El Gobierno anunció ayer el nuevo esquema de tarifas y subsidios para la energía eléctrica, el gas y el agua. Es el esperado régimen con el que el ministro Sergio Massa buscará bajar el déficit y cumplir con el FMI. Se trata, además, el sector más sensible de este Gobierno, el mismo que le costó la cabeza a varios funcionarios de Alberto Fernández, como sus alfiles Martín Guzmán y Matías Kulfas.
“Esta segmentación ha sido basada en la justicia social y la equidad. Hemos planteado que llegue el subsidio al que más lo necesita y que la población de más ingresos puedan acompañar el ahorro fiscal”, dijo Flavia Royón, la funcionaria salteña que Massa designó al frente de la secretaría de Energía y con la que buscará poner fin a lo que Kulfas definió como un “internismo exasperante” que cruza a los funcionarios del área, varios de los cuales tampoco siguen en el Gobierno.
El Gobierno comunicó ayer cómo funcionará el nuevo esquema de subsidios y tarifas para el agua, el gas y la energía eléctrica, es decir, básicamente lo que van a pagar desde ahora los hogares argentinos por los servicios públicos básicos.
Lo que se sabe
“Esta medida contribuye a un Estado eficiente y ordenado. Vamos a trabajar para concretizar a la población sobre el uso eficiente del recurso”, prometió Royón ayer. A su lado, Malena Galmarini, presidente a Aysa, mostró la distorsión en las tarifas de agua con dos ejemplos contundentes: los habitantes del señorial edificio Kavanagh pagan en promedio menos de 2.000 pesos por mes, mientras que los del lujoso Chateau Libertador, unos $3.936 mensuales.
Para todos los servicios el Gobierno había fijado tres grupos de consumidores:
Nivel 1: usuarios de mayores ingresos y gente que no se anotó en el registro (269.000 hogares).
Nivel 2: usuarios de menores ingresos registrados (provisoriamente se incluirán beneficiarios de la tarifa social) con más de 2,8 millones de hogares.
Nivel 3: clientes de clase media, unos 2,6 millones hogares.
Como se sabía, la luz tendrá un tope de consumo para la tarifa con subsidios de 400 kWh mensuales por hogar. Novedad: las localidades que no cuenten con gas natural por red el tope se incrementará a 550 kWh.
Un ejemplo que dieron las fuentes oficiales: para un usuario de Edesur, con un consumo promedio de 300 kwh por mes, la factura final pasará de $1.467 en agosto a $2.285 en septiembre de 2022.
El gas es más complejo y había trascendido poco y nada del nuevo esquema. Los usuarios del Nivel 1 se quedarán sin subsidios en tramos hasta diciembre. Los del Nivel 2 no tendrán variantes y pagarán la misma factura que este mes. Los del Nivel 3 –los sectores medios– podrán acceder de subsidios a un volumen equivalente al 70% del promedio de los umbrales mínimo y máximo de cada categoría y subzona. Como pasa con la luz, el excedente a esos topes —que varían según la zona del país— no va a tener subsidio. Por ello, la parte de la factura que sobrepase esos 400 kWh pagará la tarifa completa.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, donde opera la empresa Metrogas, el tope anual será de 175 metros cúbicos para los usuarios R1 (la categoría más baja) y de 403 metros cúbicos para la categoría R2-1. Luego, esa cifra anual será mensualizada, se informó. Además, el Gobierno adelantó que se trabaja en una grilla con topes mes a mes para detallar a los usuarios. O sea, aún habrá más novedades para el gas.
En el caso del agua –ya había trascendido el lunes– también habrá tarifa plena para los usuarios residenciales y terrenos localizados en las zonas ingresos “altos”. Quienes ya cuentan con tarifa social no perderán el beneficio.
Para los usuarios localizados en zonas calificadas como “medias” la quita de subsidios se hará en tres etapas: tendrán 40% desde el 1° de noviembre y hasta el 31 de diciembre de 2022; luego, el 20% desde el 1° de enero y hasta el 28 de febrero de 2023. Y finalmente la eliminación del subsidio desde el 1° de marzo de 2023.
Lo que falta
“Hacen falta los cuadros tarifarios, que se explayen más. Dieron lineamientos generales, pero necesitamos más detalles”, le dijeron desde una empresa de gas a Infobae. Ahora, para el gas y la luz, el concepto clave será “cuadros tarifarios”. O sea, el ENRE y el Enargas, los reguladores, tendrán qué decirles a las distribuidoras quiénes pagarán con aumento y cuánto deberán abonar.
“Fue un anuncio de Energía. Hasta tanto los reguladores no bajen al ‘papel’ todo e instrumenten cómo hacerlo, no habrá nada concreto. El resto se aplica: nos pasan un listado de usuarios y nos dicen ‘a todos estos le aplican un precio de gas de tantos pesos a partir de tal fecha’. Y nosotros lo hacemos”, detallaron desde otra de las empresas.
Desde otra empresa de gas agregaron: “La factura que paga el usuario incluye el costo de gas, transporte, distribución e impuestos. Ayer se anunció la variación de un componente de factura (gas en PIST, o Punto de Ingreso al Sistema de Transporte), pero hasta tanto el Enargas no firme una resolución en donde a ese valor se le sume distribución y transporte, estamos ‘ciegos’ para facturar”.
Algunas distribuidoras ya avisan que según el momento del mes en el que se emitan las resoluciones y se envíe la información podrían tener algún cuello de botella logístico. “No debiera pasar porque hay tiempo. Está todo digitalizado, pero de un día para el otro no se puede hacer”, argumentaron.
El ahorro
Como explicó ayer Infobae, con este esquema el Gobierno espera ahorrar este año unos $50.000 millones. Cerca de Massa explican que es el triple de lo que se hubiera conseguido con el plan de segmentación de Martín Guzmán que nunca llegó a ver la luz, algo que signó su salida del gabinete. Ayer el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, estimó que será un 0,5% del Producto Bruto.
La energía no es un drama exclusivo de Fernández. Desde los 80, con los cortes programados durante el gobierno de Raúl Alfonsín, hasta hoy, todos los presidentes tuvieron padecimientos energéticos. “¿Por qué no se puede salir de ese atolladero?”, se le preguntó días atrás a Daniel Montamat, ex secretario de energía y ex presidente de YPF, en la primera edición de Dinero, la newsletter de Infobae Económico.
“La energía pasa a ser central para el problema macro argentino porque el populismo es igual a sacrificar el futuro en el altar del presente. Así, los sectores capital intensivos, quedan entrampados en el corto plazo y eso es igual al fin de la estrategia”, resumió Montamat.
“Luego se politizan y congelan los precios, algo que en un contexto de inflación es muy serio porque las distorsiones crecen muy fuerte. Se vulneran los marcos regulatorios, se intervienen los entes, se le da una señal a la demanda, que aumenta, cae la inversión y un país que tenía saldos exportables positivos empieza a importar y se afecta las cuentas externas. Y aparecen los subsidios, que se financian con impuestos y luego con emisión inflacionaria. Ese desbarajuste impacta directo en los bolsillos y empieza a faltar gasoil y gas en invierno, hay cortes de luz y no hay capitales para desarrollar Vaca Muerta. ¿Cuándo vamos a zafar de esto? Cuando la clase política recupere el largo plazo”, cerró el especialista.
fuente: infobae