La caída de un nuevo árbol en Yerba Buena, incrementó la aflicción de los vecinos de esa ciudad cada vez que hay indicios de alguna tormenta. Pudo ser una nueva tragedia, pero el destino quiso que la niña de la casa afectada no se encontrara en la habitación en ese momento. La dueña del inmueble había pedido que podaran el ejemplar hace un año, pero le habían respondido que no tenían presupuesto para ello.
Los vecinos de Yerba Buena observan negros nubarrones de tormenta, el eco de los truenos y los flashes que generan los relámpagos, pero ven más allá. Su mirada atraviesa el miedo generado por la tragedia.
La caída de árboles se ha transformado en una especie de psicosis que no sólo se manifiesta en las cabezas de los habitantes de la “Ciudad Jardín”, sino que se fortalece con nuevos episodios. La caída de un árbol sobre el domicilio ubicado en Colón 2155, altura Solano Vera al 300, ha multiplicado esa preocupación en los últimos días. La época de lluvias intensas que se vive en este tórrido verano es uno de los indicadores para entender el porqué de esta creciente preocupación.
El hecho tomó difusión a través de las redes sociales, antes de recalar en las páginas digitales de diversos medios de comunicación. A tal punto se difundió que generó el regreso inmediato del intendente Mariano Campero, quien envió a sus colaboradores a dialogar con la familia afectada a la que le prometió asistencia en esta situación. Cabe recordar que la habitación de la niña quedó totalmente destrozada por el impacto que generó la caída del árbol. Como si se tratara de un “deja vú”, el intendente nuevamente tuvo que dar disculpas y excusarse por la ineficacia de sus funcionarios y colaboradores, debido a que el pedido de poda o corte del mencionado árbol se había realizado con un año de antelación. La respuesta había sido la imposibilidad de hacerlo, como consecuencia de la falta de presupuesto. Se trata de una excusa pueril, toda vez que en las adjudicaciones directas que ha realizado Campero hasta el presente, el tema presupuestario nunca fue un obstáculo. Ello hace suponer que si se contrataron carteles indicadores del tránsito por $ 150.000; se repusieron lozas de hormigón en calles Perú, Las Rosas y Diego de Villarroel, por $1.208.790; se contrató a una consultora que no tenía domicilio en Yerba Buena, por $223.000, para enseñarle al municipio cómo manejar su área de Compras, un árbol que resulta peligroso, requiere de una erogación mucho menor a cualquiera de esas opciones elegidas al azar.
Para la gestión de Campero y su equipo de trabajo, al parecer, no se trataba de una prioridad.
La sombra de aquel árbol caído sobre una combi que transportaba a un niño hasta el jardín de infantes, se asoma como si se tratara de una imagen mil veces repetida. Un ejemplar de eucalipto que también había sido señalado como un peligro por una vecina, quien había realizado cuatro pedidos a través de la página de facebook del municipio. La excusa que se dio en ese momento era que la queja no se había realizado formalmente. Un momento. ¿No es el municipio el que propuso que las quejas se canalizaran a través de esa red social? Sí. La gestión de Campero había puesto las reglas de juego, pero no las reconocía porque su innovadora metodología había fracasado.
En este nuevo caso, el planteo se realizó por escrito. El joven intendente no tiene excusas para eludir las responsabilidades que le caben a la Municipalidad de Yerba Buena. Eso sí, puede agradecer al altísimo que esta vez el accidente no terminó en tragedia. Aún esperan por mejores respuestas aquellos que resultaron heridos en ese fatal accidente de la avenida Solano Vera, algunos de ellos con secuelas que requieren de intervenciones quirúrgicas y prótesis carísimas.
Por lo pronto, los vecinos siguen con la mirada en el cielo, rogando que no haya nuevas tormentas. Otra mirada es para árboles y cables del tendido eléctrico, que pueden tambalear en cualquier momento ante la primera ráfaga fuerte de viento. Un psicosis que tardará mucho en desaparecer y que depende, directamente, del nivel de respuestas que pueda dar una gestión que viene a los tumbos.
Las salidas sin aviso ya se han hecho una mala costumbre
Visiblemente afectado por haber perdido en las postrimerías del año del Bicentenario el manejo del Concejo Deliberante, el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, no cumple con la obligación institucional de avisar de sus ausencias de la provincia, a fin de que sea reemplazado por el presidente del Concejo Deliberante, Benjamín Zelaya. Sucede que el intendente ya se ausentó de Tucumán en un par de ocasiones y sólo informa a su jefe de Gabinete, Manuel Courel, quien es el encargado de cuidar celosamente la llave de su despacho.
Por su parte, el titular del Concejo Deliberante sigue con sus actividades al frente del Poder Legislativo de la “Ciudad Jardín” y recientemente participó de un homenaje y reconocimiento a la cantante tucumana Belén Herrera (foto), quien representa a la provincia en diversos festivales de nivel nacional, como Jesús María, y es una de las ciudadanas destacadas de Yerba Buena.
Paradójicamente, el reconocimiento no le llega desde las autoridades del Ejecutivo yerbabuenense, quienes evitaron contratarla para festivales propios, sino de los ediles de la “Ciudad Jardín”.