La contraposición de opiniones con respecto a la muerte del sacerdote Juan Viroche, se pusieron de relieve en la semana que pasó.
Mientras que un sector de la Justicia y el periodismo prosiguió abonando a la idea de un suicidio, inducido o no, otro sector continuó con la teoría de un asesinato perpetrado por el narcotráfico denunciado por el cura en la zona Este de la provincia. En ese sentido, se enfatizó en la ausencia de un elemento fundamental para el sacerdote, sus lentes. No aparecen en la escena. Ello fortalece la hipótesis de un crimen, porque resulta imposible que el padre se pudiera conducir sin los lentes, y prueba de ello no sólo son sus problemas de visión sino todas las fotografías en las que aparece. Hubiera sido imposible para él conducirse al lugar en donde se encontró su cuerpo, y preparar su propia muerte. Lo que se contrapone a la opinión de muchos de sus feligreses y personas que lo conocieron, tanto parientes como amigos, quienes consideran que nunca habría atentado contra su vida, porque se trataba de una persona que luchaba por la vida de los demás. Otra de las cuestiones que tiene en cuenta la Justicia para avanzar sobre la hipótesis del suicidio es la transferencia de su camioneta a una de sus parientes, cuando en realidad se trata de una práctica bastante usual cuando un sacerdote espera ser trasladado a otro lugar. La obligación de los hombres de la Iglesia es dejar el lugar en el que estaban asignados con la totalidad de los bienes, para comenzar otra vez en el nuevo destino. Sin embargo, muchos de ello, que saben de lo difícil que suele ser adaptarse a una nueva jurisdicción y recorrer a veces territorios muy extensos, con varias parroquias para atender, prefieren buscar el modo de continuar utilizando los vehículos que conducen. Ello seguramente puede haber ocurrido al padre Juan Viroche, que sabía que ese viern es que se aproximaba era el último día como pastor en la parroquia Nuestra Señora del Valle en La Florida. Son especulaciones, pero tienen fuerza para argumentar en contra del suicidio.
Las otras versiones, las que tratan de mostrar la muerte del religioso como un hecho voluntario, también son atendibles, pero los investigadores tendrán que dar cuenta de todos los elementos al alcance de la mano.
Lo cierto es que la comunidad tucumana, más allá de lo que opinen algunos gurúes de los medios de comunicación o de la Justicia, cree que Viroche fue víctima de aquellos narcos a los que les molestaban sus denuncias. Son los mismos que lo amenazaron de diversa manera, a tal punto de llevarlo a la desesperación de pedir un traslado. Con mucho de culpa, por dejarlo solo, la sociedad pide justicia.