El combinado albiceleste se impuso ante los Dragones Rojos en una verdadera batalla y es uno de los cuatro mejores del certamen.

Minutos finales en Marsella. Faltan 360 segundos para que suene la chicharra en el Stade Vélodrome. Louis Rees-Zammit se va derecho al ingoal de Argentina para darle otra vez la ventaja a Gales en un eléctrico cuarto de final del Mundial de rugby de Francia. Parece inevitable. Para todos… Menos para Matías Moroni.

El back de Los Pumas corre a apagar el incendio y llega al límite al tackle para frenar la marcha del tryman de los Dragones Rojos. No llegó a usar las manos. Usó cada parte de su humanidad. pero al final fue un cogotazo. Un cogotazo que sacó al wing galés de la cancha. Un cogotazo que salvó el trabajo de cuatro años de un grupo de jugadores. Un cogotazo que entra en la galería de las jugadas con forma de hazaña que le dan épica al deporte argentino.

Matías Moroni tiene 32 años y es uno de los más experimentados del plantel de Los Pumas que llevó Michael Cheika a este Mundial que ya alcanzó ribetes históricos. Sí, Argentina es otra vez semifinalista. Gracias a las patadas de Boffelli y a los tries de Sclavi y Sánchez, pero esencialmente gracias a ese monumental tackle del hombre formado en CUBA que por estos días brilla en Leicester Tigers

La increíble jugada de Moroni para evitar el try de Rees-Zammit. (AP Photo/Laurent Cipriani)La increíble jugada de Moroni para evitar el try de Rees-Zammit. (AP Photo/Laurent Cipriani)

“Mi familia, mi club, mis amigos”, como él mismo contó, le dieron el impulso para sacar de la cancha a esa gacela galesa. Para él fue una jugada más. Era lo que tenía que hacer. Para los fanáticos del deporte, en cambio, se transformó en una postal (en forma de meme, claro) que los traslada inmediatamente al 18 de diciembre de 2022, cuando Emiliano Martínez, el Dibu, puso la tibia izquierda para salvar a la Argentina ante el fusilamiento de Randal Kolo Muani en el minuto 122 de la final del Mundial de Qatar. El momento viral del Mundial. Y un detalle nada menor: a Moroni, como suplente, le tocó usar la 23, el mismo número mágico que portó el héroe de la Scaloneta en Lusail.

Sí, el cogotazo estuvo a la altura del tibiazo del arquero marplatense que es considerado por muchos como la atajada más trascendental de la historia del fútbol. Los más memoriosos, en tanto, viajan a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Sí, porque Emanuel Ginóbili fue uno de los que inauguró esa galería de jugadas inoxidables del deporte argentino del Siglo XXI con esa palomita para ganarle a Serbia en el debut de la competencia. Fue la señal que necesitó el equipo de Rubén Magnano para saber que la herida de Indianápolis 2002 estaba cerrada y que el camino hacia el oro era posible.

 

 

 

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