Las tarjetas de crédito comenzaron a dejar de ser las mejores aliadas de los consumidores y van dando un paso al costado porque cada vez ofrecen menos posibilidades de financiamiento.
Tener una tasa regulada del 49% para la financiación del saldo de la tarjeta de crédito no es, precisamente, el mejor de los negocios para los bancos, ante la suba de tasas por parte del Banco Central, que los obliga a pagar 41,5% por los depósitos.
Es por eso que bajan los límites de crédito y empiezan a salir de las promociones, descuentos y cuotas sin interés, a excepción del Ahora 12, que es una iniciativa del Estado nacional.
En caída libre
De ahí que las operaciones con tarjetas de crédito vienen cayendo y registraron en febrero un saldo de $ 1.271.504, lo cual significa un aumento de solamente un 0,3% respecto al cierre del mes pasado, unos $ 4.371 millones por encima de enero, muy por debajo de la inflación esperada.
El crecimiento interanual, llegó al 39,2%, valor por debajo de la inflación del año. “El incremento de la tasa pasiva dispuesta por el BCRA no tuvo un correlato en la tasa máxima admitida para los financiamientos con tarjetas, por tal motivo cayeron varios planes promocionales de cuotas”, asegura Guillermo Barbero, Socio de First Capital Group.
Subas de tasas
Damián Di Pace, titular de Focus Market, agrega que, ante la suba de tasas del Central, se encarece el costo de fondeo, lo que desincentiva a los bancos a hacer este tipo de promociones y cuotas sin interés.
A su vez, estos descuentos son consensuados con los comercios, que cada vez más se ven tentados con promociones que favorezcan la liquidez inmediata en caja.
O sea, el pago en efectivo pasó a ser el nuevo rey. Si bien los descuentos por pago en efectivo no son nuevos, se intensifican ante la suba de tasas, que encarece el crédito para el comerciante, tanto en el descubierto como en el descuento de cheques.
Hay bancos que cobran hasta más de $ 12.000 por año por la renovación, en caso de que no se tenga bonificada por cuenta sueldo o por algún otro motivo.
Adíos a los promos
Por lo tanto, el poseedor de las tarjetas de crédito va perdiendo poder en relación a las promociones que antes tenía, pese a que el costo de renovación anual de la tarjeta y el mantenimiento del resumen mensual aumentan a la par de la inflación.
Por lo tanto, deja de ser un buen negocio no sólo para el banco, sino también para el usuario.
Hay bancos que cobran hasta más de $ 12.000 por año por la renovación, en caso de que no se tenga bonificada por cuenta sueldo o por algún otro motivo, mientras que por la administración y el mantenimiento de cuenta pueden cobrar hasta casi $ 1000 por mes.
Y mejor no perder la tarjeta ni que la roben, porque por la reposición cobran hasta $ 1250.
Fuente: Cronista