“Subete a mi moto” cuenta la historia de un éxito, sin embargo, apenas explora cómo esa banda multifamosa se transformó en una experiencia traumática para muchos de sus jóvenes integrantes.
Los que buscaban conocer un poco más sobre los primeros pasos de Ricky Martin como cantante, reafirmar el talento innato de Robi Draco Rosa o simplemente recordar con una sonrisa esa banda pop que marcó su adolescencia en los no tan lejanos 80 se encontraron con una sorpresa al ver Súbete a mi moto, la serie de Amazon Prime Video. Lejos de presentar una historia edulcorada del grupo Menudo, un conjunto de canciones pegadizas o proponer un viaje a la nostalgia, la serie explora cómo un productor tan creativo como inescrupuloso –Edgardo Díaz interpretado por Yamil Ureña y Braulio Castillo– transforma a un grupo infantojuvenil en un fenómeno comercial sin importar consecuencias ni dilemas morales. Pero sin dudas, lo que resulta más estremecedor es saber que detrás de esos adolescentes que se mostraban felices había una historia de explotación laboral y abuso sexual. La serie, sin embargo, no muestra ni denuncia esos delitos.
Súbete a mi moto centra su relato en Edgardo Díaz y como ese hasta entonces desconocido productor llevó a su creación, Menudo, a vender 20 millones de discos. Díaz había trabajado con una agrupación juvenil española llamada La pandilla siguiendo el modelo de los famosos Jackson 5 que integraba Michael Jackson. De regreso en su Puerto Rico natal decidió replicar ese modelo de banda pop juvenil. Así nació Menudo, un grupo de adolescentes talentosos y carismáticos que cantaban afinado, bailaban con habilidad y con rostros no perfectos pero sí angelicales. La suma de todo resultó el combo soñado: éxito seguro y ganancias millonarias.
Para que esa esencia adolescente e identidad de la banda no se perdiera, Díaz estableció reglas tajantes. Sus integrante debían abandonar el grupo al cumplir 17 años, también si les cambiaba la voz, si les crecía el vello facial o se volvían demasiado altos. En el escenario debían transmitir una imagen de desprejuiciada inocencia, pero detrás de bambalinas esa inocencia estallaría en miles de pedazos sin que nadie se preocupara demasiado.
La serie muestra cómo fueron alcanzando el estrellato, la desfachatez del productor para apropiarse de ideas ajenas y la menudomanía desatada. Pero lo que resulta por lo menos llamativo es que no indaga en el abuso sexual y la explotación laboral, que denunciaron varios de sus integrantes ya adultos. Al trascender estas denuncias y como ocurrió con “Leaving Neverland”, el documental que mostró el lado más oscuro de Michael Jackson, uno no puede dejar de preguntarse dónde estaban los grandes que debían cuidar a esos chicos.
El primero en romper el silencio y denunciar lo vivido fue Roy Roselló. Fue miembro de Menudo en la misma época que Ricky Martin y Robi Draco Rosa. Ya había hablado del espanto atravesado en 2014, en el programa Domingo Show. En esa ocasión denunció que el productor lo agravió sexualmente, motivo que lo habría hecho caer en una depresión que lo llevó a varios intentos de suicidio.
“Yo te digo que fueron más tristezas que alegrías, yo me tuve que someter a ser abusado sexualmente por él, al momento que él quería, al momento que él decía: ‘Ven aquí y quítate los pantalones, yo quiero esto contigo’, y mismo yo llorando, yo sufriendo la situación, él viendo que yo estaba a punto de explotar, a punto de acabar con mi vida, porque mi primera tentativa de suicidio fue antes de yo salir de Menudo, fue en la mansión, en La loma, que él no lo contó, porque claro que él tiene miedo”, narró en ese programa.
También en 2014 denunció otro hecho. “Organizaron una fiesta en una mansión de Puerto Rico, y cuando llegué a la casa alguien me dijo que fuese a ver a Edgardo a su habitación. Nunca se lo conté a mi familia, me daba vergüenza. En aquella época, Edgardo era muy poderoso, tenía muchos abogados. En esa fiesta, cuando llegué a la habitación, vi a Ricky Martin vestido de mujer. Llamé a Robi, que vino y le dio un puño a Edgardo mientras yo salía de allí corriendo. Llegué a la calle y me tumbé en la carretera rezando para que un coche me atropellara”.
Al trascender las acusaciones de Roselló, Díaz emitió un comunicado desmintiendo las acusaciones. “Mi trayectoria profesional y mi carácter como individuo son incuestionables. Llevo muchos años trabajando en proyectos con familias que me han brindado su confianza por la seriedad de mis ejecutorias. No voy a pasar lo que me resta de vida defendiéndome y respondiendo a acusaciones. La vida es solo una y yo la vivo en paz”, escribió.
Al año siguiente, las denuncias volvieron sobre Díaz. Esta vez sobre el maltrato laboral al que sometía a sus integrantes. Angelo García, que integró Menudo de 1988 a 1990, en el programa mexicano Suelta la Ropa, contó: “Las jornadas laborales no eran saludables para un niño. Me la pasaba siempre enfermo, con asma y la voz ronca, porque no dormíamos lo suficiente”. A esto se le sumaba que “la dieta no era la mejor y eso era porque no teníamos tiempo para comer”, contó.
También narró un hecho que vivió en un concierto en tierra venezolana. Sintió un fuerte dolor abdominal y se lo dijo al productor que le contestó con un “lo que pasa es que tu no quieres trabajar”. García comenzó a vomitar sangre y fue llevado de urgencia al hospital donde de urgencia lo operaron de apendicitis.
Pero lo peor fue cuando reconoció que “Edgardo Díaz no me abusó sexualmente, fueron amigos, personas cercanas a él. Estoy seguro de que no fui el único que sufrió abuso sexual”.
Jonathan Montenegro, otro ex integrante, se sumó a las acusaciones, y relató en el programa de televisión mexicano Ventaneando un episodio violento que presenció durante su tiempo en la banda. “Recuerdo una noche que tuve que encerrarme en el baño porque vi cómo mi otro compañero fue golpeado por una tontería. La situación fue por una tontería. Recuerdo que estábamos jugando a hacernos unos tatuajes con unos marcadores, y estábamos en un mueble de cuero, y como no esperamos a que se secara nos acostamos a dormir y se manchó el mueble. Al día siguiente, este personaje encuentra todo esto así y fue como un estallido desde mi punto de vista injustificado”, contó. Sobre las acusaciones de abuso sexual, dijo que él sí sabía de varios episodios pero que jamás fue testigo.
Como García, Montenegro también fue obligado a trabajar estando enfermo ya que las licencias eran impensadas. “Había como un conflicto entre la salud y la responsabilidad profesional, teníamos que trabajar en muchas ocasiones indispuestos porque nuestra salud estaba delicada”, subrayó y reveló que tuvo que actuar con hepatitis.
René Farrait también dejó entrever los abusos cometidos por Díaz. “Él (Edgardo) sabe perfectamente todo lo que pasó allí. Son acusaciones muy serias. Esto no es un chiste. Esto es algo muy doloroso, bochornoso y asqueroso”, declaró en el programa boricua La sopa.
Ante estas revelaciones, otros antiguos integrantes suavizaron sus experiencias. Uno de ellos fue Johnny Lozada. “Puedo hablar de mi vida, yo no puedo hablar de lo que le sucedió a los demás, estoy escuchando este tipo de cosas por primera vez. Cuando yo estuve en el grupo era otra cosa, no vi este tipo de cosas, te soy honesto, tengo que ser bien honesto, yo era un niño que se estaba divirtiendo porque estaba dándose una gran vida. Le dieron la oportunidad de estar en un grupo a nivel internacional y que me ha hecho lo que soy hoy en día, y eso se lo agradezco”, reveló en una charla retomada por el programa Despierta América.
El estreno de la bioserie hizo recordar un incidente que tuvo lugar en 1990 cuando dos integrantes de la banda fueron arrestados por posesión de drogas en el aeropuerto de Miami. En ese contexto Rawy Torres otro de los integrantes que perteneció a Menudo admitió que el tema de las drogas era conocido por todos, y aunque no especificó más, sí dejó claro que no fue un tema aislado en la historia de la emblemática boy band.
Abusos silenciados, explotación laboral, consumo de drogas de menores y adultos más preocupados en sus intereses que en los de los jóvenes. Demasiados puntos oscuros de una banda que proponía un mundo alegre y despreocupado. Un grupo cuyos integrantes cantaban en público, pero a los que en privado pocos o nadie se atrevieron a escucharlos y mínimamente, ayudarlos.