Por Francisco Alvarado* para Diario Cuarto Poder | El presidente Mauricio Macri expresó su deseo de ser el líder de la oposición pero no tiene aval radical ni del espacio de Elisa Carrio, ni de los popes del propio PRO.
Ciclo cumplido
Pese a todos los esfuerzos que viene realizando para no perder vigencia y mostrarse como el dueño del 40% que lo convertiría en el líder de la oposición, Mauricio Macri parece quedarse cada día más solo.
Su expresión: “hay gato para rato”, en la que se quiere servir de la frase “macri gato”, usada por sus detractores en estos cuatro años de gestión, más que un deseo, podría interpretarse como un desafío hacia afuera y hacia adentro.
El mensaje hacia afuera
Hacia afuera, porque trata de configurarse en un mensaje hacia quienes apoyaron el espacio en las últimas elecciones presidenciales, en las que el triunfo le correspondió al candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández.
La idea de Macri es fidelizar un electorado que no le corresponde del todo a su persona y que tiene a otros dirigentes como destinatarios, como en el caso del jefe de Gobierno porteño, Horacio Larreta, quien asoma como uno de los referentes que le puede disputar ese liderazgo con el que tanto sueña.
Justamente en esa reunión de gabinete ampliada, que no tiene más objetivo que buscar un mejor posicionamiento de cara a la finalización de su mandato, mostró rostros de fastidio en Larreta y María Eugenia Vidal.
La más perjudicada
Quizás la más perjudicada por no haber desdoblado las elecciones o por no transformarse en la opción presidencial de la coalición que cambió tantas veces de nombre, desde el Cambiemos original, hasta terminar en el “Juntos por el Cambio”.
La devaluación del nombre del espacio pareciera haber comenzado con una intención de transformación profunda, basada en fogonear una grieta dentro de la sociedad argentina, pero terminó pareciendo un cartel de kiosco que busca hacerse de billetes pequeños o monedas para poder dar el vuelto.
Trump rompió el relato macrista
Tal es la sensación con la que termina la gestión de Macri, que las propias afirmaciones que apuntaban a desanimar el apoyo a Fernández, señalando que iba a arruinar el posicionamiento internacional alcanzado por el macrismo, se volvieron en contra con un sólo llamado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El mandamás norteamericano no tuvo problemas en comunicarse con el presidente electo argentino y hacerle saber que lo llamará de nuevo una vez que asuma el gobierno argentino.
Bolsonaro descolocado y reculando
La comunicación de Trump con Fernández no sólo dejó descolocado al relato macrista, sino que también dejó pedaleando en el aire al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Sucede que de aquella posición casi intransigente sobre el presidente electo y su negativa a la correspondiente felicitación, tuvo que señalar que ambos países se necesitan.
Como un panqueque en el aire, tomó nota de la llamada de Trump y acomodó el discurso, dándole un tono un poco más conciliador. No conviene echar más leña al fuego a una América Latina que tiene tantos conflictos.
El liderazgo hacia adentro
Macri sabe que no alcanza con dar señales hacia afuera pero, por el momento, es lo que más réditos le puede dar. Porque dentro de su espacio hay muchos convencidos de que el liderazgo le puede recaer tranquilamente a Larreta.
La salida impulsiva de Elisa Carrió, con su repentina comunicación de renuncia y alejamiento del escenario político, no es más que una de las sanas costumbres de “Lilita”: construir coaliciones y espacios que luego destruye ella misma.
En ese momento aclaró que su alejamiento no rompía Cambiemos, pero en la esencia de esa aclaración estaba latiendo la destrucción, al punto que no hubo seguidores de Carrió en el encuentro propiciado por Macri.
Radicales quieren otro rol
Tampoco hubo radicales quienes, cansados de ser convidados de piedra de un gobierno que tuvo como protagonista sólo al PRO, quiere imponer condiciones para armar la oposición.
La dirigencia de la UCR también salió maltrecha de esta gestión, al punto que quienes se manifestaron críticos de la presidencia de Macri, terminaron apoyando a las opciones anti macristas, incluso la encabezada por Alberto Fernández.
La discusión en el más que centenario partido será larga, pero la falta de credibilidad que le aportó Macri será difícil de neutralizar en una oposición heterogénea que tenga al máximo referente del PRO como autoridad.
Un “Macri gato” que aulla
“Macri gato” aulla, como si se tratara de un gato en celo tratando de emular aquella frase de los peronistas cuando afirman que “los peronistas somos como los gatos, cuando parece que nos estamos peleando, en realidad nos estamos reproduciendo”.
En cambiemos no hay clima de reproducción. Cada felino afila las garras para una pelea que puede hacer pedazos ese capital electoral que dejaron las elecciones presidenciales. Ojo, esa foto no está garantizada que se mantenga en el tiempo.
Acá, más que gato para rato, puede haber gato encerrado y cada vez más solo.
*Analista político.