préstamos intrafamiliares también tienen un rol casi omnipresente. “Los hijos piden prestado a sus padres o padres jubilados dependen de los préstamos de sus hijos que cuentan con ingresos”, explica Wilkis. Este tipo de interdependencia financiera es una característica notable del endeudamiento en Argentina, reflejando cómo las relaciones familiares ganan relevancia cuando el entorno financiero no financia.
Y otro fenómeno, mientras tanto, llegó de la mano de la pandemia. La pandemia de Covid-19 exacerbó muchas de las dificultades relacionadas con la deuda. Wilkis destaca el crecimiento de lo que denomina “deudas de cuidado”.
“Durante la pandemia crecieron mucho las deudas asociadas a las tareas de cuidado como la salud, la educación, la alimentación o el esparcimiento. Este crecimiento alimentó una de las crisis más fuertes de la pandemia: la producida por el aumento de las desigualdades de género. En la pandemia, fueron las mujeres quienes más perdieron ingresos y sobre quienes más recayeron las tareas de cuidado.”
Las deudas familiares y el gobierno de Milei
Para el autor, las dificultades de las familias para hacer frente a su sostenimiento durante décadas de vaivenes económicos pueden haber tenido un rol en el sentir que motivó la victoria electoral de Milei y su retórica anti Estado y anti política.
“A través de la gestión de las deudas por parte de las familias uno puede entender el desapego experimentado por parte de la sociedad hacia el Estado. Supuso decir: ‘vos, Estado, decís que me estás ayudando, pero en realidad quienes me ayudaron son mis familiares o amigos.’ Ellos me prestaron plata y yo tuve que esforzarme para devolverles. Yo hice un enorme sacrificio ¿Y vos? Muy poco o nada te sacrificaste”.
Esta dinámica, según Wilkis, generó condiciones favorables para distanciarse proceso político previo, alimentando un ciclo nuevo de expectativas que en parte explica a Milei.
Pero mientras los economistas -y más aún los funcionarios del Gobierno de La Libertad Avanza- siguen con ansiedad los datos de actividad que cada mes publica el Indec para tratar de identificar si finalmente la contracción económica tocó un piso y, alcanzado ese fondo, avizorar si desde ese punto se puede aspirar a una recuperación más o menos robusta, el tiempo y la paciencia entre las familias a las que el no poder llegar a fin de mes las convenció de que era necesario un cambio de rumbo político pasan al centro de la escena.
Ya sea que sobrevenga una recuperación en “V”, en “W”, “L” o -la más recientemente acuñada- “pipa de Nike”, la duración de una recesión suele ser una variable mucho más determinante que su profundidad. A medida que pasa el tiempo la capacidad de cubrir los baches que quedan para llegar a fin de mes con recursos intrafamiliares, retrasos en pagos, compras fiadas y préstamos, formales o contraídos por fuera del sector financiero, se van agotando. Y ahí es cuándo la contracción económica puede mostrar su peor cara.
Por eso, el autor habla de un segundo momento en lo que respecta a las deudas de los argentinos y su relación con el proceso actual. Momento que “tiene que ver con hasta donde llegará este acompañamiento, si un nuevo ciclo de frustración con un gobierno democrático se cifrará alrededor de las deudas de las familias. Hoy día la radiografía de la dinámica de endeudamiento muestra, por un lado, que los hogares contraen su consumo y no lo hacen a través del mercado de crédito; prefieren no endeudarse con el mercado, pero al mismo tiempo tienen otro tipo de deudas vinculadas con no poder pagar los servicios o pedir prestado para pagarlos”.
“Como decía al comienzo, si miramos las estadísticas oficiales estas deudas quedan fuera de todo registro. Las estadísticas del Banco Central dicen que bajó el nivel de endeudamiento porque bajó el acceso al crédito. Pero la deuda es un problema porque crece en los márgenes de la estadística que dice que la deuda se está reduciendo”, dijo.