Por Hipólito Alvarado* para Diario Cuarto Poder / Un segundo libro que afina la sintonía de la poesía. Lucas Marín dejó pasar siete años para alumbrar la obra poética “Flor inaudita”. Lo hace con la percepción de artista visual que nunca deja de sentir la magia de los versos.
—¿Cómo te precede este camino poético?
—Este es mi segundo libro de poemas, el primero se llamó Pizarras y es del 2014. Me fui sumergiendo en la poesía, sin buscarlo, como una necesidad de articular palabras a partir de cierta incomodidad corporal. Como si se tratara de un impulso físico que necesitara de ese modo del lenguaje.
—¿Utilizas otros modos de lenguaje?
—Sí, desde hace muchos años vengo obrando en el campo de las artes visuales, usando diversos recursos, dibujos, objetos, pinturas y también realizando unas micro-escenas que tienen un aspecto lúdico, donde se cruzan lo visual, con la poesía y el cuerpo en acto.
—¿Y en dónde surge el libro?
—El Libro Flor Inaudita surge como una continuidad de todo este hacer. Los poemas van construyendo su propio modo de ingresar en lo desconocido, me voy dejando llevar por eso, como sucede cuando realizo mis dibujos, trato de ser consiente de un pulso, de una rítmica, intentando ser fiel a la propia naturaleza de lo que va surgiendo.
—¿Hay un vínculo fuerte entre tus otras actividades artísticas y la poesía?
—Sí, de hecho, la Flor como imagen, surgió antes en mis dibujos que en mis poemas. Esta forma simbólica, que apareció orgánicamente en el proceso de mi tarea, no deja de evidenciar la reminiscencia de antiguos ecos en la poesía, un exceso de lírica tal vez, que dejo que emane a su manera.
—¿Cómo está construido el libro?
—El libro tiene tres momentos: Flecha, Desierto y Flor inaudita. Flecha como una fuerza primera, un arrojo, y también un enclave una corporalidad una fecha de nacimiento. Desierto es ese lugar de transición hacia otras tierras, un no-lugar, un espacio para vaciarse y dejar morir. Flor inaudita es la tercera instancia del libro (como el título del libro y el último poema) es quizás el blanco de la flecha, pero un blanco siempre móvil, e impreciso.
—¿Qué representa la flor?
—La flor es como un atractor del deseo (o más bien, del placer), una forma futura pero configurándose en un presente continuo, y absorbiendo a su vez restos del pasado. La flor como un cedazo que impregna (o deja cernir) infinitas posibilidades, una materia que hace de su receptividad una forma, una entidad, un libro.
—¿Te gustaría compartir algunos poemas del libro?
FLOR INAUDITA
Rayo
un rayo
ha florecido
en mi corazón
desde qué cielo irrumpe
y dónde
llega
su larga cola de látigo
su filo acude
antes de mí
como una mordida
de serpiente avisa:
hoy estás en el cuerpo
recibe ya
mi veneno
mi luz
Pez
en la napa
pesco el fruto
animal
volátil de montar
viene a remontarme
al horizonte de sucesos
ánima saliente
sigue la cuerda
zigzaguea en el aire de papel
un ideograma se despluma
se borra infinitamente
la boca traga el líquido
y el anzuelo de palabra
un instante
tornasolado
prendido
casi no hay quietud
y en las manos la presa
se resbala
replica el resplandor
de varios soles
se niega a ser vista
a ser tomada
creo que es un pez
ese brillo metálico
que saqué de la sombra
es penumbra
el animal indeciso
que no cayó en la trampa
que lo nombra
respira más lento cada vez
su mirada se fija
anestesia su aleta
me descubre
y se despide de la luz
sostengo el peso del cuerpo
abro y cierro la boca
más de plomo que de plata
señalo la silueta
y digo
pez
Blanco
el hueso de la tibia
carrera hacia el desierto
alzo
fue antorcha
su fuego templó la rótula
hasta despuntarla
y volverla flecha
el tizne se clava en los aros de niebla
desarmo mi esqueleto
las hileras de esclavo
me hundo en el humo
nada me sostiene
ni la memoria del arco
ni el blanco que flota
navego dorado en el viento
arrojado por mí en el abuelo-hueso
torneado hasta el filo del límite
por debajo lo que llaman desierto
por adentro la osamenta marfil
las nubes
la flor sin amo
*Licenciado en Letras y crítico literario
Comentario sobre el libro
En el Posfacio del libro, editado por Editorial Milena Caserola, en este 2021, Reynaldo Jiménez señala: “Corresponder, de mínima, a la colocación poética de Lucas Marín, es entrar a una respiratoria cuya expansión perceptual produce, durante la lectura (y después, más indómita aún, en las reverberancias semánticas que deja al surcar) ese surcarnos de saetas floridas que plantan su fraseo, el cual vincula, hasta la crudeza sutil en que se afina, ahí junto a lo transpersonal, entre todo lo extrahumano, inhumano, elemental, objetivo en su plástico plus, enigma inmanente, vincula y elonga como en sordina nocional con ese alterno retorno, ese neoarcaico que se le inventa, y le late las entrañas, acaso por amor o en olor de su verbalescencia.
Noticia sobre el autor
Lucas Marín nació en Mendoza (Argentina) en 1974. Vive en Buenos Aires. Es licenciado en artes visuales, trabaja con dibujos, pinturas, fotografías y micro-escenas. En su labor se vinculan la gestión cultural, la docencia y la curaduría como prácticas que se derivan de su propia experiencia como artista.
En 2014 publica su primer libro de poesía Pizarras con la editorial Milena Caserola.
Forma parte del libro digital Hebra. Taller de poéticas con Reynaldo Jiménez, Caro García Vautier, Roberto Cignoni, Maria Lilian Escobar, Luisa Alem y Pedro Rafele (2020).
Integra la Antología Federal de Poesía del Consejo Federal de Inversiones (2019)
Forma parte de la antología de poesía “Animales” colección Prismática de Ediciones En Danza
Su libro Flor inaudita se publicó en 2021 con la Editorial Milena Caserola.