A las 9.31 de ayer, un minuto después de que el oficialismo confirmara ante el plenario de comisiones que el Gobierno había decidido eliminar el polémico artículo 85, que facultaba a Alberto Fernández a reformar el Estado, el gobernador Gerardo Morales utilizó las redes sociales para mostrar su desagrado por la resolución de de Juntos por el Cambio de no habilitar el quórum en la sesión prevista para hoy.
Es que el envío del proyecto de ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, el título elegante con el que el Gobierno impulsó en forma exprés las emergencias económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social, provocó fisuras internas en Cambiemos y cortocircuitos con el Frente de Todos en la negociación por el debate de este jueves, que se prevé extenso -más de 12 horas, con final de madrugada- y, en especial, áspero.
Será la primera vez que Máximo Kirchner cierre la discusión como jefe de bloque.
A última hora de ayer, después de 24 horas de negociaciones y versiones cruzadas en el Congreso, Sergio Massa, el presidente de la Cámara baja, había consensuado con las principales espadas de Cambiemos la habilitación de una sesión especial para la jura de los nuevos diputados antes de la discusión principal en torno a la emergencia económica.
En la noche del martes, y tras una álgida discusión interna, Juntos por el Cambio había anunciado no solo que no acompañaría el proyecto de ley, si no que no daría quórum, una resolución parlamentaria que complicó los cálculos del oficialismo: con la mudanza de una quincena de legisladores al gabinete nacional, el bloque del Frente de Todos quedó a tiro de no alcanzar el número necesario para habilitar la sesión. Ni siquiera con la alianza de los bloques conducidos por Eduardo “Bali” Bucca y Graciela Camaño, y por el mendocino José Luis Ramón.
Una afrenta directa a la conducción de Massa y de Máximo Kirchner en el debut del Gobierno en Diputados. Y al Presidente, en su primera semana de gobierno.
Desde la tarde de ayer hubo largos intercambios entre el Frente de todos y el bloque del PJ Federal que seguían este mediodía. Según supo este medio, se introducirían cambios en retenciones al agro en la discusión en particular. Había dudas en el tema jubilaciones, uno de los puntos más complejo y medular de la iniciativa.
Según fuentes parlamentarias, podrían introducirse cambios en el esquema de retenciones vinculados a eventuales reembolsos a productores.
Vilma Ibarra se pasó toda la tarde de ayer en el despacho de Massa. El jefe del bloque K fue y vino entre el Congreso y la Casa Rosada. Este mediodía, en la reunión de labor parlamentaria, se resolvió que habrá 130 oradores: unas 14 horas de sesión.
Existieron, además, diálogos entre los equipos de Axel Kicillof y de Horacio Rodríguez Larreta en torno a los artículos vinculados al control de Edenor y de Edesur y la vuelta del ente regulador de energía. Por esas conversaciones se modificaron algunos artículos en el dictamen de mayoría. Algunos de los bloques aliados que apoyan la media sanción en general tambíen tenían dudas en ese punto.
Al mediodía de ayer, mientras el ministro Claudio Moroni exponía ante el plenario de comisiones, Mario Negri, Cristian Ritondo y Maximiliano Ferraro almorzaban en el despacho del jefe del interbloque con un grupo reducido de diputados para terminar de delinear la estrategia parlamentaria que, en las últimas 36 horas, sacudió los cimientos de la oposición.
“Es fino el camino en el que estamos”, explicaba ayer por la tarde un diputado del PRO. Mezcla de dialoguistas y duros. Exaltados y componedores. ”Quieren desguazar el Congreso“, había tirado Negri.
Un rato antes del almuerzo, Ritondo visitó a Massa en su oficina. Se reunieron a solas durante algunos minutos. El ex intendente de Tigre le pidió el envío de una nota formal. Por escrito. Al final, no sucedió.
Más temprano, Cambiemos había pedido, en conversaciones de pasillo, la posibilidad de abrir la discusión antes de ir al recinto en torno al mega proyecto de 82 artículos -así quedó el texto, según el dictamen de mayoría firmado por 44 diputados- enviado por el Gobierno, que delega facultades al Presidente para, entre otras cuestiones, fijar jubilaciones, pensiones y tarifas, aumentar retenciones y aplicar impuestos a la compra de divisas.
“Necesitamos ir al bloque con argumentos para bajar las tensiones”, decía por la mañana uno de los principales legisladores del PRO, a cargo de buena parte de las negociaciones con el Frente de Todos.
En la noche del martes, Máximo Kirchner conversó con Alberto Fernández. En línea con Massa, barajaron la posibilidad de eliminar el artículo 85, que había recibido duras críticas opositoras. Lo anunciaron en el inicio del plenario, en la mañana de ayer.
Colaboradores del jefe del bloque K dejaron trascender que la eliminación se había decidido como respuesta a un pedido de los diputados Camaño y Bucca, que oficializaron su postura: acompañamiento en general y algunos disensos en particular. Como el resto de los bloques eventualmente aliados. “Fue consenso con ellos. No con el PRO”, aseguraron asesores de Kirchner.
Una manera sutil pero directa de ningunear a Cambiemos, en medio de las tensiones parlamentarias.
El día anterior, el Presidente había firmado en Casa Rosada la suspensión del pacto fiscal del 2017 con todos los gobernadores. Un plus a las finanzas de los gobiernos provinciales que obligaron a Morales, a Rodolfo Suárez, y a Gustavo Valdés, los tres mandatarios de la UCR, a publicitar en sus redes la disconformidad por la decisión de la oposición de no dar quórum. Alberto Fernández replicó el mensaje.
La presión de los gobernadores radicales tuvo en el Senado el efecto que no tuvo en Diputados: la UCR no presentó demasiadas objeciones a la sesión convocada para este viernes a las 2 de la tarde, en la que el Gobierno buscará tener, sobre tablas -necesita los dos tercios de los presentes- sanción definitiva del proyecto con el que Fernández pretende iniciar su gestión. A contrarreloj.
La oposición en la Cámara baja sí habilitará la sesión especial para la jura de los nuevos legisladores. No así en el debate por la emergencia, aunque para esa altura el Gobierno ya contará con el número necesaria para empezar la discusión. Atravesada por profundas tensiones.