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Hernán Palermo, uno de sus formadores en las Inferiores de River, repasa cómo fue la evolución del punta, que acumula ocho gritos en la Copa del Mundo.

 

Agustín Fabián Ruberto, conocido como “Rata” en el Mundo River, está pasando por un gran momento en su corta carrera. Es el goleador del Mundial Sub 17 que se lleva a cabo en Indonesia con ocho tantos en seis encuentros. El centrodelantero de la selección argentina ya hizo historia al convertirse en el primer representante albiceleste en marcar esa cantidad de tantos en una Copa del Mundo de esa categoría.

 

Formado en la cantera millonaria, el oriundo de San Fernando de apenas 17 abriles (categoría 2006) aún no pudo debutar en la Primera del club al cual llegó en el 2013 y se desarrolló en las Inferiores hasta consolidarse en la Reserva dirigida por Marcelo Escudero, donde lleva 21 partidos y cinco goles convertidos. Sin embargo, para ser el top scorer del combinado que comanda Diego Placente tuvo que atravesar varios obstáculos en su carrera. Pero su perseverancia, condición futbolística y enorme talento lo llevaron a convertirse en un diamante en bruto para el futuro riverplatense.

 

A principios de 2022, Ruberto firmó su primer contrato con el Millonario hasta el 31 de diciembre de 2024. Cuando llegó a los seis años se probó de marcador central. Pero su afán de convertir goles lo llevaron a transformarse en un “delantero temible”. En 2021, jugando para la Octava, fue el goleador del campeonato con 17 gritos en 14 partidos y luego siguió con su poderío goleador en Séptima.

Hernán Palermo, uno de sus primeros formadores en la institución de Núñez, revela los secretos del centrodelantero que está en boca de todos. Cuáles son sus defectos y virtudes, el día que se fracturó un brazo y estuvo parado durante un semestre, a qué ex delanteros con pasado en River se le parece y por qué todavía no está para debutar en la máxima categoría.

– ¿Cuándo lo dirigiste vos?

– Lo recibí de grande, a los 13 años en Pre-Novena. El primer año lo tuvo Cristian López. Luego, pasó por Palito Manrique, que estuvo en Vélez Sarsfield y falleció hace poco tiempo. Después, estuvo dos años bajo el mando de Oscar Castellano. En el primer año se coronó campeón en la categoría 2006, que era extraordinaria. Estaban Claudio Echeverri y Ulises Giménez, con quienes comparten el seleccionado sub 17.

– ¿Cómo lo recibiste a esa edad?

– Ya maduro, formado y siendo un delantero extraordinario. Lo recibí en una edad en la que empiezan a desarrollarse, y Agustín tuvo un desarrollo tempranero. Entonces, los músculos empezaron a crecer. Al principio, sufrió un desgarro que no le permitió jugar durante un mes. Luego, padeció una fractura en uno de sus brazos que le prohibió jugar el primer semestre del año. Cuando agarró ritmo para el segundo semestre se transformó en un goleador terrible.

– ¿Por qué se fracturó el brazo?

– Porque había ido a jugar a un torneo de Baby fútbol previo a sumarse a River, y en un partido con los de su categoría, se cayó y se fracturó el brazo. Cuando llegó a River lo hizo llorando. Un día vino, me habló y me quería morir. Pero son cosas que pasan, son chicos y no los podés parar, quieren jugar en todos lados,

– ¿Qué te dijo cuando se presentó en el club?

– Vino muy angustiado junto a su papá Fabián, quien llegó a decirme que había pasado ese inconveniente. Nosotros apuntábamos a armar un buen plantel con la 2006 para arrancar de la mejor manera el año. Yo me quería morir, sinceramente. Pero rápidamente se puso a punto, aunque le costaba un poco más que al resto de los chicos.

– ¿Por qué?

– Porque era muy grande. Tenía la altura de ahora (1,85 m)etro a tan corta edad. Era muy alto y hacia una sociedad muy buena con el Diablito Echeverri que le dio muchos resultados. También junto a Bautista Dadin, que hoy se desarrolla en le Reserva millonaria. Era un equipazo.

– ¿Qué fue lo primero que notaste cuando lo recibiste?

– Que era un jugador distinto, como el Diablito Echeverri. Claudio es más técnico, de gambeta, Agustín es un asesino dentro del área, con buena pegada, un olfato de gol terrible, buen cabezazo, muy buen remate; un delantero muy completo. Pero es diferente a Echeverri, que tiene gambeta en velocidad, es otra cosa.

– ¿Cuál es su posición natural?

. Centrodelantero, sin dudas. Conmigo siempre jugó en esa ubicación de la cancha. River todavía está acostumbrado a jugar con enganche, gracias a Dios, y somos uno de los pocos equipos en Divisiones Infantiles que sigue apostando al 10. Nosotros jugábamos 4-3-1-2, con Ruberto y Dadin de puntas, y Claudio era el enlace.

– ¿Es cierto que Ruberto comenzó jugando de defensor?

– Sí. Cuando llegó con 6 años se probó de segundo marcador central. Lo habían puesto de zaguero por su altura, pero se iba continuamente al ataque. Le gustaba irse para adelante y no bajaba. Así que un día lo probaron de delantero y quedó. Duró un mes como defensor hasta que lo fueron subiendo de categoría y se afirmó como centrodelantero. Los entrenadores de River manejamos cambios importantes en los chicos en las Divisiones Inferiores. De Pre-Novena a Novena es el primer cambio, ya que deja de ser infantil y pasa a ser juvenil. Después, de Séptima a Sexta, otro más. Y, por último, de Reserva a Profesional. Son tres cambios importantes que tiene el fútbol formativo.

– ¿Qué tipo de contención le dan en el club para que esos cambios al jugador le sean favorables?

– Se trabaja en grupo en las Inferiores. Los vamos llevando de a poco. La contención se la da el grupo desde que llega hasta que debuta en Primera División. El grupo está comandado por Gabriel Rodríguez, nuestro maestro. Luego, está Juanjo Borrelli que tiene mucha experiencia, Castellano que en este caso lo tuvo durante dos años. Es un grupo de trabajo que todos los años nos vamos pasando las categorías y somos los cuatro que manejamos las Infantiles de AFA, entre todos vamos ayudando a los jugadores. A todo esto, hay un grupo de psicólogos, de los que manejan Casa River, la pensión del club, sociólogos, entre otros.

– ¿Agustín vivió en la pensión del club?

– No, porque su familia lo pudo contener y mantener en su casa. Pero Ulises Giménez, el marcador central, sí estuvo en Casa River por los problemas económicos que tenía. Así que los trajimos a la pensión y lo acompañamos bastante.

Su relación con Echeverri comenzó con algún chispazo y hoy son socios y amigos (Photo by Marcio Machado/Eurasia Sport Images/Getty Images)Su relación con Echeverri comenzó con algún chispazo y hoy son socios y amigos (Photo by Marcio Machado/Eurasia Sport Images/Getty Images)

– ¿Cuál es la principal virtud de Ruberto?

– Agustín es terrible en el uno contra uno. Cuando queda mano a mano con un defensor, listo, gana el duelo, date vuelta y sacá del medio. Siempre está muy bien posicionado dentro del área y agarra los rebotes. Es buen asistidor también, y un asesino adentro del área, te aniquila.

– ¿Y su defecto a corregir?

– Es muy egoísta. Para un delantero está bien, pero a veces pecaba mucho del egoísmo dentro del área y erraba. Con el tiempo, fue entrenando, mejorando en la definición y se perfeccionó como delantero. Uno de sus defectos es el egoísmo. Hoy, le ha sumado mucho el sacrificio en la recuperación de la pelota, que antes no lo tenía.

– ¿Cómo era la relación con sus compañeros?

– Era un líder en el vestuario, y eso a veces le traía sus problemas internos. Porque el tema del liderazgo le generó varias peleas con el cinco del equipo, Hugo Rojas. Había pica entre los dos, pero era sana. Se peleaban para saber quién era el más líder de los dos, cosas de chicos. En lo futbolístico también con Echeverri tuvo sus diferencias porque cuando Claudio llegó, Agustín ya llevaba cinco años en el club y empezaron los celos. Pero luego, el grupo de entrenadores fue manejando la situación y todo se solucionó. Les hablaron a ambos y ambos jugadores empezaron a entablar relación. Además, los chicos decían “para qué vamos a pelearnos entre nosotros, si juntos hacemos desastres”.

– ¿Tuviste que separarlos en alguna pelea?

– No, nunca. Eran competitivos dentro de la cancha, querían ganar y eran hermanos jugando en equipo. En esa categoría, todos eran así. No se olviden de Ulises Giménez, otro líder nato. Los tres son unos fenómenos.

– ¿Tenés relación con Agustín?

– Sí, le mando mensajes de WhatsApp y me responde a los tres segundos. Le mandé durante el Mundial de Indonesia. Yo le decía Rata porque ese es su apodo.

– ¿Por qué le dicen Rata?

– Por los dientitos que tiene (risas). Lo cargábamos y no se enojaba, es un fenómeno. Entonces, todavía le seguimos diciendo así. Cuando le mando mensajes, le pongo “estoy muy feliz por todo lo que te está pasando, Rata. A no aflojar y darle con todo”. Inmediatamente, me responde: “Gracias Herni”, con emoticones de corazones”.

– ¿Le pediste la camiseta de la selección argentina o la de River?

– Todavía no, pero ya se la voy a pedir. Es un recuerdo que quiero tener de él. Tengo pocas anécdotas ya que las mayorías se generan cuando uno va a jugar al Interior. En el primer torneo que viajamos, no pudo venir por la fractura del hombro. En el segundo, fuimos a disputar la Copa CAI Aimar que la ganamos, pero no lo llevé porque me habían bajado dos delanteros, uno de Bariloche y otro de Misiones. Aíi que hablé con él, ya que era el 9 titular de la categoría, y le dije: “te tenés que quedar, porque tengo que llevarlos a los dos chicos para saber si se quedan o se van”. No le gustó para nada, pero lo supo entender.

– ¿Cómo es la relación con su familia?

– Muy buena relación, lo acompañaron, y acompañan, en todo momento, tanto la mamá como su papá. Tiene un hermano, Benjamín, que juega en la Novena de San Lorenzo. Hizo mucho sacrificio para ir a entrenar todos los días junto a Cristina. El último año de Agustín en Infantiles lo hicimos en Hurlingham y viajaban todos los días desde San Fernando en colectivo. Eran dos horas de viaje. Hoy River se maneja de otra manera, ya que puso micros para que los chicos se trasladen a sus respectivos domicilios. Pero en ese momento, los jugadores iban y venían en transporte públicos. Agustín es integrante de una familia laburante, humilde, en la que laburaban los dos padres.

– ¿Es cierto que en un momento de su vida quiso abandonar el fútbol por falta de dinero para poder viajar a los entrenamientos?

– Sí. Fue durante el año de Pre-Novena, pero el club siempre lo ayudó con los viáticos. Llegó un momento en el que se había hecho muy difícil, pero con ayuda económica pudo continuar. En ese momento, la situación de la familia estaba difícil, entonces hablamos en River para saber si le podían pagar los viáticos y accedieron. De esta manera, pudo seguir entrenando.

– ¿A qué delantero lo ves parecido?

– Tiene la potencia de Juan Gilberto Funes y el olfato goleador de Ramón Díaz. Es un poco de cada uno. No se puede comparar con alguien en particular porque el fútbol es muy distinto. Cambió todo desde aquella época a esta, pero como referentes son esos dos. No es tan veloz como Díaz, pero dentro del área tiene el olfato del Pelado.

– ¿Hoy tiene las condiciones futbolísticas para debutar en Primera o le falta todavía?

– Le falta para estar en la máxima categoría. No hay que quemarlo, son muy pibes todavía; necesita su tiempo de maduración. Obviamente que lo podrían llevar a entrenar para que vaya conociendo el mundo de Primera. Tiene 17 años y es muy distinto pasar de jugar contra chicos de tu edad a hacerlo con profesionales. Para evitar decir luego “lo puse y el pibe fracasó” es mejor llevarlo de a poco. Todo debe tener su punto de maduración y creo que él va camino a eso.

fuente: infobae

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