Según el especialista en Economía de Noticias Argentinas (NA), José Calero, la devaluación que se aceleró en los primeros días de agosto, sepultó lo que se consideró la principal promesa de campaña de Cambiemos, en torno a la disminución de la pobreza en Argentina.
Según el columnista, con un dólar que ya supera los $30 y una economía en recesión plena, “al gobierno sólo le queda implorar que el aumento de tasas que la Reserva Federal aplicará en septiembre próximo sea el menor posible”.
Explicó que “la suba de tasas es uno de los factores, aunque no el único, de que la Argentina haya caído en una espiral de depreciación de la moneda y escalada de precios. El otro es su vulnerabilidad fiscal, ya que la plata que recauda no le alcanza para afrontar sus obligaciones, y por eso debe acudir a endeudamiento, cada vez más caro”.
En ello radica un condicionante que Calero considera que excede a la soberanía, en materia de decisiones. Lo que se ve más potenciado por un dólar que ya “se apreció un 50%, de 20 a 30 pesos, sepultando la expectativa de miles de argentinos de acceder a la casa propia, comprar un auto o ahorrar con vistas a un posible viaje”.
“En un escenario de fuerte ajuste y aumentos tarifarios, al argentino medio apenas le alcanza para sobrevivir. La depreciación violenta del peso pulverizó en distintos momentos de la historia argentina los proyectos de miles de familias, convirtiendo al país en uno de los más inestables de la historia”, sostuvo en su columna de opinión el periodista.
En cuanto a las proyecciones, no son para nada alentadoras, porque Calero expresó que “la Argentina no sólo cerrará 2018 con la mayor inflación después de Venezuela -aunque el 32% de alza de precios está a años luz del 1.000.000% con el que se espera termine este año el país caribeño-, sino que este año se produjo una aceleración de la pobreza, agigantando el drama social”.
En este contexto entra a jugar un dato no menor, aportado por Agustín Salvia, del Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), en el que se refleja que la pobreza ya ronda el 33% de la población, y a este paso puede cerrar el 2018 en un nivel aún mayor. Pero lo peor está por llegar, porque estima que “el pico de la crisis en la Argentina se produciría en los próximos meses, con serio riesgo de afectar la cadena de pagos del sector pyme, al que el gobierno está intentando socorrer con las pocas herramientas a la vista”.
El crecimiento de la deuda en forma exponencial y un déficit fiscal enorme empujaron al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir U$S 50 mil millones que no implican la solución definitiva a los problemas del país.
Calero considera que algo que complicó mucho la situación fue el caso de los cuadernos de las coimas, que terminó de complicar el escenario. Según su opinión, este nuevo escándalo puede afectar la continuidad y la financiación de la obra pública.
“Este proceso va a extender la recesión. Los bancos van a frenar la financiación a las obras y los PPP”, dijo el presidente de la UIA, Eduardo Acevedo.
Calero afirma que “para alejar esa posibilidad, el Gobierno decidió por ahora que todas las adjudicaciones de obras a empresas sospechadas de corrupción continuarán sin cambios hasta que no haya sentencia firme. El caso de los sobornos provocó fuertes caídas accionarias en la Bolsa porteña, y también en Wall Street, donde cotizan compañías argentinas. En medio de este tembladeral, el gobierno espera anunciar la semana próxima una “mejora” en el acuerdo con el FMI”.
Tras una gestión del jefe del BCRA, Luis Caputo, el organismo habilitaría a la Argentina a aumentar la utilización del préstamo para reducir en forma agresiva el stock de Lebac, uno de los tantos puntos débiles de la economía argentina.
Por lo pronto, la tormenta que dijeron que ya pasó, sigue levantando negros nubarrones y las ráfagas de viento prometen sacudir todo el tablero de la frágil economía argentina.