Mauricio Macri salió ayer por la tarde de Buenos Aires en un vuelo comercial de Lufthansa con destino a Frankfurt, donde abordará un avión privado que lo traerá a esta ciudad donde hace más de un mes que no cesa de nevar. Pero la preocupación de la delegación no pasa por el frío, sino por si el presidente Vladimir Putin dejará esperando al argentino, como lo hizo en el pasado con Angela Merkel, Tabaré Vázquez y el papa Francisco, entre otros líderes mundiales.
En efecto, el Sumo Pontífice tuvo que esperar una hora a que su invitado llegara a una audiencia en el Vaticano, y la canciller alemana toleró un plantón de cuatro horas cuando iba a reunirse con Putin en una cumbre en Belgrado. Con el presidente uruguayo sucedió algo similar, pero lo insólito fue que el invitado era Vázquez y la reunión era en el Kremlin, como será en este caso con la visita de Macri. La reunión empezó cuatro horas más tarde de lo previsto y, cuando el gobierno ruso le comunicó que estaba todo listo para el encuentro, Vázquez se quedó unos minutos más en el hotel donde se estaba alojando, según contó el diario El Observador.
Los argentinos se prepararon ante la eventualidad de que el enigmático Putin repita esa costumbre, algo que nadie en toda la Federación Rusa puede prever, y evaluaron los gestos que le conviene hacer a Macri en el encuentro que mantendrán en las próximas horas. Es que en septiembre del año pasado, cuando en Hangzhou le hizo un chiste sobre fútbol, el ruso no lo entendió y lo tomó de mal modo. “Messi va a ganar en Moscú”, le dijo entonces el Presidente. Con su mirada gélida, Putin le preguntó al traductor “si lo estaba cargando”, y Macri -que no necesitó más para darse cuenta que había fallado– cambió de tema.
En Argentina se discutió acerca del tema y el tono que podía utilizar Macri para distender el encuentro. Sucede que Putin, aunque este año se juegue aquí en junio el Mundial, no está interesado en el fútbol. Incluso, se evaluó que el argentino le haga algún comentario sobre el sambo, un arte marcial desarrollado por el ejército rojo después de la Revolución Rusa, del cual el presidente ruso es fanático. Lo más probable, hasta que la comitiva emprendió el viaje, es que el mandatario evite el camino de buscar la empatía personal -recurso constitutivo de cualquier política exterior-, dado el carácter imprevisible del líder ruso.
Para tranquilidad de los argentinos, la gira empieza con un más formal desayuno que arrancará (mañana martes) puntualmente a las 9 en el Ritz Carlton, donde se hospedan Macri y su esposa Juliana Awada, un estupendo hotel que está en diagonal al Four Seasons, donde se alojó Cristina Kirchner en abril de 2015, cuando llegó a bordo del Tango 01 y el tema central de la agenda era la represa Chihuido, “un asunto del que no se habla más entre Argentina y Rusia”, tal como aseguró un diplomático.
En el desayuno serán de la partida 18 empresarios rusos, de las firmas de energía y minería Rosatom, Gazprom, Russian Copper Company y Lukoil, de ciencia y tecnología Incotex Electrónicos Group, Softline, Yandez y Mail.Ru Group, de laboratorios medicinales Biocad, de finanzas Vnescheconombank, VTB Bank Group y Gazprombank, de transporte ferroviario Sinara Group, Transmasholding y RZHD Russian Railways y de agroindustria PhosAgro y Uralkali, además de la agencia Centro de Exportaciones de Rusia.
Se trata de un grupo que ya demostró interés de invertir en la Argentina, donde se destaca muy especialmente Andrey Guriev, de PhosAgro, que ya está buscando en qué localidad del sur de la provincia de Santa Fe instalará su empresa de fertilizantes.
Rusia es un inversor de relevancia a nivel global, que en 2016 ocupó la 19º posición entre los países inversores en el exterior, con un stock de IED (Inversiones Directas) de u$s 335.791 millones. En Argentina, empezó a invertir a partir de 2008 en servicios de informática (Kaspersky Lab y Softline) y en trenes (Russian Railways). También hubo anuncios de inversión en infraestructura básicamente de parte de Gazprombank.
Argentina exportó a Rusia en 2016 por 416 millones de dólares en limones y mandarinas (12.7), peras y manzanas frescas (11.3%), despojos de especie bovina (10.6%), leche sin azúcar ni edulcorante (7.5%) y quesos (7.1%), según un informe de la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina. Rusia le vendió a nuestro país por 393 millones de dólares en combustibles y aceites minerales (42.1%), abonos minerales o químicos con elementos fertilizantes (34%), abonos nitrogenados (8.7%) y caucho sintético (2.8%).
Las compañías rusas con presencia en Argentina, a través de fusiones y adquisiciones, están en minería (Aterra Capital, que compró en 2014 Proyecto minero San Jorge) y bebidas (SPI Group, que compró 12% de Achával-Ferrer) en el 2011. Por su lado, la firma argentina Bagó está presente en el mercado ruso a través de un joint venture con la empresa Chemo, y cuenta con una oficina comercial en Moscú desde el 2008.
Desde Buenos Aires, el presidente de la Comisión Parlamentaria de Amistad con la Federación Rusa, diputado Gastón Roma, dijo que “las economías de ambos países son complementarias, ya que los rusos demandan lo que Argentina produce a cambio de que nosotros podamos incorporar nuevas tecnologías en materia de industrias de la defensa, minería e hidrocarburo, donde tienen empresas muy grandes, que tienen mucho para aportar”. También agregó que “Rusia no es más un país comunista, sino súper capitalista, muy modernizado desde las fuerzas armadas hasta su sistema jurídico, y con un grupo de megamillonarios que están dispuestos a consumir productos de altísimo valor agregado”.
A Moscú ya empezaron a llegar los funcionarios, a la espera del arribo de Macri. El canciller Jorge Faurie está desde el domingo por la noche en esta capital. Los demás ministros, Juan José Aranguren (de Energía) y Luis María Etchevehere (Agroindustria), vienen en el mismo vuelo con Macri y Awada, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, y el vocero presidencial, Iván Pavlovsky. También los gobernadores acompañan al Presidente. Hugo Passalacqua (Misiones) y Gustavo Bordet (Entre Ríos).
Los que no se alojen en el Ritz Carlton, estarán en el National, el hotel donde se alojó Vladimir Illich Lenin cuando dejó Alemania para venir a hacer la revolución bolchevique. Ocupó la habitación 107, una suite con tres espacios diferentes, en la que vivió con su carismática mujer Nadia Krupskaya, y tenía un escritorio que miraba directamente a la Plaza Roja, donde hoy está su mausoleo. También el primer embajador argentino en Rusia, Federico Cantoni, nombrado por Juan Domingo Perón en 1947, que atendió en el histórico hotel los primeros asuntos diplomáticos, hasta la donación soviética de la dacha que funcionó como primera sede de la embajada, donde se instaló Leopoldo Bravo.
fuente: infobae