En las jornadas agobiantes las abuelas suelen advertir que “lo que mata es la humedad”. La máxima se ajusta para este febrero infernal, aunque también se podría instalar un nuevo dicho: “Lo que mata es la sensación térmica”. El calor volvió a castigar duro en la Capital Federal y alrededores, donde desde anoche rige el alerta naranja. La térmica llegó a los 40,1°, apenas por debajo de los 40,8° del martes.

Tanto sofocó el Sol que la búsqueda de un alivio se tradujo en un nuevo récord de consumo eléctrico a nivel nacional: a las 15.15 hubo una demanda de 25.595 megawatts (MW), según informó la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA).

Desde el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) explicaron a Clarín que este febrero no tiene temperaturas extremas: están entre los 30 y 31°C y son normales para esta época. Lo que sí llama la atención es la “elevada y atípica” sensación térmica, con valores que oscilaron entre los 35° y los 40° desde el domingo y que seguirán hasta el lunes.

La sensación térmica es un índice que evalúa el confort del cuerpo humano. Se comenzó a emplear durante la II Guerra Mundial porque había días en que los soldados se morían de hipotermia y otros que no. No es un dato científico y se usa en pocos países del mundo. La Argentina es uno de ellos. Para calcularlo, se ingresa la temperatura real, el viento, y la humedad relativa. También influyen el peso y la grasa corporal.

El calor se “sintió” fuerte esta semana por culpa de un combo explosivo: hubo elevada humedad y el viento fue escaso. “Los días en que hay mucha humedad nuestro cuerpo siente más calor, porque no puede enfriarse. Transpiramos (uno de los mecanismos que tiene el cuerpo para perder calor), pero toda la transpiración queda sobre nuestra piel. Por eso estamos todos pegoteados”, grafica Cindy Fernández, meteoróloga del SMN.

¿Por qué hay tanta humedad? “Hace muchos días consecutivos que hay viento norte en el centro y norte del país y eso hizo descender aire muy húmedo que proviene de Paraguay y Formosa. Toda la humedad que nosotros tenemos llega desde el Amazonas. Por eso llueve en la Pampa húmeda”, responde José Ignacio López Amorin, también del SMN. En consecuencia, la humedad está por arriba del 50% durante todo el día. “Es muy alto. Cuando rondan el 60% son considerados días húmedos”, agrega.

Tampoco hubo un cambio en la masa de aire porque no ingresa un frente frío que desplace el aire caluroso y húmedo que está alojado en la Provincia. Si eso sucede, podría disminuir la humedad, cambiar el viento y bajar la temperatura. Pero esta semana pasó lo contrario. Al no haber un ingreso de frente frío marcado –y como persiste este aire tan caluroso y húmedo– se producen nubes de tormentas aisladas, muy puntuales y sectorizadas. No se forma una línea extensa de tormentas.

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Otro factor que influye es la tendencia a una “tropicalización” que se está dando en la Argentina. Si se comparan los registros anuales, se observa que los veranos son cada vez más húmedos y lluviosos. Además, en casi todo el país las temperaturas mínimas son cada vez más altas. Eso explica el intenso calor que hace por las mañanas: apenas nos levantamos, ya estamos sofocados.

Al comparar la temperatura media de las últimas décadas, los meses de febrero tienen una tendencia a ser cada vez más cálidos en la Ciudad. El de 2016 batió récords, con una temperatura media de 25,7°. En este 2017, se trató de un mes “ciclotímico”: arrancó caluroso (con temperaturas cercanas a los 30°), luego bajó (no más de 25°) y desde el 16 volvió a subir (con más de 30°).

Fuente: Clarín

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