Por Manuel Rivas – Director Diario Cuarto Poder | Una semblanza de lo que fue la vida en esta Tierra de la historiadora profesora y dirigente Marta De Ezcurra, de quien fue su alumno y la entrevistó muchas veces como periodista.
¿Qué dirá la Historia?
La Historia que tanto amaba y me enseñó a querer con devoción dirá que Marta De Ezcurra fue legisladora entre 1999 y 2003 y concejal desde ese año, además de ocupar de manera interina la Intendencia de San Miguel de Tucumán.
También la Historia dirá que fue historiadora y que se destacó en el plano docente en la formación de profesores que ejercieron y ejercen el sagrado apostolado de la educación en distintos establecimientos de la provincia.
Su posicionamiento político
Muchos quizás hayan discrepado con su posicionamiento político en el partido fundado por Antonio Domingo Bussi, pero ella era una de las pocas que se le plantaba al fundador y líder de Fuerza Republicana.
Otros muchos también la recordarán con cariño por haber integrado esas filas políticas. Sin embargo, su llegada al mundo de la política fue a consecuencia del lugar de respeto que ocupaba en la sociedad tucumana.
Conducta y honestidad
Su conducta y honestidad fueron un sello con el que se va a la eternidad. ¿Quién no recuerda su llegada al Concejo Deliberante montada en una bicicleta para dar ejemplo de austeridad?
Eran tiempos difíciles y mientras la gente estaba sufriendo, había políticos que no se ponían colorados al mostrar el lujo en el que vivían y esa era una de las cosas que más le molestaban a la dirigente.
Su labor docente
Enseñó Historia Argentina en el nivel terciario del Instituto San Miguel. Allí en esa casa de Monteagudo al 300, se me reveló la Historia Argentina con una visión y un modo particular de analizarla.
La complejidad de nuestro nacimiento como país y los continuos desencuentros que tuvimos los argentinos se desenredaba en una clase que esperaba por horas.
La docente era Marta De Ezcurra, quien solía sentarse de manera poco ortodoxa y fumar su cigarrillo mientras la historia se descorría por ese velo de humo que exhalaba.
Era quizás como estar en un bar, o en algún cómodo lugar de la casa de una anfitriona que tenía reservadas las mejores anécdotas de la historia y la claridad para entender el tema que fuera.
En la Casa del Obispo Colombres
En paralelo, se desempeñaba como directora del Museo de la Industria Azucarera, al que la mayoría de los tucumanos prefiere nombrar como “Casa del Obispo Colombres”.
Su aporte y su labor para darle un espacio mayor de difusión a las reliquias con las que contaba el museo y aún acrecentarlas en la búsqueda de elementos que lo hicieran más completo, fue invaluable.
La historiadora incansable
En muchas de esas tardes, con el marco del Parque 9 de Julio, fue dando forma a los libros de historia de Tucumán, echando luz sobre hechos oscuros como la muerte del gobernador Alejandro Heredia.
También hizo nacer el libro de Efemérides de Tucumán, que tuve el honor de publicar en el ya desaparecido Diario El Siglo.
En la actualidad, también estaba en un acople para buscar de nuevo la representatividad del pueblo. No se le conoce más fortuna que el amor de sus ex alumnos y de la gente que la conoció.
La Historia dirá que murió y quizás, por única vez, se haya equivocado porque vivirá en muchos corazones.