Por Manuel Rivas | Director Diario Cuarto Poder. El objetivo de hacer una movilización con un millón de personas no se pudo cumplir. El presidente Mauricio Macri no logró ese mensaje contundente en una movilización en la que faltó el elemento juvenil y el entusiasmo propio de quien puede revertir la situación.
Los diarios nacionales Clarín y La Nación le dieron 500 mil y 320 mil participantes respectivamente. Un anticipo de lo que puede pasar el próximo domingo de elecciones.
Crónica de una muerte anunciada
El título de la obra de Gabriel García Márquez nos viene como anillo al dedo. Pero, para ser consecuentes deberíamos aclarar que la situación de Mauricio Macri no se asimila a la de Santiago Nazar, el personaje principal de esa novela.
El protagonista de la séptima novela del “Gabo”, publicada en 1981 no sabe que le espera un final trágico, aunque casi todo el pueblo está enterado. En el caso de Macri, éste sabe que no le queda otro camino que el de la derrota electoral.
Sin embargo, aunque es consciente de su destino, insiste en que puede revertir la circunstancia que lo condiciona y repite, sin cesar, “sí, se puede”.
La ficción que invade la realidad
Ese convencimiento se potencia estérilmente cuando escucha esa expresión, multiplicada como un eco, en las voces de las personas que participan en sus marchas, paradójicamente, son sus seguidores de siempre, los que lo apoyan sin condición.
Allí radica la ficción que pretende invadir la realidad. Ese es el caudal de votos con el que cuenta Mauricio Macri para sostener su sueño hecho pedazos de ser reelecto en la Presidencia de nuestro país.
Es la misma o quizás menor cantidad de gente que lo votó en las pasadas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
El Presidente no despierta de esa ensoñación que le quiere imponer a la gente, o parece que no está consciente, cuando en realidad es el que más tiene en claro el escenario.
¿Perder de pie o consolidarse como oposición?
¿Quiere perder de pie? Tal vez, o quizás quiera consolidar esa porción del electorado que aún lo sigue para que no se disperse y sea capturada por otros referentes que asoman en la vida política nacional, como José Luis Espert, por ejemplo.
No consiguió el millón de personas en la marcha prevista para Buenos Aires, ni siquiera la mitad del electorado de Horacio Larreta, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, acompañó a Macri.
Parece que se está quedando solo y que hasta recibe fuego amigo. Más que nunca el domingo electoral estará ideal para escribir una mala copia de la novela del Gabo.
Las banderas argentinas reemplazaron a las amarillas
Entre las estrategias para captar el favor de aquellos que no militan en el PRO o en el Radicalismo afín al macrismo, se dio la orden de no utilizar el característico color amarillo del partido del Presidente.
En su lugar, proliferaron las banderas argentinas, como una manera de transformar la intención reeleccionista de Mauricio Macri en una cruzada para “salvar la República”.
Con poco caudal juvenil
Se notó que el electorado que sigue a Macri es de más de 40 años y, predominantemente, de la clase media, paradójicamente una de la más perjudicadas por las políticas aplicadas a lo largo de estos casi cuatro años.
Las únicas consignas que dejaron entrever los colores y diseños característicos del PRO fueron las que expresaban el “Sí, se puede”, que da nombre a las marchas que se realizaro en distintos puntos del país y que iban a tener como máxima medida la movilización en Buenos Aires.
El músculo le falla al macrismo, que ni siquiera parece arañar la segunda vuelta.