Por Ricardo Rivas* de Diario Cuarto Poder / Entrevista. En diálogo con el escritor Manuel Rivas, director de este medio de comunicación, abordamos la actividad literaria personal y la relacionada con el ámbito de la escritura y sus necesidades. Los proyectos para este año.
—¿Cómo surgió la idea de la Sección Letras de Fuego en Diario Cuarto Poder?
—En realidad, es la continuidad de una idea que surgió en medio del aislamiento total impuesto por la pandemia de Covid-19. En aquel momento, teníamos a lectores y escritores encerrados, sin posibilidades de conexión masiva y es por ello que creamos la sección Escritores contra la pandemia, que fue un éxito. Constituyó una especie de puente entre autores y lectores que luego del aislamiento perduró y dio lugar a la actual Letras de Fuego, en donde recibimos colaboraciones de cuentos, poesías, e incluso capítulos de novelas, además de realizar notas, entrevistas y comentarios de libros. Letras de Fuego les ofrece a los escritores espacios de difusión y circulación virtual.
—¿A qué atribuye la continuidad del éxito de esta idea?
—A una gran necesidad. Primero, la necesidad de los escritores de darse a conocer y presentar a los hijos de su invención literaria. Segundo, al placer que les genera a muchas personas la lectura y que, por cuestiones económicas, la compra de libros no es una prioridad en estos tiempos de creciente inflación. Nuestro medio no les cobra ni a los escritores ni a los lectores por el uso de este puente virtual.
—¿Qué sensación le despiertan estos resultados?
—Más que nada, la satisfacción de acercar a dos sectores que se complementan perfectamente. Pero también la sensación de hacer, desde el medio que un día soñé fundar, lo que hubiera querido tener en mis tiempos juveniles como potencial escritor. En los 90 no había muchas opciones y, sin embargo, tuve mucha ayuda de gente desinteresada y generosa, como la poeta Lunela, o el locutor y conductor radial Carlos Diez, por ejemplo.
—¿Qué balance hace de su libro de cuentos “Los guantes amarillos”?
—Me hizo ganar en un 200%. En primer lugar, porque a pesar de ser el segundo libro de mi cosecha personal, fue el primero netamente literario. Fue el homenaje soñado a mi padre, Manuel Martiniano Rivas, de quien siempre atesoraré los mejores momentos. Agradezco la confianza depositada en mí por Pablo Donzelli, de la Editorial La Papa y por los espacios de difusión que se abrieron a partir de ahí. Estuve en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en una presentación en la que me acompañó María Belén Aguirre, quien también estuvo en el Mayo de las Letras, junto a la gran escritora Nancy Olivera, una de las animadoras culturales del NOA. Y luego en muchos encuentros, en donde los cuentos de “Los guantes amarillos” fueron presentándose con buena repercusión del público. Finalmente, el libro se agotó. Ojo, no es que se haya cansado (ríe de la ocurrencia) sino que ya no quedan ejemplares.
—¿Cómo sintió el ámbito literario en esta cercanía personal, ya fuera de su rol periodístico?
—Como en todo ámbito, hay muchos celos, crítica y egos muy grandes, pero también hay una generosidad sin límites, empatía y fuertes apoyos que te permiten crecer. Siempre digo que el ámbito literario es un mar de tiburones, pero que ante ello es mejor ser delfines, nadar juntos, hacer piruetas y ayudarnos mutuamente. Es fácil criticar al que hace sin saber qué esfuerzos tiene que realizar para alcanzar los logros o metas que se propone. Afortunadamente tengo muchos delfines amigos y amigas que escriben (suelta otra risa contagiosa).
—¿Puede mencionar a esos delfines?
—Siempre se corre el riesgo de incurrir en un olvido involuntario. (Cierra los ojos como buscando en la memoria) En realidad, los delfines en mi vida son muchos y se los agradezco cuando puedo, como por ejemplo, a mis compañeros del Taller Repentista, encabezados por Inés Cortón, con quienes hemos probado que se puede conformar un equipo de escritores en los mundiales de escritura; a Marx Bauzá, Romi Carrizo y Eugenia Valoy, que me permitieron regresar a las letras desde el Multiespacio Cultural Tu Punto de Encuentro de Las Talitas; a Alejandra Burzac Sáenz, que me abrió las puertas de la SADE Tucumán, y a quien admiro por su empuje, su solidaridad, su amistad y por ser una gran gestora de la cultura. También a escritores y gestores culturales como Ernesto Rojas, Melcy Ocampo, Silvia Ojeda, Lucía Carmona, Rossana Cardozo, Rubén Díaz Camacho, Patricia Mora, Mónica Cazón y la Asociación Literaria Dr. David Lagmanovich, Daniel Mora, Alejandra Norma Carmona -nieta de Virgilio Carmona-, Guillermo Siles, Gabo Acosta, Guadalupe Albornoz y Alejandra Díaz, entre otros. Sin ellos, no se generarían espacios de difusión. También son delfines varios escritores con los que charlo sobre literatura y compartimos noticias, como Luciano Núñez, Andrés Kischner, Daniel Posse, Andrea Rivas, Nancy Olivera, Gustavo Díaz Arias, Fabián Soberón, Verónica González y, por supuesto, María Belén Aguirre. Además del artista visual Ramón Teves y el músico Juan Rosasco, dos grosos.
—¿Cómo es María Belén Aguirre?
—Es un ser de luz, un espíritu inspirador. Sensible, sencilla, humilde, ingeniosa, y con un talento que no tiene techo. Siempre digo que escribe en estado de gracia y no exagero. Nada me sorprende de su capacidad de producir textos impactantes. Lo bueno es que, a cada paso, son muchos los críticos especializados que coinciden en eso. Sostengo que se trata de un talento que los tucumanos tenemos que proteger y valorar. Es como en el fútbol actual, que hay que proteger a los talentosos. La atacaron mucho antes, durante y después de haber ganado el Premio del Fondo Nacional de las Artes en 2020. A ella hay que cuidarla, porque nos dará muchas satisfacciones y seguirá llevando a Tucumán a los primeros planos.
—¿Cree que hay una grieta entre el academicismo y el autodidactismo?
—No. Existe lo que se alimenta. En mi caso, concibo a la literatura como un arte de generosidad interior que se expande hacia afuera y eso no tiene que ver totalmente con la academia o la calle. Más que nada es una medida de cantidad de herramientas de las que se dispone, que también se hace relativo en el uso que le damos a ellas. Si vamos a los ejemplos, Jorge Luis Borges fue bachiller y Julio Cortázar fue maestro. Un día, la escritora bonaerense Inés Cortón me contó que alguien le dijo despectivamente, en relación a su sueño de ser escritora, que nunca dejaría de ser una maestra. Le dije entonces: “Te hicieron el halago más lindo del mundo”. También uno podría preguntarse ¿Quién puede decir que el maestro Juan Robledo no es un poeta del pueblo?
—¿Es difícil hallar humildad en la grandeza?
—Como periodista me ha tocado entrevistar a la escritora riojana Lucía Carmona, quien es una de las grandes poetas argentinas y es la más sencilla persona que conocí. En aquella nota dio una definición de esa humildad al decir: “tenemos que esperar el poema desnudos de vanidad”. También charlar con la autora santiagueña Melcy Ocampo, y comprobar que el don de gente no tiene nada que ver con la estatura literaria. Lo mismo me pasó con el salteño, Eduardo Ceballos, un hombre con tantos logros y un ser de carne y hueso con el que se puede charlar amenamente. Los verdaderos grandes saben de la humildad, lo que no quiere decir que no sean conscientes de sus logros.
—¿Cómo está la asociación a la que pertenece?
—Los integrantes de la Asociación Ilícita de los Poetas Muertos “Alejandra Pizarnik” estamos velando las armas (sonríe). Este año, junto a Gustavo Díaz Arias y Verónica González, haremos diversas actividades que representarán, no solo nuestra presentación oficial ante la gente, sino la consolidación de una idea que está reflejada en nuestra carta fundacional que, poco a poco, daremos a conocer para sumar a aquellos escritores que se identifiquen con ello.
—¿Qué novedades literarias prepara para este 2023?
—En lo personal, están esperando a entrar a la cancha varios libros. Uno de ellos, “La fuente de Medusa”, es el hermanito menor de “Los guantes amarillos” y ya está listo con 25 cuentos que lo integran; también mi novela “Cenizas del Uritorco”, un homenaje a mi madre que choca con la dificultad de la extensión; dos libros de poemas, uno de ellos se llama “Mujer universo” y el otro está aún sin titular. Espero este año poder terminar con mi nouvelle “La jaula de los canarios”, en fin, hay bastante trabajo por delante.
—¿Y fuera de lo personal, qué proyecta para este año?
—Tenemos en mente profundizar la difusión de los escritores a través de un gran proyecto, pero ya lo daremos a conocer oficialmente en marzo próximo. Hay que mantener el misterio… (dice mientras guiña un ojo con complicidad para dar por terminada la entrevista).
*Columnista y periodista de Diario Cuarto Poder.
Datos biográficos del autor
Manuel Ernesto Rivas nació en Capital Federal en 1972. Se radicó en Tucumán en 1979. Es profesor de Letras e Historia, periodista y escritor. Trabajó dos décadas en escuelas públicas y privadas de la provincia.
Se desempeñó como periodista en los diarios Siglo XXI (El Siglo) y El Tribuno de Tucumán, en donde llegó a Jefe de Información General y Coordinador General, respectivamente. En 2016 fundó el medio digital Diario Cuarto Poder, que dirige.
Condujo los programas radiales “Educación para todos”, “Primera Hora” y “Mensajes en la radio”. Publicó el libro de investigación periodística “Plan CoreANO” La causa que hundió al Plan Belgrano (2017).
En lo literario, obtuvo premios en la Sociedad Sarmiento, Juegos Florales de San Miguel de Tucumán y el Círculo Sardo. Integró dos antologías de la Sociedad Sarmiento (1999-2000) y una del I Certamen Literario del NOA titulada “La casa de los enanos” (2021), con el cuento “La búsqueda”. Fue cofundador del suplemento literario “Caballo Verde”, editado por el diario El Siglo (2005).
Fundó, junto a los escritores Verónica González y Gustavo Díaz Arias, la Asociación ilícita de los poetas muertos “Alejandra Pizarnik” (2021). Integra el Taller Repentista que dirige la escritora Inés Cortón. “Los guantes amarillos” es su primer libro individual.