Malestar de algunos jugadores con Luis Enrique, problemas con la prensa, una goleada que parece irremontable, un Real Madrid que arrasa.
La vuelta a las prácticas del Barcelona no ofreció caras diferentes a las del naufragio en París. Fue un día de esos en los que las piernas pesan mucho más y los gestos retratan el momento incómodo. El 4-0 frente al PSG, en el encuentro de ida de los octavos de final de la Champions League, transformó el escenario: lo que era expectativa de gloria es ahora impresión de fin de ciclo. Lo saben todos los que caminan por las instalaciones del gigante catalán: el golpe recibido mucho se parece a un nocaut. No sólo porque la historia de la máxima competición europea cuenta que jamás se remontó ese resultado fatídico sino porque en el plantel ya no habita aquella empatía de los mejores días.
Hay síntomas que comienzan a hacerse visibles. Según deslizó el diario Sport, desde el lugar de los hechos, uno de los futbolistas más representativos del plantel se paró frente a sus compañeros y confesó: “No estoy disfrutando de jugar al fútbol desde hace tiempo”. No trascendió el nombre. La duda queda latiendo: ¿habrá sido Lionel Messi, el dueño de la Era más exitosa del gigante catalán?
De todos modos, no fue sólo la goleada reciente lo que generó este clima de despedida. Hay varlas razones que lo explican:
1) Un vestuario en tiempos de saturación. Crackovia -el estupendo programa de imitaciones de TV3 de Cataluña- sirve espejo de cómo llegaba el Barcelona al Parque de los Príncipes: solos, en el vestuario, Luis Enrique le explica tácticas a Messi y dice “que la crisis de juego ya terminó”. El argentino se queja: “Esa frase ya la escuché tres veces esta temporada y al final siempre tengo que presionar yo para resolver la papeleta”. El humor, muchas veces, cuenta lo que no se puede contar. El crack rosarino no parece cómodo con tantas exigencias de pizarrón. Y cuando no está cómodo no parece capaz de ofrecerse en su máxima expresión. Otro detalle fundamental: no es el único que tiene esa sensación al momento de salir a la cancha. Iniesta y Busquets -dos de los cuatro capitanes del plantel- hablaron tras el partido de las dificultades tácticas que tuvieron ante el PSG. Los trapitos sucios que se lavaban adentro ahora se lavan bajo el sol de Barcelona.
En la escena siguiente de Crackovia, Luis Enrique canta una canción en la que se pregunta qué mediocampo armará contra el PSG. El entrenador decidió poner como titular al cuestionado André Gomes -su apuesta- y dejar afuera a Rakitic. Todos los analistas mostraron esa decisión como un error.
2) La prensa, otra dificultad para Luis Enrique. El después del partido en París también fue traumático. En la conferencia de prensa, el periodista Jordi Grau le hizo una consulta que incomodó al técnico: “¿Qué has intentado corregir tras la primera mitad? Porque tengo la sensación de que todo siguió igual”. Luis Enrique contestó. Lucía enojado. Luego volvió para encarar al autor de la pregunta. Tuvieron que contenerlo tres personas para que no terminara en un enfrentamiento a golpes. No es la primera vez que tiene altercados en su exitoso recorrido como técnico del Barcelona. Y eso que suma ocho títulos en dos temporadas y media. En la final de la Copa del Rey (el 27/5 ante Alavés) buscará el noveno. Sin embargo, está claro: la prensa no le perdona ni le perdonará nada. Nada.
3) Una temporada vacía. Durante esta campaña, el Barcelona ganó la Supercopa de España (ante Sevilla) y está a un triunfo de obtener la 29ª Copa del Rey de su historia. Con la Liga complicada (el Real Madrid es líder con un punto más y dos partidos por completar) y la Champions ante la urgencia de un milagro, la evaluación no es favorable. Se trata del Barcelona, un club que bien podría llamarse Deportivo Ganar Casi Siempre y en el cual quedar afuera en los octavos de la Champions se interpreta como un rotundo fracaso.
4) El Efecto Zidane. El Real Madrid -archirrival del Barça incluso más allá del campo de juego- vive días felices. Desde la llegada del francés hizo cartón lleno en el ámbito internacional: Champions, Mundial de Clubes de la FIFA y Supercopa de Europa. En la Liga, aparece como el gran candidato a otra conquista. El 3-1 al Nápoli lo posiciona de buen modo para seguir defendiendo el título en el continente. Para ir por La Duodécima. Cada uno de esos hitos sucedidos o posibles son dagas afiladas que atraviesan el presente del Barcelona.
5) ¿Y el contrato de Messi? El vínculo del argentino con el Barcelona finaliza el 30 de junio de 2018. Que aún no haya sido acordada su continuidad después de esa fecha tiene un costo político para la conducción del club, en especial para el presidente Josep María Bartomeu. El titular del club mantuvo varias reuniones con Jorge Messi, el padre del futbolista. Aún no no hubo acuerdo. Messi quiere que su nuevo contrato (quizá el último de su carrera) esté acompañado de un proyecto deportivo que procure garantizar días felices del Barcelona en Europa. ¿Será sin Luis Enrique? ¿Será con los jugadores que Messi decida?.