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Por Marcelo Pérez – Diario Cuarto Poder | La voracidad recaudatoria del intendente Germán Alfaro no tiene límites y por eso se las ingenia para que los automovilistas sean una buena fuente de ingresos para el Municipio. El intendente capitalino no sólo lucra con el estacionamiento pago callejero sino también con los que estacionan en lugares indebidos mal señalizados o conocidos como “cazabobos”. Los “zorros” están a la orden del día haciendo lo que mejor saben hacer.

El tránsito: un desastre

Salir a manejar por las calles de Tucumán es realmente un dolor de… ¡cabeza!, no sólo porque hay cientos de miles de autos, camiones, colectivos, motos y taxis transitando por calles y avenidas a toda hora todos los días, sino también porque hay que lidiar con la falta de estacionamiento, con los imprudentes, con los que no respetan las normas de tránsito, con las calles rotas, con los baches y el agua servida, y -como si fuera poco-, con los nunca bien ponderables “zorros”.

Muchos de ellos injustamente maltratados por la sociedad, pero otros no tanto: Inimputables que no se ponen ni colorados, pese a que fueron filmados pidiendo coimas, apagando luces de camiones, empujando autos a zonas prohibida de estacionar o desconociendo su labor. Todo con tal de recaudar, ya sea para ellos mismos o bien para la “corona” (léase la Municipalidad).

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Los de tránsito fueron filmados muchas veces cometiendo algún desliz en su labor, ¿cuántos otros casos más habrán que no fueron registrados?

¿Un nuevo kiosquito?

Lo cierto es que ahora, con la licitación de casi 292 calles a una empresa rosarina para que cobre el estacionamiento callejero a 50 pesos la hora, el negocio millonario entre la UTE y la Municipalidad traerá aparejado otro “kiosco” paralelo, como ser el cobro de las multas a los que estén mal estacionado, no hayan pagado por estacionar o que estacionen por más tiempo de lo pagado.

Para ello habrá más camiones y más grúas para remover y llevarse los autos al galpón municipal, con todo el costo logístico que ello significa, obviamente, para el infractor.

Con un parque automotor cercano a los 380.000 vehículos y siendo la provincia más pequeña del país, resulta fácil a los inspectores salir a cazar incautos infringiendo las normas básicas del tránsito, ya sea, estando flojos de papeles, no teniendo en condiciones el vehículo, circular sin los elementos de seguridad y estacionando mal o en zonas indebidas. En cualquiera de esas circunstancias hay motivos suficientes para ser pasibles de una multa.  Pero hete aquí que por equis motivos no hacen multas a todos los que transgreden las normas, sino que eligen adrede a sus “víctimas”, basados en no sé qué parámetro o estrategia.

Las zonas elegidas

Por ejemplo, una de las zonas predilectas para hacer controles es en la calle 24 de Septiembre, entre Bernabé Aráoz y Suipacha, o en la Marco Avellaneda, entre Córdoba y San Juan; cuando todo el mundo sabe que por la avenida Julio Argentino Roca o por la Francisco de Aguirre (una en la zona Sur y otra en la zona Norte), en cualquier esquina se puede “cazar” más infractores en cuestión de segundos. Pero parece que al intendente no le interesa ir detrás de las motitos que circulan sin patentes o los autos que apenas andan, y que ni luces tienen; prefieren sólo a los que entran al centro de la ciudad. ¿Habrá alguna cuestión política-electoral en el medio? Saben que quitar motos es ¡”piantavotos”!

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Las zonas elegidas para remover autos se ubican por lo general en Barrio Norte.

Estacionamientos “cazabobos”

Se trata de una cruel trampa para los incautos que deciden estacionar en aceras donde ven que hay otros vehículos aparcados, pese a que hay algún cartel viejo o tapado por ramas de árboles que dice Prohibido Estacionar. Sin pintura amarilla en los cordones y sin inspectores municipales a la vista, cuando el/la incauto/a deja el auto, a los pocos segundos llega la grúa municipal para enganchar al vehículo infractor y llevárselo al corralón. Eso ocurre especialmente en la avenida Salta al 600 y 700. Por ejemplo.

No habrá razón, motivo, ni explicación que alcance para que el auto sea bajado, por más que el dueño se presente justo cuando se disponen a poner el gancho al paragolpes.

_“Fue un minuto nada más”, grita una mujer (dueña del auto), azorada por el tremendo despliegue municipal para acarrear su vehículo.

A lo que el municipal le responde amablemente y con una sonrisa: “Dígale eso al juez de falta”.

_“¿A dónde lo llevan? háganme la multa, pero no se lleve el auto…” Es en vano, la decisión está tomada. El auto viajará hasta el Galpón Municipal.

La mujer no se calla e insiste porque ve que la ley no es pareja para todos: _“¿Y los otros autos, no están mal estacionados, por qué no los llevan también?”.

El municipal le explica que no tienen tantos camiones grúas para acarrear (…).

Lo cierto es que no todos son acarreados y muchos ni siquiera multados, vaya uno a saber por qué.

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En la calle (avenida) Salta siempre hay autos estacionados y no todos son removidos por la grúa, pese a estar mal estacionados.

No quejarse, porque será más caro

Acto seguido, la infractora en este caso debe gastar un montón de dinero en taxis para ir al Tribunal Municipal de Faltas (calle Jujuy al 200) y allí tratar de no quejarse, apelar o impugnar el accionar de los inspectores porque el castigo será peor y se perderá la posibilidad de pagar la “multa voluntaria”. O sea, calladita la boca, acepte y siga.

De ahí a tomar otro taxis hasta el Galpón Municipal ubicado en Celedonio Gutiérrez al 600, detrás del parque 9 de Julio, para recuperar su auto y terminar la odisea impensada por mal estacionar.

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Enrique Romero, subdirector de Tránsito Municipal, sabe qué personal tiene a su cargo.

Ni ellos se creen lo que dicen 

Lo extraño de esto es que en una nota realizada a medios periodísticos, el subdirector de Tránsito de la Municipalidad capitalina, Enrique Romero, comentó que sólo se acarrean los vehículos que están estacionados sobre rampas garages y en doble fila (no era este caso), cuando los dejan hasta una hora en doble fila o con las balizas puestas. (No era el caso de esta mujer).

La municipalidad cuenta con 4 vehículos con “tenedor” y 3 con rampa y malacate para enganchar el vehículo. También usan el gato hidráulico para levantarlos, moverlos hacia un costado y tratar de sacarlos.

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Para remover un auto con grúa debe estar ausente el conductor y estar perjudicando el normal y libre estacionamiento a un garage, o entrada y salida de ambulancias.

Qué dice la ley

Jorge Rodríguez Robledo, un abogado especialista en tránsito, explicó a un medio periodístico que el acarreo es una facultad propia de la Municipalidad y que puede hacerlo en forma directa o a través de terceros, siempre y cuando en la vía pública exista obstrucción a la circulación, se atente a la seguridad o se vean perjudicados derechos o intereses de terceros. Si no sucede ninguna de esas situaciones descriptas sólo correspondería colocarle en el parabrisas del auto el papel de la multa labrada por el inspector. Pero esto no ocurre porque estamos en Tucumán y el que tiene el poder de policía hace lo que quiere.

El protocolo de actuación

Según Jorge Rodríguez Robledo, hay un protocolo de actuación: constatar la falta de forma directa, hacer sonar el silbato, labrar acta correspondiente de infracción que se coloca en el parabrisas si no hay personas físicas y pedirle la circulación normal del vehículo si se encuentra en un lugar prohibido. Si eso no genera resultados y evidencia el inadecuado uso de la vía pública, recién se puede llamar a la grúa, para que sea trasladado al corralón municipal.

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Los “cazabobos” en acción por las calles de la capital tucumana.

Circular o tratar de estacionar por las calles céntricas de la ciudad es un verdadero dolor de cabeza. Más con calles mal señalizadas o con carteles ocultos y cubiertos por las ramas de árboles. Salir indemne de esa maraña de vehículos, de los zorros, las grúas y los trapitos, es una verdadera odisea diaria.

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