Así lo aseguró el flamante vocal de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Daniel Leiva. Su meta: que el servicio de justicia se fortalezca y llegue a todos los habitantes de la provincia. O sea, que el acceso al Poder Judicial sea igual para todos.

Daniel Leiva acaba de presentar su renuncia como fiscal de Estado, que pone fin a su ciclo en el gabinete del gobernador Juan Manzur. El de ayer fue su último día en esas funciones dentro del Poder Ejecutivo. Confiesa que está viviendo “una tormenta de emociones por el honor que esto significa”. Así alude a la decisión que adoptó la Legislatura de aprobarle el pliego que lo convierte como vocal de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán.

Gran responsabilidad

“La verdad es que esto es una responsabilidad que se me ha asignado y que realmente me honra. En toda mi carrera profesional no puedo tener mayor honor que éste y me obliga a profundizar más aún en el compromiso que tengo para con la sociedad como servidor público”, dice durante la entrevista.

Agradece al gobernador por haberlo propuesto para ese cargo que quedó vacante por el fallecimiento de Antonio Gandur. También a la Legislatura, por posibilitarse convertirse en miembro del máximo tribunal.

– ¿Fue su último día?

– Acabo de presentar mi renuncia a la Fiscalía agradeciéndole al gobernador la confianza depositada en mi persona. También he presentado mi renuncia al Partido Justicialista. Yo soy un hombre que viene de la democracia y tengo que ser respetuoso de las instituciones. Por eso cumplo con el mandato legal que me imposibilita la afiliación partidaria. Tendré que volver en algún momento para retirar mis pocas cosas, algunos libros, material propio, algo de documentación personal. Me estoy yendo a casa a pasar este momento con mi familia. Para mí esto es muy fuerte.

– ¿Alguna vez imaginó ser vocal de la Corte?

– Nunca en mi vida. La verdad que nunca en mi vida. Tengo dos grandes adicciones: una es mi familia, que más que adicción es una devoción, y la otra es mi trabajo, el servicio público. Pero la verdad que nunca en mi vida me lo planteé. Ni en mis sueños. Esto para mí fue una grata sorpresa que me obliga a redoblar mis esfuerzos y encomendarme a Dios. A pedirle que me otorgue la fortaleza y la templanza. Mi esfuerzo para honrar esta función va a ser pleno. Sobre eso sí le puedo dar tranquilidad y seguridad al ciudadano de la provincia.

– ¿Cuál es su visión sobre la función que puede desarrollar en la Corte?

– Primero tengamos en cuenta que esto es un cuerpo colegiado, donde hay que transmitir las visiones que uno tiene sobre los elementos que pueden ayudar a mejorar el funcionamiento de la Justicia. Estos elementos tienen como máxima ambición que el servicio de justicia se fortalezca y llegue a todos los habitantes de la provincia. O sea, que el acceso al Poder Judicial sea igual para todos.

– ¿Cómo se logra eso?

– Son muchas las vías para poder llegar a ese punto. Una de ellas es el fortalecimiento y la definitiva puesta en función de la ley de juzgados de paz letrados, para que uno pueda permitirle al vecino tener soluciones por parte de la Justicia en tiempos reales y de manera efectiva. Porque en toda la geografía de la provincia hay diferentes realidades. Una persona que vive en el interior profundo no puede dirimir las controversias que tiene con su vecino porque no hay quien diga y resuelva el derecho. Si contamos con un servicio de justicia de paz letrada dentro de cada jurisdicción, eso sin lugar a dudas puede ayudar mucho.

-Y ¿las vacantes que hay?

-Es un abordaje interinstitucional porque las designaciones las efectúa el Ejecutivo y la Corte les presta acuerdo, pero además de eso hay que poner en funcionamiento una estructura que, aunque demande cierta energía y cierta inversión, es altamente realizable.

– ¿Qué otra acción puede mejorar la Justicia?

– Luego de eso hay un sinfín de tópicos sobre cómo mejorar el servicio de justicia. Entre ellos está muy a mano la implementación del Código Procesal Penal Oral, que sin lugar a dudas va a posibilitar el máximo aporte que la Justicia puede hacer en materia de seguridad, que es lograr que aquel que comete un delito tenga una pena en un proceso breve. Las condenas efectivas sirven como disuasión de eventuales y potenciales accionares delictivos.

– ¿Qué opina sobre los cuestionamientos que se le hicieron?

– Primero, que los pueden hacer dentro del juego de la democracia. Todos pueden expresarse, eso es bueno para todos. Segundo, esa situación que se refleja con relación a mis antecedentes curriculares sólo marca un momento de mi vida, que tuvo una realidad determinada. De ahí en más, tengo una carrera profesional de más de 25 años que se ha caracterizado por mi entrega, mi vocación de trabajo, mi alto grado de capacitación, mi buena conducta y mi honestidad. En fin, yo no quiero ser autorreferencial. Pero sí creo que la evaluación sobre mi accionar profesional tiene que hacerse en base a qué es lo que yo dejo. En definitiva, yo estoy dejando una Fiscalía con muchas virtudes y algunas debilidades. Por primera vez en la historia la Fiscalía de Estado se encuentra con toda la información digitalizada. La estructura de trabajo está sistematizada de manera tal que hoy tenemos direcciones certificadas en norma ISO 9001. Y lo que es más, tres ya recertificaron. Entonces no estamos hablando de espasmos, sino de estructuras y esquemas de trabajo que son previsibles y transparentes. Y dejamos funcionando un registro de sentencias que, por primera vez en la historia de Tucumán, permite al Estado pagar conforme a derecho y por vía presupuestaria, según los términos de la ley 8851. Dejo además una escuela de abogados del Estado en su segundo año de funcionamiento. Allí se realizaron seis cursos de posgrado en los que participaron más de 400 abogados del Estado tucumano. Estoy dejando un expediente digital que está por entrar en funcionamiento en pocos días. Yo era el primero en llegar a mi lugar de trabajo y el último en irse. En la Fiscalía de Estado dejo una proyección de vocación, trabajo y respeto. Así me voy.

 

fuente. lagaceta

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