Si no se sufre, no vale. Si no hay sangre (literalmente), sudor y lágrimas, tampoco. Pero para que se sienta más grande, más histórica, valen esos condimentos. Los Pumas sufrieron, pusieron y ganaron. Sí, nada menos que a Sudáfrica, por segunda vez en una historia que además cuenta con 21 derrotas y un empate. Fue 26-24 por la segunda fecha del Rugby Championship en el estadio Padre Martearena de Salta ante 16.000 espectadores.
Casi se da hace diete días, en Nelspruit, pero fue derrota 30-23. Aquella vez, a los 70′, la Selección ganaba 23-13 pero se le escurrió la victoria fundamentalmente por los errores propios (tres penales, un knock on y una pérdida de pelota) que los Springboks supieron aprovechar. Esta vez parecía peor el desenlace, porque el equipo de Daniel Hourcade debió sobreponerse a las lesiones de sus figuras y a un arbitraje demasiado pasivo hacia los tackles arriba de los sudafricanos. En la tercera que el morocho Oupa Mohoje atendió a Juan Hernández, directamente lo sacó de la cancha con cuello ortopédico. Tres veces el ala le apuntó a la cabeza (sin que el francés Jerome Garce cobrara infracción) y, pobre, el centro no es de hierro.
Antes se habían ido Manuel Montero, por una lesión en el aductor derecho; Tomás Lavanini, por un esguince en la rodilla izquierda; y Nicolás Sánchez, por un codazo (sin querer) del gigante Eben Etzebeth a la cara. La salida del Mago generó que el entrenador Daniel Hourcade debiera armar un geroglífico, no un equipo, porque no le quedaban tres cuartos en el banco. Entonces, por Hernández entró… un pilar. Enrique Pieretto formó de derecho y Ramiro Herrera pasó de segunda, como cuando empezó en Hindú a los 17; Guido Petti, segunda de reemplazo, se cambió a la tercera; Javier Ortega Desio, tercera sustituto, jugó… ¡de centro! (primera vez en su vida). Además, Martín Landajo, medio scrum, debió ser apertura, como de chico en el CASI; la nueve la heredó Tomás Cubelli, que cumplió 50 tests.
Antes se había jugado un PT bien a favor, 13-3 con dos penales y un gol de Sánchez y un gran try de Joaquín Tuculet, por la jugada conjunta. Como en Nelspruit, Elton Jantjies erraba tres patadas…
Como en Nelspruit también, Los Pumas se pusieron 23-13, pero en lugar de hacerlo a los 70′ fue prematuramente, a los 54′ con un penal de de Hernández, que había participado del try de Juan Manuel Leguizamón (70 tests) al asistirlo con un kick precioso para que el santiagueño capturase la pelota en las alturas y la ganara a Habana en el salto. Sí, a Habana, que otra vez nos vacunó: ocho tries en 14 tests.
Había que ver si Los Pumas bancaban el aluvión que se iba a venir por decantación de los sudafricanos, que si bien no están jugando un buen rugby, su peso específico alcanza para meter peligro.
Y se dio todo lo contado anteriormente: las lesiones y las complicaciones del seleccionado. A los 63′ acortó Morne Steyn, de penal; a los 66′ debió salir Hernández y un minuto más tarde fue try de Pieter-Steph du Toit. Steyn erró, pero convirtió el penal de los 73′ para darlo vuelta, 24-23. Ay…
Sin embargo, apareció el corazón Puma para no darlo por perdido, con la bandera de Landajo y el enorme Facundo Isa, un tractor que no para de ganar metros. Así fueron avanzando hasta que el ADN sudafricano (tackle alto de Mohoje a Herrera) les ofreció un nuevo penal a los argentino, que debió patear Santiago González Iglesias (recordar que Sánchez y Hernández, las primeras opciones, estaban afuera). Faltaban tres minutos y a Sudáfrica le quedaba una, la cual fue desbaratada con un gran tackle de Isa a Du Toit.
El scrum posterior fue a favor, para que Cubelli mandara la pelota a la tribuna y se escribiera una nueva página de la historia, la segunda vez que se le ganó a Sudáfrica, luego de aquella victoria del 2015 en Durban (37-25). Y las que faltan escribir…
Fuente: Olé