Fue profesora particular y así conoció a su amiga, con quien organizaba fiestas swingers. Está acusada de haber ordenado el crimen de su ex marido.
Todo comenzó casi por azar en la ruleta de un casino de la ciudad uruguaya de Punta del Este, hace 15 años. Un famoso político argentino se ganaba la atención de la sala con sus ambiciosas apuestas. Dicen que se jugaba un cero kilómetro por tirada. Eso fue lo que les llamó la atención a dos jóvenes mujeres que habían salido con un objetivo: la conquista de su propio reino.
“¿Quién está gastando más?”, preguntaron Lulukhy Moraes y Leticia, su “amiga y hermana de la vida”. Tenían 23 y 20 años. Según cuenta la leyenda del barrio Beverly Hills, a las chicas le señalaron al ex miembro del gabinete del gobierno de Carlos Menem. “Se está jugando entre 14 y 16 mil dólares por tirada”, les avisaron.
Edwar Vaz y Malvina Suárez, su última pareja.
El justicialista, que en aquella época andaba por la última vuelta de los 50, quedó hechizado por la amiga de Lulukhy. Esa noche fue la piedra angular de “Gypsy Queen”, la mansión swinger ubicada en Curupay, entre Los Arrayanes y Los Espinillos, en el barrio Beverly Hills de Punta del Este.
Lulukhy, más conocida como “Lulú”, vivió hasta el 2004 en Montevideo junto a su ex esposo, Edwar Alexis Vaz Fascioli (45), el hombre al que -según la investigación iniciada por la Justicia uruguaya- mandó a matar por dos sicarios el 9 de julio pasado en Maldonado.
Edwar y “Lulú” se habían conocido en 1997. Como si también se tratara de un hechizo, el amor fue tan intenso que a los dos meses se casaron. Él era profesor de inglés y ella “hija de un príncipe gitano”, como decía. Eso le valió su segundo apodo: “La Gitana”.
Lulukhy es hija de José Aníbal Marcos y de su ex mujer Rosa. A Marcos lo conocen casi todos los esteños que viven los doce meses del año aquí. Le dicen “El príncipe” y tiene su “base” a metros de Joaquín de Viana y Roosevelt, en Maldonado. Allí hay una modesta casa y un par de autos y camionetas usadas a la venta. “Pero tiene varios puntos de venta más y una agencia de alquiler en Montevideo”, aseguran en el Este.
Según cuentan quienes conocen a “Lulú”, la joven se distanció de su padre porque después de la separación con su mamá consideraba que “no le daba lo que le correspondía por ser su hija”.
En la “base” de Marcos viven varias mujeres. Adelaida es tía de “El príncipe”. “¿Qué reina? ¿Vos conocés alguna reina o princesa gitana?”, responde la mujer, “sorprendida” por la pregunta de Clarín. Aunque en la casa aseguran no saber quién es Lulukhy, luego dan algunas coordenadas de los primeros años de su historia y aseguran que padre e hija hoy “no tienen nada que ver”.
Esa relación conflictiva se reflejó también en la elección del nombre de la mansión de Beverly Hills: la bautizaron “Gypsy Queen”, traducido como “reina gitana”. “Fue un mensaje a su padre”, explica un vecino que conoce “Lulú”.
Sin la generosidad de aquel ex funcionario menemista, Lulukhy quizás no tendría el centro de ese reino. Cuentan que después de aquella famosa noche en el casino en la que conoció a “Leti”, el ex ministro comenzó a frecuentar “La Casa de Naná”, el prostíbulo más famoso de Punta del Este. Aseguran que iba allí solamente para ver a su “amiga”.
Otra versión de la historia señala que en realidad la joven y el ex ministro se conocieron allí. El político estaba completamente enamorado y dispuesto a darle todo. Entonces compró un terreno que puso a nombre de Leticia para que construyera una casa. Así nació “Gypsy Queen”.
“Lulú” conoció a Leticia casi al mismo tiempo que a Edwar. Fue en Montevideo y ella daba clases de apoyo de matemática. “Leti” tenía 14 años. En poco tiempo se convirtieron en “hermanas de la vida”.
En el 2003, Lulukhy seguía casada con Edwar pero la relación era inestable. Tenían dos hijos y vivían en Montevideo. Al año siguiente llegó una oportunidad para empezar de cero. “Leti” le avisó que ese hombre dispuesto a todo le había dado el dinero para que construyera la casa de sus sueños y que allí podrían irse a vivir los cinco: ella, “Lulú”, Edwar y los chicos.
“Lulú” es una apasionada por la decoración de interiores y poco a poco acaparó el protagonismo en los detalles de la casa. Los históricos de Beverly Hills cuentan que cuando el funcionario adquirió el terreno –de dos lotes de 1.000 metros cuadrados cada uno- la zona era un descampado. “Lo compró por poco más de 100 mil dólares. Hoy es impensada una cifra así”, explica un vecino. Las obras comenzaron a las dos semanas.
Las mujeres se hicieron dos casas completamente simétricas en cada lote, una al lado de la otra. Leticia y su novio argentino ocupaban una y “Lulú” con su familia, la otra. Atrás construyeron un amplio quincho con pista de baile, cine y gimnasio. En el medio instalaron un garaje con capacidad para cuatro vehículos.
Al poco tiempo comenzó la otra historia, la de la “mansión swinger”. Quienes conocían a los dueños de “Gypsy Queen” se enteraban por redes sociales de las fiestas que se organizaban. Para entrar había que pagar una costosa tarjeta. Dicen en el barrio que además del ex ministro, hubo otro ex funcionario del menemismo -que llegó a estar preso por corrupción- que se convirtió en un habitué del lugar.
“Edwar era un excelente vecino. Muy servicial, siempre saludaba y ayudaba. Él y sus hijos eran un amor. No puedo decir lo mismo de Lulukhy”, cuenta una vecina que recordó un episodio muy particular. “’Nunca me saludaba y un día que pasé por la puerta salió en bata y me dijo: ‘Venga vecina no tenga miedo, no la voy a morder, mire la mujer que soy’. Entonces se destapó y estaba completamente desnuda”, relata.
Otra recordada anécdota de “Lulú” ocurrió el día que la selección uruguaya clasificó a la semifinal del Mundial de Sudáfrica, en 2010. Sebastián Abreu había “picado” la pelota en el penal definitorio. El país estalló en euforia. Ella salió al balcón de la mansión desnuda, envuelta en una bandera uruguaya que agitaba mientras bailaba. Ese día muchos empezaron a tomar en serio los rumores de las “fiestas sexuales”.
Pero puertas adentro Edwar no la pasaba bien. En la práctica terminó trabajando para “Leti”, dueña formal de casa, como encargado de mantenimiento. También cobraba tragos en las fiestas sexuales hasta que decidió dar un paso al costado. Y cuando había “reuniones”, elegía encerrarse con sus hijos en la casa del fondo, según relatan sus allegados.
En 2016, “Lulú” y Edwar se divorciaron. El profesor conoció a Malvina, su última pareja, y se fue a vivir con ella. Su hija más grande, de 20 años, también dejó la casa. Hace poco, el hijo menor, de 17, consiguió irse con su padre cuando su madre se fue de viaje. “Ella lo maltrataba”, aseguran allegados a la familia. “Preparate porque a tu papito no lo vas a ver más”, habría sido una de las últimas amenazas que escucharon los jóvenes días antes del crimen.
Edwar había iniciado una demanda por un millón y medio de dólares contra su ex esposa, a quien acusada de realizar maniobras fraudulentas para ocultar bienes gananciales. “Él veía que estaba en riesgo el futuro de sus hijos”, dijo el abogado Martín Etcheverry.
Tras la separación, “Lulú” conoció a otro hombre, un karateca, y una vez más fue hechizante. El hombre ya se tatuó “Lulukhy” en el cuello.
fuente: clarín