Por Fabián Seidán para Diario Cuarto Poder | Los precios de los productos que se comercializan en el mercado interno suben y se alejan cada vez más de los magros ingresos mensuales de la gente. Lo que más preocupa hoy son los alimentos, ya que algunos se volvieron inalcanzables y otros comienzan a faltar en las góndolas (o a guardarse). Aquí, los culpables de diezmar la mesa de los argentinos.

Todo está caro. La carne de vaca se volvió un lujo; como los lácteos, la yerba mate, el aceite, las frutas y verduras. La gente compra menos alimentos y retacean otros productos que considera de lujo para poder llegar a fin de mes. Las quejas son cada vez mayores y algunos funcionarios critican a las exportaciones (Fernanda Vallejos: “la Argentina tiene la maldición de exportar alimentos”); otros, como Juan Gravois, atacan directamente al campo y piden “cambiar el modelo agrario”.

¿Están en lo cierto? ¿El campo es el malo de la película?

Según la diputada nacional Fernanda Vallejos (kirchnerismo), la condición de país exportador de alimentos de la Argentina es “una desgracia” y “una maldición”, por el impacto que tienen en el ámbito local los movimientos de los precios internacionales de los productos como carne vacuna, aceites, maíz, frutas y verduras.

Maldición o bendición

“La maldición de todo esto es que los precios de los productos indispensables que tenemos que consumir los argentinos terminan muy tensionados por la dinámica de lo que ocurre con el comercio internacional. Hay que desacoplar la evolución de los precios internacionales de los precios domésticos”, sostuvo Vallejos.

La lectura de la diputada es simple: si los salarios están en pesos, los precios de los alimentos en el mercado interno tendrían que estar también en pesos.

En igual sintonía, El dirigente social, Juan Gravois, insiste con la reforma agraria frente a la suba de los precios de los alimentos y la caída de ingresos de la gente. “Hay que terminar con la idea de que con políticas redistributivas se resuelve el gran problema del país (la pobreza): hay que cambiar el modelo agrario, porque en el país de las vacas no se puede comer carne”, afirmó.

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En los supermercados la gente observa aumentos semanales en los alimentos.

El campo en la mira

Pero la verdad es otra y no tiene que ver con las exportaciones ni los negocios de los productores agropecuarios. Así lo hizo saber la docente de Agronegocios, Mónica Ortolani, en un informe al que tituló “Desacople y precios de los alimentos en tu mesa”.

“Aquí nos desgastamos debatiendo ¿si es una maldición o bendición exportar? Y ¿si es necesario desacoplar los precios internos de los internacionales?, pero la realidad es que la brecha que existe entre el precio que la gente paga por sus agroalimentos no lo pone el productor rural”.

Intermediarios, industriales y comercios

El sector de Economías Regionales de CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), desde el 2016 calcula el Índice de Precios Origen Destino (IPOD) que es un indicador que mide las distorsiones, que multiplican por varias veces los precios de los productos agropecuarios, desde que salen del campo, hasta que llegan al consumidor.

De acuerdo a los últimos datos del 10 de enero, se concluye que en diciembre 2020 todos los argentinos pagaron en góndola 4,68 veces más el precio que recibió el productor agropecuario, con una suba mensual de 8,6%. Por las frutas y verduras la gente pagó 5 veces más, y por los alimentos relacionados al sector ganadero 3,4 veces.

Queda claro que en el sector ganadero los productores de leche y cerdo, son quienes menos participación tienen en el precio del producto final.

El caso de la leche

¿Qué precio pagamos por la leche en Argentina comparándonos con otros países? El valor en góndola está en 0,76 centavos de dólar; mientras que en Uruguay está a 0,77 centavos de dólar y en Alemania a 1.03 dólar; y en Chile a 1,13 dólar. En España la leche en góndola cuesta 0,97 centavos de dólar y en China 2,08 dólares.

Por el otro lado, en precios constantes, nuestros tamberos perciben casi un 7% menos que hace un año, ya que el aumento de su precio estuvo por debajo de la inflación.

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La carne de novillo se volvió un producto de lujo.

El caso de la carne

De acuerdo al economista Federico Mall, director de Ecolatina, en pocos países la carne es tan barata como en el mercado interno argentino. Y explica que sobre 103 países relevados, Argentina ocupa el lugar 99. Por ejemplo, en Alemania un kilo de bife sin hueso ronda los 8.000 pesos el kilo, y con hueso entre 2.000 y 4.000 pesos; en Argentina un kilo de bife de lomo cuesta 1.000 pesos.

Otro dato argentino: el kilo vivo de un novillito de 200 kilos cuesta 180 pesos, pero en la carnicería de barrio el precio asciende a 900 pesos. O sea, más de 4 veces más caro.

Los formadores de precios

Los formadores de precios son los que generan las grandes distorsiones en el mercado interno. Varias veces se informó sobre la gran diferencia de precios de los productos en el campo y cuando llegan a las góndolas o el mostrador.  Según datos oficiales, el último eslabón (el comercio) gana más que la industria y que los productores juntos (un 35%).

Claro, desde el comercio se defienden y dicen que el precio más caro en sus góndolas tiene que ver con la necesidad de obtener réditos para pagar el producto al proveedor, los impuestos al Estado (Nacional, provincial y municipal), los salarios al personal y los servicios (luz, gas, agua, internet, seguridad) que cada vez están más altos.

El gobierno no necesita poner más trabas a las exportaciones ni a la producción, necesita ordenar el mercado, bajar la inflación, mermar el costo impositivo y mejorar los salarios de trabajadores y jubilados. No busquemos fantasmas donde no los hay: Este año debería haber paritarias con un crecimiento real de los salarios y así los precios no se escaparán (tanto).

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