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La fiscalía de la Corte Penal Internacional anunció ayer que encontró fundamentos razonables para sostener que el líder populista venezolano ejecutó crímenes de lesa humanidad por motivos políticos. Alberto Fernández se encuentra ahora en medio de una encrucijada, por lo que representaría un alto costo seguir apoyando a Nicolás Maduro. 

El 22 de abril de 1985, cuando comenzó el juicio a los excomandantes de la última dictadura militar, Alberto Fernández tenía 28 años. Ya era profesor de derecho penal y pudo escribir para la Razón, El Periodista y el Diario del Juicio una sucesión de notas y columnas sobre ese acontecimiento histórico que fue clave para la democracia argentina y la formación política del futuro Presidente de la Nación.

Discurso ético

En esas notas urgentes, Alberto Fernández explicitó un discurso ético que parece indemne 35 años más tarde. Con Ricardo Alfonsín aún resistiendo la presión militar en la Casa Rosada, el militante peronista escribió en 1985:

-“La negativa a reconocer lo sucedido parecía el común denominador entre nazis y militares argentinos. En ambos casos, el sentido último de las palabras era el mismo: ocultar el Estado Terrorista”.

Represión y crueldad

-“El estilo represivo no reconocía límites en su crueldad, y la premisa del vale todo era ensayada en cada campo de concentración por cada uno y todos los integrantes de las patotas. En realidad, no se hacía otra cosa que no estuviese contemplada en las directivas de los comandantes, no había en ese sentido excesos ni extralimitaciones”.

-“La crueldad y perversidad no fue un signo privativo de determinados represores. Por el contrario, fue un rasgo dominante de todo el aparato militar, en el ejercicio de una metodología destinada a imponer el terror como eficaz forma de paralizar a la población”.

-“El vasto plan de dominación política, económica, cultural que fundamentaba la existencia del régimen, se proyectaba en el tiempo sin límite alguno”.

Crímenes comprobados

“Al menos desde abril de 2017, autoridades civiles, miembros de las fuerzas armadas e individuos a favor del Gobierno han cometido los crímenes de lesa humanidad de encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional, con arreglo al apartado e) del párrafo 1 del artículo 7; tortura, conforme al apartado f) del párrafo 1 del artículo 7; violación y/u otras formas de violencia sexual de gravedad comparable, con arreglo al apartado g) del párrafo 1 del artículo 7; y persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, de conformidad con el apartado h) del párrafo 1 del artículo 7 del Estatuto de Roma”.

El rol de Argentina

Desde esta perspectiva, Alberto Fernández se encuentra en medio de un laberinto geopolítico. El Presidente considera que Maduro debe participar de las negociaciones hacia la transición democrática en Venezuela y se abstuvo de condenar los comicios que el régimen popular organizó bajo la atenta mirada del aparato represivo que denunció la fiscal Bensouda en el Tribunal Penal Internacional.

Esta estrategia de apaciguamiento diplomático afecta la imagen de Alberto Fernández en la región. El presidente de Colombia, Ivan Duque, comparó a Maduro con el dictador serbio Slobodan Milosevic, un asesino serial que baño de sangre los Balcanes hacia fines del siglo XX. El jefe de Estado argentino había iniciado un acercamiento con Duque, pero todo quedará en la nada frente a posiciones geopolíticas tan diferentes.

“Es la dictadura más brutal que hemos visto en épocas recientes en América Latina y no he sentido ninguna timidez al tener que decir que Maduro se puede comparar con Slobodan Milosevic en el caso de América Latina”, opinó Duque en referencia al líder populista venezolano.

fuente: infobae

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