Entrevista de Eduardo Paladini a Horacio Rosatti. Abogado y escribano, ex ministro de Kirchner, juez de la Corte Suprema.
-Se recibió de abogado a los 19. En ese momento, ¿pensaba en defender a alguien o alguna causa en particular?
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-Día de semana por la tarde de una titubeante primavera. Una librería a metros de Tribunales. Quien va a contestar la pregunta de Clarín es Horacio Rosatti, un juez de la Corte que de a ratos saca a pasear al fana de Boca. Tanto que entre sus recuerdos permanece el penal que Roma le atajó a Delem el 9 de diciembre de 1962 y que le permitiría a “su club” adjudicarse otro campeonato, nada menos que frente a River. Rosatti, quien sólo tomó dos vasos de agua en toda la entrevista, llegó al cargo en junio, luego de un largo y polémico proceso. Lo propuso Mauricio Macri, con quien jura que nunca habló. También, desde entonces, había decidido otro silencio. Ante los medios. Hasta hoy.
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-La verdad es que yo venía estudiando una carrera técnica, en la secundaria, y eso me permitió tener una mentalidad muy concentrada. Por eso la carrera de abogacía se me hizo fácil, no recuerdo por qué cambié.
-¿ Cuando arrancó los estudios ya tenía clara la idea del bien y el mal?
-Sí, sí, y siempre ponerse del costado del más débil, es algo que se tiene o no se tiene. Yo estuve en el municipio, en la provincia (ambos de Santa Fe) y en la Nación. Y nunca litigué contra ellos, porque el Estado tiene el rol de defender a los más desprotegidos.
-¿Y en la Corte se puede aplicar esa idea?
-Sí, claro. La Constitución argentina tiene una orientación específica. Hay cláusulas que se incorporaron en la reforma de 1994 que expresan el constitucionalismo social, un Estado proactivo por la igualdad de oportunidades.
-¿El fallo de la tarifa de gas tuvo algo de eso?
-Sí. Básicamente en la participación popular, para entender un tema que tiene un costado técnico y uno prudencial. El técnico, que uno lo entiende, es lo complejo de generar el gas, llevarlo de un lado a otro. Y el otro, es que tiene que haber una cierta posibilidad de pago. Resolver eso … En realidad quien debe hacerlo es la política.
-Hubo algunos macristas que mostraron decepción. Decían “es un juez que propusimos nosotros y en esto nos falla en contra”.
-A mí me resulta … En realidad, yo debo decir que estoy reconocido por el presidente de la Nación, a quien no conozco. El me propuso sin que yo lo conociera, yo nunca lo vi en mi vida, nunca le di la mano, nunca hablé por teléfono con él. Nunca estuve a cinco metros de distancia. Este proceso nuestro fue largo, nunca lo vi en ese interregno. Nunca lo vi después. Y esto habla para mí muy bien de él, que ha propuesto a una persona que le parecía idónea. Yo creo que en ese caso lo que uno debe pensar es que se buscaba un juez independiente. Entonces no tiene que haber ninguna decepción.
-En 2005, como ministro de Justicia de Kirchner, usted se negó a avalar sobreprecios en la construcción de cárceles, ¿qué sensación tiene hoy de su paso por el kirchnerismo y de ver todas las causas por corrupción que hay?
-Mi experiencia de dos años y medio fue muy intensa y yo recuerdo que trabajábamos con mucha mística. Hay que remontarse de lo que era nuestro país en 2003. Estábamos saliendo de una situación muy complicada y difícil. Trabajábamos muchísimas horas por día, en la Procuración primero y en Justicia después. Y yo lo hacía en conjunción con los ministerios de Relaciones Exteriores y Economía, para mí con
dos grandes ministros que fueron Rafael Bielsa y Roberto Lavagna. Trabajábamos en conjunto porque teníamos todo el conflicto internacional por la deuda. Yo tengo un buen recuerdo de esa etapa. Luego yo me fui, en el año 2005. Cuando hoy veo lo que veo, lo veo con la mente en blanco, porque probablemente yo tenga que intervenir o fallar, entonces no me gusta ni prejuzgar ni preopinar.
-Con el cambio de Gobierno, los fallos de algunos jueces se acomodaron a la nueva etapa. ¿Qué opina de eso?
-Que es incomprensible.
-¿Usted vio ese cambio?
-Por ahí algunos cambios … Uno se pregunta, ¿o ahora se actúa de más o antes se actuó menos? Y la verdad que si así fuera, no tiene disculpas, no tiene justificativo.
-Cuando usted habla de liderazgo moral en la Justicia, ¿eso incluye el pago de Ganancias y más transparencia en la difusión del patrimonio de los jueces?
-Sí, pero tal vez no sea lo más relevante. Se habla mucho de democratizar la Justicia. Y yo estoy de acuerdo con eso, pero no en los términos en que se lo planteó. Democratizar la Justicia es hacer sentir cada vez más al juez que es un servidor del pueblo. Que a nosotros nos paga un sueldo, un alto sueldo, el pueblo, y que tenemos que rendir cuentas. Con nuestros fallos y con nuestra conducta. El tema de las declaraciones juradas tiene un costado problemático, que debe ser resuelto sobre la base del sentido común. La gente lo que quiere saber es si el funcionario se ha enriquecido, más allá de la cuantía de su patrimonio. Entonces, lo importante es que se sepa bien qué tiene cada persona. Sería bueno que se sepa todos los años. Hay cosas que son inexplicables a simple vista. Y el tema de Ganancias, también. Cuando fui conjuez de la Corte, yo opiné en ese sentido. Me hago cargo de que no se le puede bajar el sueldo a un juez, de la noche a la mañana, un 30% o 35%. Pero sí establecer un mecanismo, se está trabajando en eso.
-¿Y cuál sería el paso más importante para democratizar la Justicia?
-Sobre todo en la Justicia penal, la implementación del juicio por jurados. Eso es democratizar en serio. El pueblo involucrado en la toma de decisiones penales. Está en la Constitución en tres artículos.
-¿A usted le parece que la sociedad argentina, hoy, está preparada para eso?
-Sí, sí. Claramente, sí. Si no está preparada la sociedad, no están preparados los jueces, que provienen de la sociedad.
-La sensación del ciclo final del kirchnerismo es que se dividieron los funcionarios judiciales y fallan según sus gustos políticos.
-Yo conozco fiscales y jueces que participan de los dos sectores (Justicia Legítima y la Asociación de Magistrados), y les he dicho lo mismo. El sueldo nos lo paga el pueblo. Y hay que responder fallando conforme a la ley y teniendo el Tribunal al día. Y creo que hay muy buenos fiscales y muy buenos jueces, tanto en una asociación como en la otra. Y en materia penal, la división es entre las perspectivas más garantista y las menos garantistas.
-¿Usted qué postura tiene en el debate por el garantismo?
-Me parece que las garantías están en la Constitución, que hay que ir por un camino intermedio. El victimario tiene que tener el castigo, pero en las cárceles sanas y limpias, porque si no es un doble castigo. Acá el problema no es el grado de la sanción, sino que se cumplan, que los procesos terminen.
-¿Cuando asumió lo vinieron a ver de diferentes sectores, como Justicia Legítima?
-Sí. Y no hay problema. Acá la verdadera grieta es entre el juez honesto y el corrupto.
-Otro fallo importante del que participó y llegó a los medios fue el de Fernando Carrera (a quien habían condenado por un homicidio y luego se probó que había sido un error para tapar otro error policial).
-Bueno, eso me hizo acordar al tema de la Justicia, la injusticia, de qué lado uno está.
-¿Lo vio como una reparación del pasado o …
(interrumpe) -También es una advertencia a futuro. Con una sospecha que surge de las actuaciones. Nosotros vemos los expedientes años después de que los hechos ocurrieron, pero terminamos fallando la mayoría de que cabía la presunción de inocencia y por eso quedó absuelto Carrera. La percepción de que se arma una causa involucrando a un inocente para cubrir un error, es de la mayor gravedad.
-¿Puso bajo llave los expedientes de ese caso y dejó un policía de custodia?
-Sí, sí …
-¿Por qué temor en particular?
-Porque esto venía tan mal que yo dije “lo único que falta es que cuando este expediente esté en mi vocalía ‘se pierda’, entre comillas. Y pensé en filmar también, porque yo necesitaba un día más el expediente. Esto venía tan complicado …
-¿Pero usted suponía que una parte involucrada podría intentar algo?
-Sí, sí, a lo mejor pudo haber sido exagerado, pero bueno … el expediente lo tenía yo. Sentí un gran alivio cuando una vez firmado el voto, había salido de mi vocalía.
-¿A la cancha dejó de ir desde que es juez de la Corte?
-Sí, no he ido. La verdad es que me han invitado y no he podido decir que sí, porque no he podido (hace una pausa) …
-Bueno, Boca tiene una comisión directiva … Daniel Angelici (presidente y a quien sindican como operador en la Justicia), Gustavo Ferrari (ministro de Justicia bonaerense) …
(Se ríe) -Claro, no he querido ser malinterpretado ni que sean malinterpretadas las personas que han tenido la gentileza de invitarme. Con lo cual, cuando vuelva, seguiré viniendo con la peña, que integran mis hijos, el peluquero del barrio …
-¿Cambió el trato de la gente hacia usted desde que es juez?
-Mmmm … Mi vida en Santa Fe es la misma, salgo con mi mujer, converso con el diariero, vamos a cenar algunas noches. No cambió nada. Acá tengo una vida bastante más artificial. No cultivo amistades, trabajo todo el día y ceno con ella. No soy muy afecto al cóctel, a la salida.
-¿Y con sus compañeros de la Corte qué relación tiene?
-Es de respeto, de aprecio y de respeto. Venimos de formaciones e historias de vida diferentes, y personalidades muy definidas. Y hace que hagamos un esfuerzo muy grande para lograr consenso, y a veces no se logra. Pero no tengo una relación social con ellos, y hay muy poco tiempo para tenerla.
Fuente: Clarín