Lectura infantil | En estos tiempos de coronavirus es indispensable contar con los consejos y la opinión de los entendidos. Es por ello que compartimos un artículo del especialista Marcelo Bianchi Bustos*.
A Honoria Zelaya de Nader
La historia da cuenta de qué modo ciertos hechos distantes en el espacio afectaron de modo catastrófico la vida del hombre, tal como hoy está ocurriendo entre nosotros. Consecuentemente, algo que veíamos lejano, porque provenía del Oriente o de países que desde lo geográfico están muy distantes (aunque no desde los afectos, como es el caso de España e Italia), lo simplificábamos, hasta que lamentablemente llegó ¡Está entre nosotros! Y el caso es que el aislamiento social comenzó a generar una serie de cambios.
Viene bien recordar que hace algunos años, el sociólogo Mario Margulis se preguntaba, si “frente a una ciudad cada vez más desigual, poco hospitalaria y hostil, lo mediático no nos terminaría atrayendo pues este proceso contribuye sin dudas a un aislamiento” Y vaya si no tenía razón. Hoy el aislamiento es un hecho que conlleva un cambio de costumbres. Uno de ellos es el de la lectura de los niños en el hogar.
En consecuencia, hoy, ante la epidemia que nos invade, niños y jóvenes deben leer desde otros lugares porque la escuela cambió de formato. El ambiente de lectura pasó de ser la biblioteca escolar o el aula para pasar a ser la cocina, el living o la habitación. La realidad es que el acto de leer siempre ocurre en cualquier lado y más allá de cuál sea ese lugar, lo central es que los niños vuelvan a leer por sí mismos o por medio de sus mayores.
Tal vez esta época en familia, sea un buen momento para recuperar ese ritual ancestral de la narración oral. Recuperar aquella milenaria y nutricia costumbre que enmarca a la de un adulto narrándoles o leyéndoles un cuento o una leyenda a los niños. A que les comparta sueños.
Se trata quizás, solo de unos instantes. Pero instantes plenos de significación, los que sin dudas habrán de servir para estrechar vínculos generacionales. Claro está que hablamos de volver a recuperar la magia del “Había una vez…” Magia trascendente que no se circunscribe sólo tres palabras, sino que encierran además de historias, la apertura al maravilloso mundo de la ficción.
Otros formatos
Para los que prefieran otros formatos pueden bajar desde la web múltiples cuentos leídos o narrados. Por ejemplo “Miedo” de Graciela Cabal, leído por la propia autora, “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann narrado por Estela de Carlotto, a la fallecida actriz Mariana Briski leyendo “El rey que no quería bañarse” o tal vez con cuentos de las escritoras Sara Mulligham, Fernanda Macimiani o María Julia Druille en la página de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil. o en la página www.mundopipicucu,com los de Honoria Zelaya de Nader. En fin…, basta con googlear para encontrar otras lecturas lejos del mundo de Disney y más cercanas a la cultura y los temas que interesan hoy a los niños. Quienes prefieran las historias transmitidas por medio de dibujos animados, hay una serie de cortos de Paka-paka titulados “El taller de historias” se trata de pequeñas piezas de alrededor treinta minutos en las que un abuelo les narra a sus dos nietos leyendas de nuestra amada América Latina como la de la yerba mate, del ñandú, etc.
Por supuesto que los libros en formato papel no deben dejarse de lado. Es una buena oportunidad para buscar en las bibliotecas de las casas y tal vez el descubrir en algún rincón, libros de grandes autores quizás olvidados. Encontrarse, ¡Aleluya!, con Adela Basch, Ricardo Mariño, Graciela Montes, Ema Wolf, Carolina Tosi, Elsa Bornemann, entre tantos otros…
Sin lugar a dudas estos tiempos de encierro, encierro que implica no sólo cuidarnos nosotros sino también a los otros, puedan transformarse en momentos para atesorar, si los sabemos resignificar y lograr compartir un espacio con los otros en torno a la lectura, a fin de que los niños recuerden este momento, no sólo como el de la pandemia, sino como el de la época en la que sus padres, tíos y abuelos les leían, narraban y recitaban cuentos y poesías.