Jair Bolsonaro busca la reelección y Luiz Inácio Lula da Silva la revancha en un tercer mandato. Además, los brasileños eligen gobernadores, 27 de los 81 senadores, los 513 diputados federales y 1.035 diputados estatales.
Entre temores y esperanzas, hoy es el gran día de la votación más polarizada de siempre en Brasil. Hasta la última papeleta es probable que haya sorpresas y además del presidente, los brasileños elegirán los gobernadores, 27 de los 81 senadores, todos los 513 diputados federales y 1.035 diputados estatales. Los últimos sondeos de ayer dan a Luiz Inácio Lula da Silva por delante de Jair Messias Bolsonaro. Según Datafolha Lula tiene el 50% de intenciones de voto contra el 36% de su rival, mientras que para Ipec estaría en el 51%, con Bolsonaro apenas al 37%. En Brasil se necesita superar el 50% de los votos para ganar. A pesar de estos sondeos, quedan muchas incógnitas. El riesgo de un elevado abstencionismo, la posibilidad de una escalada de violencia y, en caso de victoria de Lula en primera vuelta, de acaloradas protestas con acusaciones de fraude por parte de Bolsonaro podrían cambiar rápidamente el escenario.
Y también hay giros como la revelación publicada anoche por el sitio web de noticias “O Antagonista” de parte de las escuchas telefónicas grabadas por la Policía Federal brasileña en el marco de la Operación Ángeles Custodios. En agosto las autoridades frustraron un plan de fuga para liberar al líder del grupo delictivo más importante de Brasil, el Primer Comando Capital (PCC), Marcos Willians Herbas Camacho, conocido como Marcola, junto con otros miembros de la organización. En las interceptaciones Marcola declaró su voto a Lula. “Lula es un verdadero ladrón (…) Es mejor Lula en el poder, aunque sea un tramposo (pilantra), y un cero a la izquierda, mejor él que Bolsonaro porque (Bolsonaro) está demasiado cerca de la policía y de las milicias”, dijo. Los partidos de la coalición de Lula, la coalición Brasil de la Esperanza, reaccionaron a esta noticia denunciando a Bolsonaro, a su hijo Flávio y a otras 16 personas ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) para que se retiren de internet los 300 enlaces con el audio de Marcola que circulan desde anoche. “Vincular al PT con el PCC no es nada nuevo en estas elecciones”, dice la denuncia, “y el TSE ya ha declarado previamente la falsedad de esta información”.
Es en este clima que los brasileños hoy van a las urnas. En Brasil se vota a partir de los 16 años, pero el voto pasa a ser obligatorio a partir de los 18. El Partido de los Trabajadores (PT) apuesta fuerte por el voto de los jóvenes de la periferia, que han aumentado un 55% este año su demanda de títulos electorales, pero al mismo tiempo, sobre todo en caso de segunda vuelta, teme su abstencionismo. En las últimas elecciones municipales de 2020, el 23,15% de los electores con derecho a voto no fueron a las urnas. La verdadera pregunta es si las elecciones de este año, que parecen más una reacción al gobierno de Bolsonaro que a favor del nuevo candidato, lograrán realmente convertir el descontento en votos. En Brasil, de hecho – y nunca como ahora con la polarización entre Lula y Bolsonaro – es frecuente el llamado voto “avergonzado”, que se produce cuando el votante tiene “vergüenza” de expresar sus verdaderas intenciones y por eso declara en las encuestas lo contrario de lo que hará, interfiriendo así en la veracidad de las mismas. También habrá que entender en qué medida afectará la propaganda en Internet y cuántos votos logrará mover. En comparación con las elecciones de 2018, de hecho, se gastó un 66% más de dinero, es decir 165 millones de reales (30,5 millones de dólares), en anuncios patrocinados en los motores de búsqueda y en vídeos publicados en las redes sociales.
Esta amplificación de contenidos virtuales también corre el riesgo de crear problemas y transmitir muchas noticias falsas. Tanto es así, que el TSE ha convocado en los últimos días a los representantes de los principales medios de comunicación social para que eliminen rápidamente todo el contenido que transmita desinformación e incite a la violencia. Esta medida forma parte de un plan de seguridad mucho más amplio y sin precedentes establecido por el TSE en todo el país. El objetivo es evitar un asedio como el del Capitolio, el 6 de enero 2021 en Washington. 11,5 mil policías serán desplegados para proteger los edificios institucionales en Brasilia junto con barreras anti drones, mientras que en las demás ciudades más de 500 mil agentes se encargarán de la seguridad y la policía ya ha previsto separar los espacios donde podrían concentrarse los votantes de Lula y Bolsonaro. Además, se ha prohibido el porte de armas y municiones en esta jornada electoral y, por primera vez en la historia del país desde el fin de la dictadura en 1985, no se realizarán encuestas a pie de urna fuera de los colegios electorales. El temor es que se repitan los ataques que ya se han producido en los últimos días contra los trabajadores electorales. Además, en los últimos meses se han intensificado las agresiones por motivos políticos, a menudo mortales, el vandalismo y las peleas. “No vamos a la guerra, simplemente vamos a votar”, dijo sin embargo el ministro de Justicia, Anderson Torres, para calmar al país.
“La fiesta de la democracia es para todos los brasileños y brasileñas, en paz, seguridad y armonía”, declaró anoche el presidente del TSE, Alexandre de Moraes, en un mensaje televisado. También el jefe de la misión de observación electoral de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore), Lorenzo Córdova, defendió el sistema de voto electrónico. “No hay posibilidad de fraude en las elecciones brasileñas”, dijo.
Bolsonaro, de hecho, ha amenazado en varias ocasiones, como hizo Donald Trump en Estados Unidos, con la posibilidad de un fraude electoral que podría desatar una ola de violencia. En julio, el presidente había convocado a los embajadores extranjeros al Palacio de Planalto para tratar el tema. Precisamente por esto fue condenado en días pasados por el TSE a pagar una multa de 20 mil reales (3,7 mil dólares). Hace unos días, en un encuentro con mujeres evangélicas en Minas Gerais, había evocado 1964, el año en que comenzó la dictadura militar en Brasil, y luego pidió a sus votantes esa “sabiduría para que podamos, muy adelante, entregar a quien me suceda democráticamente y en una elección límpia la continuidad del gobierno”. Pero fueron los propios militares los que disiparon cualquier hipótesis de golpe. El Alto Mando del Ejército lo anunció sin tapujos: “El que gane se lleva”.
Mientras tanto, Bolsonaro recibió el apoyo del expresidente Trump, quien en un vídeo anima a los brasileños a votar por Bolsonaro porque es “un líder fantástico, uno de los mejores presidentes” y porque “ha hecho un trabajo increíble para la economía” del país. También el presidente húngaro Viktor Orbán, en un vídeo retuiteado por el presidente, destacó que Bolsonaro “fue tan valiente al poner a Brasil primero y a Dios primero”. Tampoco faltó el apoyo de José Antonio Kast, que perdió frente a Boric en las últimas elecciones presidenciales en Chile. Varios otros derechistas en Colombia, España, Portugal y en Argentina, como Javier Milei, también han respaldado a Bolsonaro.
A su vez, Lula recibió el apoyo del senador estadounidense Bernie Sanders y de líderes europeos como el ex presidente francés François Hollande, el ex jefe de gobierno español José Louis Rodríguez Zapatero y los ex primeros ministros italianos Massimo d’Alema y Enrico Letta. “El resultado de las elecciones presidenciales brasileñas tendrá un impacto decisivo que trasciende las fronteras”, escribieron los políticos europeos en una carta pública, “cuando la democracia está en peligro, es necesario unir fuerzas divergentes para vencer a los antagonistas”.
fuente: infobae