Por Fabián Seidán para diario CUARTO PODER
La llegada del coronavirus al país mostró las dos caras de los argentinos: los que luchan para sacar al país adelante y los que quieren sacar ventajas personales.
Todos los días se aplaude a las 21.00 hs en punto a los médicos argentinos. Verdaderos héroes en esta lucha desigual que llevamos adelante contra un enemigo invisible. En el medio y dando la cara está el presidente de la Nación, Alberto Fernández, quien demostró que no le tiembla el pulso a la hora de decidir y elegir entre la vida y la economía del país. Fernández, nos guste o no, lo hayamos votado o no, demostró que está dispuesto a jugarse todo contra el coronavirus, pese a no contar –desde mi punto de vista- con el equipo necesario para hacer frente a todos los frente de batalla.
Porque su ministro de Salud, Ginés González García, más preocupado por el aborto legal y el dengue, reaccionó tarde ante la inminente llegada de la pandemia mortal al país y casi se produce un desastre. Porque su vice presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en vez de ponerse a la par y apoyarlo codo a codo, prefirió irse a Cuba para volver a la semana con su hija Florencia, en medio de las restricciones y los consejos de aislamiento social. Qué útil hubiese sido Cristina hablándole a su gente, hacerles entender la importancia de cumplir con la cuarentena. Gente que la ama, la idolatra y sólo la escucha a ella.
Alberto tuvo que crecer rápidamente, casi de “prepo”, ponerse los pantalones largo para gobernar un país tan complicado como el nuestro, lleno de grietas, de diferencias y de gente que hace culto de la “viveza criolla”, esa filosofía de vida acuñada por muchos desde hace mucho tiempo, y que tanto daño le hace al país política, social y económicamente.
Los muertos por el coronavirus en Argentina rondan las 63 personas, mientras que los infectados son algo más de 1.700, una cifra que si bien no es ideal (lo ideal sería cero en todo) es alentadora en comparación con otros países que no actuaron a tiempo frente al virus.
Amén a los números, con el dictado de la cuarentena obligatoria, surgieron héroes y antihéroes en nuestro país. Los héroes: médicos, enfermeros y bioquímicos (estos últimos muy importantes a la hora de analizar y confirmar la infección, pero no reconocidos por las autoridades); los periodistas, que gracias a su labor el pueblo está informados y puede saber en medio del aislamiento lo que pasa en el país y el mundo; las fuerzas de seguridad (policías, militares, gendarmes, aeronáutica, inspectores y guardias urbanas) y algunos políticos –sólo algunos- que se jugaron y decidieron donar sus sueldos para colaborar con la compra de insumos médicos para los hospitales.
Y por otro lado están los antihéroes; esos sujetos viles, despreciables, que se aprovecharon de la situación para mostrar su peor cara en medio de la pandemia. Los enumeremos:
Los banqueros y bancarios: que en medio de la cuarentena y la crisis del coronavirus, hicieron un desastre con los jubilados en su primer día de cobro de haberes. Justamente se trata del principal grupo de riesgo de la pandemia de COVID-19 que debería estar protegido y cumplir a rajatabla la cuarentena social obligatoria, fueron maltratados al ser expuesto a un contagio en medo de la gran cantidad de gente que concurrió a cobrar.
No conforme con ello, ahora el gremio de los bancarios pide un bono extra para sus trabajadores si se quiere volver a abrir las entidades y atender al público en general. Si eso no es ser malaleche, anda por ahí. Cero en solidaridad sobre todo de un sector de trabajadores que está entre los mejores pagos del país.
Los comerciantes: Aquí englobamos a mayoristas, supermercados, almacenes, drugstore, kioscos, verdulerías, carnicerías y pescaderías; todos, a su modo y ante la confusión general por el aislamiento obligatorio, decidieron subir los precio de distintos productos esenciales, algunos tímidamente otros abusivamente. Como sea, se aprovecharon de la situación para hacer una diferencia económica a costa de la necesidad de abastecimiento de la población. Tarde reaccionó el gobierno para ir a los negocios a controlarlos y clausurarlos a algunos. Fueron unos verdaderos atorrantes!!
Las farmacias: que si bien podrían estar incluidas con los comerciantes –porque al fin y al cabo son comerciantes también- que se abusaron y quintuplicaron precios de productos como barbijos y alcohol en gel cuando vieron crecer la demanda. Los más “vivos” los estoquearon y cuando había denuncias de sobreprecios ponían cartelitos de “Sin stock”; pero ahí estaban, a la espera de algún cliente desesperado que pague lo que no vale, por miedo al contagio del coronavirus. Hoy un barbijo común cuesta alrededor de 70 y hasta 150 pesos cuando hace dos meses no superaba los 10 pesos. En tanto, el alcohol de 500 mililitros que valía 60 pesos hoy ronda los 140. El alcohol en gel es más caro aún: por 250 ml cuesta 280 pesos. ¡Sinvergüenzas!
Los que no respetan la cuarentena: Son casi 3.000 las personas detenidas en la provincia por no cumplir con el aislamiento social obligatorio. Son personas inescrupulosas que no miden la gravedad de la situación y las consecuencias que pueden acarrear con su insolencia. Acaso no entienden que la medida gubernamental busca salvarlos a ellos y a sus familias de un virus que es letal? El castigo y la multa servirán para que recapaciten.
Los egoístas miedosos: Sí, aquellos vecinos que ven a una persona con delantal o con ambo, y corren a ocultarse y pegan notas en las paredes exigiendo que no toquen nada (más o menos que ni respiren) al pasar por su lado. Y si viven en edificios, piden que ni siquiera se atrevan a usar el ascensor. Son personas nefastas que no reconocen la labor de nuestros médicos y de todo el personal de la Salud que están al frente de la batalla, luchando día a día en los hospitales, arriesgando su vida y la de su familia, por el bien común y por un mísero salario.
Los funcionarios: Los que hacen “negocios” o -si se quiere ser más benevolente- que se equivocan feo con el dinero del Estado, destinado a la asistencia de los más necesitados. Aquí tenemos dos casos puntuales que fueron Trending Topic (temas del momento) en las últimas horas porque rozan la corrupción. Es el caso de las compras con sobreprecios de alimentos (fideos, aceites, arroz y azúcar) por parte del Ministerio de Desarrollo Social que conduce Daniel Arroyo. El funcionario había quedado en el ojo de la tormenta, pero luego salió a la luz que un funcionario de su cartera junto a otros 14 empleados fueron quienes realizaron las compras, pagando tres veces más caro a un mayorista, que los precios de los mismos productos en cualquier supermercado. Sólo algunos fueron despedidos del organismo nacional para calmar las aguas.
El otro escándalo, se generó en el PAMI (que dirige Luana Volnovich, novia de Máximo Kirchner). Este organismo también pagó de más por el alcohol en gel, que compró en una contratación directa. Hubo fuertes sobreprecios, muy por arriba que los valores de mercado y que en las farmacias. El PAMI compró 1.500 sachets de alcohol en gel de 800 mililitros, pagó 1.086 pesos por cada uno, un valor mucho más alto al que se consigue en farmacias donde se venden los 5 litros entre 2.500 y 3.500 pesos. Tomando el valor más alto serían unos 700 pesos por litro. En total, el PAMI desembolsó 1.629.855 pesos en la compra directa. Desde el organismo esgrimieron una defensa endeble: dijeron que el alcohol en gel se decidió por “urgencia” en el marco de la pandemia del coronavirus. y sí, los “vivos” siempre apelan a la urgencia para intentar zafar.
En fin, muchos antihéroes que no pueden ocultar su cara porque es la única que tienen.