Literatura / Letras de Fuego. El ciclo literario de Diario Cuarto Poder le abre las puertas al poeta salteño José Cantero Verni, quien comparte con los lectores, para ponerse a tono con los tiempos del Mundial, poemas relacionados al fútbol. A disfrutar.
El poeta salteño José Cantero Verni demuestra que la poesía y el deporte no van en direcciones contrarias, porque la pasión que despierta ese deporte y sus personajes, se puede traducir en versos que conmueven.
“ROMPA EL GRITO DE ARGENTINA”
Rompa el grito y alce vuelo con el nombre de Argentina
ese grito que retumba con la fuerza de un volcán,
ese grito que se escucha desde todas las esquinas
con tambores de alegría desatando un carnaval
Aquí está la albiceleste con el fútbol en las venas
regalando con su magia donde tenga que jugar,
ese aliento que contagia sin distancias, ni fronteras,
de sudar la camiseta dando lucha hasta el final
Solo un himno se levanta desnudando ese entusiasmo
este hermoso sentimiento imposible de explicar
y que a coro con el viento se entrelaza en un abrazo
con un ¡Viva a los muchachos! de la escuadra nacional
Rompa el grito y alce vuelo más allá del infinito,
la bandera de la patria que no deje de flamear
que llevamos en el alma alentando siempre unidos
sin descanso en los partidos con fervor y voluntad
Con clarines y tambores aquí está la albiceleste
estandarte de millones que la siguen sin dudar,
la que enciende corazones y se juega hasta la muerte
y aún herida marcha al frente con bravura sin igual.
“EL GOL DE TODOS LOS TIEMPOS”
Te vi barrilete cósmico
jugando a puro potrero,
lanzado como un “Quijote”
contra Molinos de viento.
Te vi pintar con la zurda
con el pincel de tu genio,
aquel gol, el gol del alma,
el gol de todos los tiempos.
Te vi encarar esa tarde
igual que un pájaro en vuelo,
con esa fuerza invisible
que te latía por dentro.
Te vi, te juro, te vi
como un carasucia eterno,
desparramando rivales
con tu magia y tu talento.
Te vi volar en el césped
entre el fervor del aliento,
entre gritos y banderas,
entre la tierra y el cielo.
Te vi con esa gambeta
que solo tenía tu sello,
como un poeta del fútbol
soltando al aire sus versos.
Te vi encarar sin apuros
con el latir de mis nervios,
corriendo sin ataduras
aquella tarde de México.
Te vi como un duende alegre
escapado de algún cuento,
llevando la albiceleste
fundida siempre en el pecho.
Te vi gambetear ingleses
con ese toque perfecto,
con esa magia infinita
de tu encanto futbolero.
Te vi Campeón en el área
y aún te veo en el recuerdo,
con ese gol increíble
al grito de Diego, Diego.
Te vi barrilete cósmico
con un corazón inmenso,
con ese gol, el del alma,
el gol de todos los tiempos.
“UN CUENTO CON MESSI”
Llegó a la canchita un día
cuando estábamos jugando,
la pelota iba y venía
correteando por el campo.
Estacionó despacito
y se bajó de su auto,
aquel jugador inmenso
que sale en todos los diarios.
Se apoyó con todo el cuerpo
sobre uno de los palos,
con una pelota nueva
que tenía bajo el brazo.
Lo vimos con esa estampa
la de un héroe legendario,
y a él llegamos corriendo
para estrecharle la mano.
A todos nos saludó,
a todos nos dio un abrazo,
y nos pidió, si podía,
jugar en la cancha un rato.
La camisa se sacó,
y se quitó los zapatos,
y jugó todo el partido
en el potrero descalzo.
Ninguno podía creer
que aquel famoso muchacho,
estuviera en nuestra cancha
por las áreas correteando.
Con esa zurda pintaba
en cada jugada un cuadro,
con ese toque exquisito
futbolero y depurado.
Con ese diez en la espalda
que a fuego lleva grabado,
fue regalando gambetas,
sombreros, lujos y tacos.
Sin despeinarse siquiera
mostraba todo ese encanto,
esa savia futbolera
que tiene letra de tango.
Nos entregó esa alegría
con goles en los dos arcos,
con esa humildad que nunca
por el dinero ha cambiado.
Sí, Messi estuvo en la cancha,
en la canchita del barrio,
compartiendo con nosotros
el fervor y el entusiasmo.
Le dejó una camiseta
a cada uno en la mano,
la camiseta Argentina,
colores celeste y blanco.
Y compartió con nosotros
aquel momento sagrado,
ese momento de sueños
que se había realizado.
Nos regaló la pelota
con un caluroso abrazo,
y se fue con su simpleza
con un saludo de hermano.
Sí, Messi estuvo en la cancha
corriendo junto a mi lado,
aquel jugador inmenso
que sale en todos los diarios.